Hazrat Inayat : My interest in Sufism pt. II (Spanish version)

Hazrat Inayat : Mi interés en el sufismo, parte II 

En la primera publicación de esta serie, Hazrat Inayat Khan cuenta cómo una visita a la tumba de Khwaja Moinuddin Chishti dio lugar a una noche de profunda reflexión; su búsqueda espiritual fue respondida por el canto de un derviche que se escuchó en el silencio previo al amanecer. Ahora cuenta lo que siguió, cuando se adentró en el día, caminando y pensando. Se refiere en varias conferencias al incidente que sigue, pero ésta es quizás la descripción más completa de lo que fue una experiencia transformadora

Así llegué a un cementerio, donde un grupo de derviches estaba sentado en la hierba verde, conversando entre ellos. Todos estaban pobremente vestidos, algunos sin zapatos y otros sin abrigo; uno tenía una camisa con una sola manga y otro carecía de las dos. Uno llevaba una túnica con mil parches y el siguiente un sombrero sin corona. Este extraño grupo atrajo mi atención y me senté allí durante algún tiempo, notando todo lo que estaba sucediendo, aunque fingiendo ser totalmente indiferente. 

Enseguida, su Pir-o-Murshid o Maestro se acercó a ellos, aún más escasamente vestido que ellos, y con un grupo de derviches dando vueltas a su alrededor mientras se acercaba. Dos de estos últimos encabezaban la extraña procesión, y a cada paso gritaban en voz alta: “¡Hosh bar dam, nazar bar qadam, khalwat dar anjuman!” – ¡Sé consciente de tu respiración y observa cada paso que das, y experimenta así la soledad en la multitud! 

Cuando el Murshid llegó a la asamblea de sus discípulos, cada uno saludó al otro diciendo: ¡Ishq Allah Mabud Allah! – ¡Dios es amor y Dios es el Amado! Fue este mismo saludo el que más tarde me reveló las palabras de la Biblia, que Dios es amor, y también el verso del poeta árabe Abul Ala, que dice: 

Una Iglesia, un Templo, o una piedra de la Kaba, 
El Corán o la Biblia, o el hueso de un mártir, 
Todo esto y más mi corazón puede tolerar  
Ya que mi religión es sólo de amor. 

La solemnidad de las palabras sagradas que pronunciaron encontró su eco en mi alma, por lo que observé su ceremonial con una atención aún mayor. Naturalmente, a primera vista su extrema pobreza era desconcertante, pero entonces, antes de verlos, ya sabía cómo el santo Profeta siempre había rezado a Allah para que lo sostuviera en su vida entre los miskeen o derviches, que voluntariamente eligen este humilde modo de vida. Los extraños parches de sus vestimentas me recordaron las palabras de Hafiz: “No te dejes engañar por las mangas cortas llenas de parches, porque debajo de ellas se esconden los brazos más poderosos”. 

Los derviches se sentaron primero perdidos en la contemplación, recitando palabras sagradas uno tras otro, y luego comenzaron su música. Olvidé toda mi ciencia y mi técnica mientras escuchaba sus sencillas melodías, mientras cantaban con el acompañamiento del sitar y el dholak* las inmortales palabras de Maestros Sufis como Rumi, Jami, Hafiz y Shams i-Tabriz. 

La rapsodia que suscitaba su éxtasis me parecía tan fuerte y vital que las mismas hojas de los árboles parecían colgar hechizadas e inmóviles. Aunque sus emociones se manifestaban de diversas formas, toda aquella extraña compañía los miraba con silenciosa reverencia. Cada uno de ellos revelaba un peculiar estado de ánimo de éxtasis; algunos lo expresaban con lágrimas y otros con suspiros, algunos con danzas y otros con la calma de la meditación. Aunque no disfrutaba la música tanto como ellos, de todas formas, me impresionaba tan profundamente que me sentía como si estuviera perdido en un trance de armonía y felicidad. 

Pero la parte más sorprendente de los procedimientos se produjo cuando la asamblea estaba a punto de dispersarse. Porque uno de los derviches se levantó y, mientras anunciaba el bhandara** o cena, se dirigió a ellos en los siguientes términos: “¡Oh reyes de reyes! ¡Oh, emperadores de emperadores!”. Esto me divirtió mucho en aquel momento, mientras observaba su aspecto exterior. Mi primer pensamiento fue que eran sólo reyes de la imaginación, sin trono ni corona, sin tesoro, sin cortesanos ni dominios, es decir, sin las posesiones naturales ni los poderes temporales de la realeza. 

Pero cuanto más reflexionaba sobre el asunto, más me preguntaba si el entorno o la imaginación hacían al rey. La respuesta llegó por fin: el rey nunca es consciente de su realeza y de todos sus atributos de lujo y poder, a menos que su imaginación se refleje en ellos y demuestre así su verdadera soberanía. Por ejemplo, si un bebé fuera coronado y sentado en un trono, nunca comprendería su elevada posición hasta que su mente evolucionara lo suficiente como para darse cuenta de su entorno. Esto demuestra lo real que nos parece nuestro entorno y, sin embargo, lo muerto que está en ausencia de la imaginación. Y también revela cómo el tiempo fugaz y los cambios de la materia hacen que todos los reyes de la tierra no sean más que reyes transitorios, que gobiernan reinos transitorios; esto se debe a su dependencia sobre su entorno en lugar de a su imaginación. Pero el reinado del derviche, independiente de todas las influencias externas, basado puramente en su percepción mental y fortalecido por las fuerzas de su voluntad, es mucho más verdadero, y a la vez ilimitado y eterno. Sin embargo, desde el punto de vista materialista su reino parecería nada, mientras que en la concepción espiritual es un reino de gozo inmortal y exquisito. 

En verdad, ellos son los poseedores del reino de Dios, y todo Su tesoro visible e invisible está en su propia posesión, ya que se han perdido a sí mismos en Allah y están purificados de todos los engaños ilusorios. “Es por ellos que obtienes la lluvia; es por ellos que recibes tu subsistencia”, dice el Corán. Y Omar Khayyam dijo, 

Piensa en este maltrecho caravasar***, 
Cuyos portales se alternan día y noche, 

Cómo Sultán tras Sultán con su pompa, 
Moran su hora o un poco más, y siguen su camino. 

Dicen que el león y el lagarto vigilan 
Los patios donde Jamshed obtuvo la gloria y bebió profundamente; 

Y Bahram ese gran cazador, el asno salvaje 
Pateó su cabeza y yace profundamente dormido. 

* Un tambor de doble cabeza, a menudo utilizado en la música qawwali. 
** También, langar, o la distribución de comida. 
*** Ndt: Caravasar es un antiguo tipo de edificación surgido a lo largo de los principales caminos donde las caravanas que hacían largos viajes de muchas jornadas —de comercio, peregrinaje o militares— podían pernoctar, descansar y reponerse los viajeros y animales. 

Continuará… 

Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J. 

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