Hazrat Inayat : Our relation to God pt III (Spanish version)

Hazrat Inayat: Nuestra relación con Dios Pt III 

Hazrat Inayat Khan continúa describiendo la etapa de “reconocimiento” de Dios, contando dos esclarecedoras historias para ilustrar el concepto. La publicación anterior puede encontrarse aquí. 

¡Piensen en cómo los seguidores de las diferentes religiones se han atacado unos a otros! Algunos estaban muy convencidos de que había miles, o millones o un sinnúmero multitudinario de dioses, mientras otros estaban convencidos de que no existe sino Uno. En la opinión del Sufí, ambos están en lo cierto. Ambos se oponen al otro en conocimiento. Una religión quiere enseñar que toda esa infinita variedad es un solo Dios, y desea inculcar la idea de que esto es Dios. ¡Quienes han aprendido que existe un Dios no pueden concebir la idea de muchos dioses! Por lo tanto, luchan a lo largo de toda su vida, sin reconocer nunca quién es realmente su Dios. Enseñan que un día serán llevados ante Él para ser juzgados, cuando en realidad, ¡están ante Él todo el tiempo, todo el día, toda la noche! Entiendan esto una vez, y un gran cambio en perspectiva vendrá; nuestras ideas de Dios cambiarán tanto que la totalidad del punto de vista moral cambia. La siguiente historieta ilustrará la forma del cambio. 

Un gran rey de Persia llamado Jamshed tenía un cierto luchador llamado Rustam. Era el mejor de todos los luchadores del reino, y se volvió tan orgulloso de su fortaleza y poder y valentía que el rey pensó que lo humillaría de alguna manera. Pero no pudo encontrar a nadie para desarrollar y entrenar y que estuviera al nivel de Rustam. Era el único de esta clase en todo el territorio. 

Sucedió entonces que Rustam se fue para Arabia, y durante su ausencia le nació un hijo en su casa en Persia. La madre del niño murió muy pronto, y esta fue la oportunidad para el rey. Trajo al niño a su propio palacio y nadie se enteró que era el hijo de Rustam. En el transcurso del tiempo, cuando se convirtió en un joven, se volvió un gran luchador, tan fuerte y poderoso que nadie en el territorio podía enfrentarlo. Y entonces, luego de muchos años, Rustam regresó. Jamshed no le dijo al joven que Rustam era su padre; solo dijo que había llegado un luchador árabe muy fuerte y poderoso y que él debía enfrentarlo. 

Entonces era costumbre que todo luchador portara una daga. El que fuera derribado tenía que rendirse o morir. Así que todos acudieron al coliseo a ver la lucha. El rey se sentía seguro de que el hijo mataría a Rustam. Entonces, se enfrentaron en combate, y finalmente como el muchacho joven tenia mucha energía, con juventud y poder, derribó a Rustam. Pero Rustam, habiéndose sentido toda su vida tan orgulloso  de su gran poder y fortaleza, no quería rendirse, así que debía morir. De manera que su hijo desenvainó su daga y Rustam dijo, “No importa, un día cuando mi hijo crezca, lo vencerá a usted.” El joven dijo, “¿Quién es su hijo?” Rustam dijo, “¿Quién es usted?”. Y entonces se reveló el secreto de que este joven era el hijo de Rustam. Y ahora el dolor del hijo fue infinito, muy grande. Hizo reverencia a los pies de su padre diciendo, “Padre, preferiría ser yo quien muriera por la espada a ser llamado tu vencedor, cuando me dicen que soy tu hijo.” Su padre dijo, “No importa, pues ahora estoy satisfecho de saber al menos de que no he sido vencido por nadie más que por mi propio hijo, mi propio ser.”  Qué gran tragedia fue aquella. 

La misma tragedia y la misma actitud ocurre en la vida de todo hombre desde el momento en que empieza a descubrir a su Padre Celestial en la tierra. No puedes estar de acuerdo con “ama a tu enemigo” a menos que primero reconozcas en éste a tu Padre del cielo. Podemos reconocer a nuestro propio Padre en un amigo, pero cuando lo reconocemos a Él también en el enemigo, ¡entonces también podemos amarlo! Esta es la lección. Huimos de Dios como Caín, hasta que descubrimos que Él está aquí. Sí, ¡solo piensa en el cambio que tendrá la actitud de un hombre una vez que reconoce a su Padre Celestial, el Único a Quien se debe venerar, en su prójimo! 

La vida del Sufí en oriente es la vida del verdadero discípulo de Cristo. La gente puede reconocer las enseñanzas de Cristo en una escritura en una iglesia o en una capilla y sin embargo para el Sufí nada de eso es Cristo.  El único discípulo verdadero de Cristo es el que ve a Dios como Padre, Dios como Madre en todos sus semejantes. Así en India, Arabia, Persia, llaman a un faquir, a un sabio, a un derviche “bawa”, “padre” o a una mujer “madre”, viendo los dos aspectos de Dios en todas las cosas. Naturalmente existen grados – fana-fi-shaikh, fana-fi-rasul, fana-fi-Allah – pero reconocen a su maestro en todos. Ese es el primer paso. 

Una vez estaba caminando por la ciudad y conocí a un derviche con una bella personalidad. Estaba vestido en harapos, pero su expresión, su voz, su pensamiento, su movimiento, su atmósfera eran encantadores. En esa época yo era muy joven en la búsqueda de la filosofía. La juventud es una época en la que el orgullo se manifiesta plenamente. Entonces, mientras caminábamos juntos y me llamó “Murshid” [Maestro] yo me sentí muy satisfecho. ¡Se dirigía a mi como Murshid cada vez que me hablaba! Pronto encontramos a otra persona que no parecía tener ninguna educación, aparentemente sin ningún conocimiento de filosofía o religión ni nada por el estilo. ¡Pero lo llamó Murshid también! Por lo que mi orgullo se quebrantó, luego nos cruzamos con un policía y ¡lo llamó Murshid también! Así que entonces le pregunté a mi maestro cual podía ser el significado de todo esto, y dijo “Tu derviche te mostró el primer paso hacia el reconocimiento de Dios: reconocer a todos los seres como tu maestro. Un necio puede enseñarte, un sabio, un letrado, un estudiante, un piadoso, un malvado, hasta un niño pequeño: todo el mundo puede enseñarte algo. Por lo tanto, ten esa actitud hacia todos. Entonces podrás decir que reconoces a Dios. Cuando el chela [discípulo] está listo, el gurú aparece” Esto es, cuando estás listo para discernir, encuentras al maestro a tu lado. Podemos incluso aprender amor de las palomas y fidelidad de los caninos.            

Continuará… 

Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.