Hazrat Inayat : Prayer and the Ideal (Spanish version)

Hazrat Inayat: La Oración y el Ideal 

El estudio profundo de la vida nos permite percibir que cada individuo depende de todos los demás. Esto es verdad en todos los aspectos de la vida. Los ricos dependen de los pobres, los fuertes de los débiles, los sabios de los necios. Cuando miramos lo limitado que es el hombre, aun en sus mejores circunstancias, vemos que no puede ser de otra manera, dependemos unos de otros para satisfacer las necesidades de la vida. 

Es evidente que el sirviente depende de los salarios que le pagan, que el trabajador depende del dinero que recibe, pero hay necesidades que el dinero no puede satisfacer, y entonces aquel que recibe, recompensa con amor, o gentileza o cuidado. Llegan momentos en los que el dinero es muy pobre, en los que el poder es incapaz de comprar o tomar. Cuando esto es así, lo natural es rendir respeto, y dar adoración a aquel a quien no se le puede dar dinero y que no puede ser influenciado. No importa si el respeto y la adoración son ofrecidos con un motivo egoísta o altruista; en cualquiera de los casos existe la misma dependencia. Dependemos de quien amamos, o de nuestra esposa o de nuestro vecino – aun de nuestros sirvientes. ¡Cuantos problemas y dificultades surgen si ocurre que ese servidor no esté en la casa! Sea que pagamos dinero o sea que solo podamos demostrar amor y adoración, de igual manera somos dependientes. Desde el momento en que, por primera vez, abrimos nuestros ojos, nuestra vida no es más que dependencia en toda su extensión. 

Aquellos que observan cuidadosamente verán lo que es una dependencia real, y que tan profunda esa dependencia se encuentra en nuestras vidas. Los que necesitan dinero, ¿no dependen de personas que tienen dinero? Los que desean posición, ¿no dependen de alguien que tiene posición, como un Secretario de Estado, un lord, un duque, un alto oficial? Mientras más reflexiona un hombre, más encuentra lo vasta que es esa red de dependencia. Se hace cada vez más claro que todas las fuentes de las que dependen las personas existen para el uso de los diferentes individuos. Un individuo desea o necesita riqueza; y entonces hay personas que la tienen, y puede ser dependiente de ellas. Otro puede desear o necesitar un ascenso; entonces hay alguien que se encuentra en una alta posición, que puede distinguirlo o ubicarlo en una posición más alta. Éste se inclinará ante aquel; lo respetará; hará cualquier cosa para ganar su favor y amabilidad. 

Cuando percibimos que todo individuo tiene una fuente de poder distinta, ante la cual se inclina, hacia la que se dirige, de la que depende, comenzamos a preguntarnos si hay una fuente que sea suprema, por encima de todas estas otras fuentes de poder. Estas diversas fuentes dependen entre sí; ¿hay una que reine sobre todas? Y la respuesta es que hay una; hay una fuente que reina sobre todas las otras fuentes de poder, y es a la única a la que idealizamos y llamamos Dios. 

Quienes idealizan esta fuente lo invocan a Él, le rinden todo su respeto, se vuelven hacia Él en toda dificultad, en todo problema, en toda necesidad. No hay nadie más que sea suficiente para consolarlos, no hay maneras de ayuda, ningún auxilio puede ser obtenido, aparte de este único ideal en el que fijan su mirada, este ideal que no es conocido ni se ve, y sin embargo esta idealizado en la mente. ¡Que pobres son todas las demás fuentes, comparadas con esta única Fuente! Mientras que todas las diversas fuentes, ante las cuales el hombre se inclina y de las cuales depende, son tan inciertas que hoy son amables y mañana no, esa única fuente es totalmente suficiente, nunca cambiante y todopoderosa.  De esa fuente todas las cosas pueden sostenerse. Todas las demás fuentes son solamente poderes aparentes; pues, después de todo, aun cuando tengan éxito brindando alguna ayuda, es realmente esa única fuente la que les ha dado el poder de prestarnos ayuda. 

El nisán de Hyderabad fue un gran místico y un muy buen hombre. Solía decirles a quienes habían obtenido acceso a él y se habían quejado de no haber recibido todavía ayuda, “¿Has obtenido una orden de Allá? Si has obtenido una orden de Allá, te ayudaré, pero si no la has obtenido de Allá, no te ayudaré.”  

En el Corán hay un sura que dice, “Solo Dios es rico y todos son pobres”, mientras más estudiamos la vida, más vemos la verdad de este sura. Las personas pueden vivir en palacios, dotadas de toda clase de riquezas y comodidad, y todavía pueden sentir, “si lograra tan solo eso, nunca más seria desdichado”. La gente puede tener sus coches, sus pieles, su riqueza de millones, y todavía no poder decir verdaderamente que son perfectamente felices. ¿Pueden decir que tienen todo lo que necesitan en la vida? ¿hay alguien que pueda decir eso? Es más probable encontrar a alguien así entre los pobres que entre los ricos. 

Esto muestra que solo Dios es rico. Cualquiera que tenga necesidades es pobre. Pobreza significa necesidad. En la medida que hay necesidad hay pobreza. Como la vida del hombre está llena de necesidades, debe estar en la pobreza. Esta aun en la oscuridad si no se da cuenta que solo hay Uno que es rico. 

Indudablemente todos nosotros tenemos necesidades a lo largo de la vida. ¡Con cuanta frecuencia experimentamos decepción al mirarlas! ¡Cuantos están decepcionados del amor, del dinero, de la ayuda, del servicio! Que propenso es el corazón para desanimarse, decepcionarse, resquebrajarse, sintiendo “Oh, este es mi hermano, mi único hermano y sin embargo no me ha ayudado a esta hora de necesidad”. “La considero como mi hermana, y sin embargo me falló en este momento crucial”. La gente encuentra tantas decepciones en la vida. Dependemos, dependemos de fuentes limitadas, sin pensar nunca que esas fuentes pueden ser útiles solamente a veces, y que con frecuencia son incapaces de ayudar, por mucho que deseen hacerlo. 

Queda la única fuente que siempre es útil, y siempre puede ayudar. Es solo porque el hombre no lo ve a Él, que no se da cuenta de Él, que duda si hay un ser como Dios. Por muy religioso o devoto que sea, siempre busca ayuda en un intermediario material. Por muy religioso o piadoso no puede explicar a Dios; ni siquiera los místicos o los filósofos pueden explicarlo a ÉL. El ideal de Dios es la primera lección que debe ser aprendida y no puede ser aprendida por análisis. Por consiguiente, la mente intelectual que busca analizar a Dios es seguro que siempre estará decepcionada. El filósofo hablaba con la verdad cuando dijo, “Analizar a Dios es destronar a Dios”. El análisis ni siquiera puede retratar el ideal de Dios. Es por eso que todo mensajero – Mahoma, Cristo, Moisés, Abraham – enfatizaron la única palabra: fe. 

Pero no deberíamos pensar que estos videntes, santos y maestros que tenían tanto poder de comprensión, querían que el mundo imaginara que esa fe debía ser ciega. Ellos mismos aprendieron la primera lección, que no es útil comenzar con la idea de que si analizamos a Dios, llegaremos a creer en Él. Una persona así nunca creerá. El primer paso es la fe, y no el razonamiento o la percepción intelectual.  ¿puede uno explicar por qué es que un diamante vale veinte mil libras? ¿Hay alguna razón para eso? Si, dirá una persona, “es porque se vende en el mercado a ese precio. No hay otra explicación; es una piedra preciosa”. Pero otro podrá decir, “si es una piedra brillante; sin duda es mejor que el vidrio y con seguridad brilla más que el cristal; pero ¿Por qué veinte mil libras? 

La respuesta es simplemente esta, que vale veinte mil libras porque nuestro ideal lo hizo así. Lo que llamamos ideal es solo otra forma de decir que no existe explicación. Tenemos que aceptar que veinte mil libras es su valor. Es lo mismo con todo ideal, aun con el ideal de Dios. Un ideal está más allá de la explicación. 

Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel 

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