Hazrat Inayat : The Sufi Ideal pt I (Spanish version)

Hazrat Inayat: El ideal sufi Pt I 

Hazrat Inayat Khan inicia una concisa pero profunda enseñanza sobre el tema de la pureza. 

La palabra Sufí, aunque proviene de una raíz griega que significa “sabiduría”, tiene también otro significado, que es del árabe y es “puro.” Con frecuencia nos preguntamos qué implica esta pureza. En nuestra vida cotidiana hemos adulterado muchas palabras e interpretamos esas palabras de acuerdo con nuestro propio entendimiento; así muchos de nosotros hablamos de bondad como pureza, mientras otros llaman al carácter moral pureza. Pero para un místico, pureza significa algo muy diferente. 

Un místico da a la pureza su significado natural. Agua pura significa que nada está mezclado con el agua, que no hay otro elemento en ella y por lo tanto pureza es esa substancia dentro de nosotros que es pura. Tan pronto como se reconoce esta substancia, encontramos que todas las cualidades como bueno y malo, correcto e incorrecto, existen fuera de la pureza, pues no hay bondad que no sea tocada por lo que podemos llamar mal, ni hay ningún mal que no tenga un toque de bondad. No hay equivocación que no tenga un lado correcto en ella y no hay rectitud que no tenga un lado equivocado en ella. Por lo tanto, en la medida que llegamos a reconocer esa pureza, nos volvemos reacios a expresar una opinión sobre cualquier cosa o cualquier persona. Son siempre los tontos los que están más dispuestos a expresar su opinión acerca de los otros; mientras más sabia la persona, menos se siente inclinada a formarse una opinión sobre alguien más. Si tiene que decir algo sobre alguien, solo es bueno. Además, nadie que alguna vez haya reconocido esta pureza trata de forzar su creencia o su opinión a otro, porque tan pronto como la pureza que está adentro es reconocida, ya no se tiene una opinión que pueda ser expresada en palabras. 

Hay tres pasos para esta pureza. Cuando una persona da el primer paso, distingue entre correcto e incorrecto. Cuando da el segundo paso, solo ve lo correcto y pasa por alto lo incorrecto. Pero cuando da el tercer paso, entonces su corazón puede ver incluso lo correcto de lo incorrecto. Podríamos decir que un reconocimiento tal como este le daría un vuelco total a la concepción de correcto e incorrecto, y también a los estándares establecidos por las naciones o por la religión. Sí eso es cierto, pero al mismo tiempo, mantener la armonía con el mundo, con aquellos con los que vivimos, no significa que debamos cerrar los ojos y no ver la verdad. Es por esta razón que el sufi dice: haz lo que hacen los otros, vive como viven los otros, piensa como piensan los otros, pero siente como tú mismo sientes y reconoce la vida como tu alma te guie. 

Existe un pecado, si alguna vez existió el pecado, y está expresado en la historia de Adán. Este pecado se hace evidente desde el momento en que el bebé empieza a entrar en la niñez: el alma experimenta la majestad de la infancia y empieza a sentir el “yo,” “estoy separado de los demás” – este es el exilio del Jardín del Edén. Desde el momento en que el alma empieza a decir “yo”, se exilia del cielo, pues todas las bendiciones pertenecen al estado que el alma experimenta antes de reclamar ser “yo”, una entidad aparte, separada de los demás. Es por esto que el hombre, cualquiera sea su posición, cualquiera sea su situación en la vida, no es totalmente feliz. El problema de uno puede tal vez ser más grande que el de otro, pero ambos, aquel que reside en palacios celestiales y el habitante de una choza tienen sus problemas; ambos tienen su dolor. Pero el hombre encuentra la razón de todas las aflicciones en la vida fuera de él. El sufi la encuentra en ese único pecado: el de haber reclamado ser “yo”. Con esta afirmación viene todo el problema, continúa y siempre continuará. Este pecado tiene tal arraigo en el alma que es precisamente como el eclipse de sol, en el que la luz se cubre y no puede brillar. En la vida cotidiana podemos llegar a veces a encontrar útil esa afirmación del espíritu del “yo”, y por esto el hombre práctico mira como débil a una persona que tenga menos de ese espíritu; piensa que no es práctica. Si esa persona parece más sencilla la llama soñadora, dirá que flota en el aire. Pero después de todo, ¿cuánto dura este sentido práctico y a qué fin conduce? El fin del que era práctico y del que no lo era es el mismo. 

Continuará… 

Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel 

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