Whose face? (Spanish translation)

De quién es la cara?

Hay una historia que se cuenta en el Evangelio de Mateo que un día personas deseosas de enredar a Jesús y ponerlo en dificultades, llegaron haciéndole una pregunta: “¿Es correcto pagar el impuesto romano?’. La trampa era que la contribución impuesta por las fuerzas imperiales de ocupación era muy impopular entre los judíos, y al decir que era correcto pagarla, los habría puesto en contra el Maestro, mientras al decir que estaba mal pagarla, tal vez le habría puesto en problemas con las autoridades. Más aún, los interrogadores empezaron alabando la sabiduría de Jesús, lo que le hacía difícil evitar una respuesta. Según el Evangelio, Jesús vio detrás del plan, y comenzó su bien conocida respuesta denunciándolos como hipócritas.

De las innumerables faltas que los seres humanos pueden demostrar, la hipocresía es una que rara vez reconocemos – en nosotros mismos. Somos muy rápidos para señalarla en los demás, pero rara vez nos detenemos a pensar, “¿Estoy siendo hipócrita en esta situación?”. Podemos ser conscientes de otros deslices, pero los desechamos como faltos de importancia, e incluso bromeamos sobre ellos. La hipocresía, por otro lado, es escasamente reconocida, y no es un comportamiento que queramos tener. Significa presentarse a sí mismo mejor de lo que se es, por lo general en un sentido moral, y proviene de un antiguo término griego que significa representar un papel, como el de un actor. Tal vez la razón por la que se pasa por alto es que nos gustaría creernos la historia que estamos presentando. En el camino interior, en donde es esencial mantener una estrecha vigilancia sobre uno mismo, esperamos que el habitual (auto) engaño de la hipocresía comience a disminuir.

Cuando Jesús evita la trampa, sentimos una presumida satisfacción de que los hipócritas han sido derrotados, pero ¿qué más podemos aprender de la historia? El Maestro dijo: Dad al César lo que le pertenece, y dad a Dios lo que le pertenece, pero ¿qué es lo que le pertenece a Dios? Una persona piadosa podría decir que significa cumplir todos los deberes religiosos, dedicar toda nuestra energía y la atención a la correcta observancia de la ley religiosa. No hay duda que esto puede ser beneficioso, pero en esta interpretación hay una división entre las cosas de este mundo, al igual que la moneda con la imagen del César, y las cosas ‘piadosas’ o ‘espirituales’. Una persona con una visión más filosófica podría decir, ¿cómo puede haber una división? Dios es el Creador omnipotente y Sustentador; hizo todo lo que hay con Su propia mano. ¿Hay algo en el mundo que no le pertenezca a Dios?

En ese caso, el mandato de Jesús podría ser entendido con el significado de darle todo al Padre: nuestros bienes, nuestros esfuerzos, nuestra voz, nuestros pensamientos y sentimientos, nuestro cuerpo – todo. ¿Y qué es ‘dar’? En pocas palabras, renunciar a nuestra pretensión, como lo hacemos en las palabras de la Zikar externo, “Este no es mi cuerpo, este es el templo de Dios.”

Cuando Jesús fue confrontado con la pregunta, preguntó de quién era la cara de la moneda. Era el rostro de César el que identificaba el denario, por lo que podríamos preguntar, ¿qué lleva el rostro de Dios? Él está más allá de toda forma, por lo que Su semblante se revela sólo cuando renunciamos a nuestra posición en el mundo transitorio, ilusorio de “cosas” y alcanzamos el estado de no-ser. Como dice Mahmud Shabistari, es sólo en el espejo del no ser que la Realidad puede ser reflejada. El brillo del sol vierte su resplandor sobre el estanque, pero es sólo cuando el estanque se aquieta que la fuente de luz puede ser vista con claridad.

 

 

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