Hazrat Inayat: El arte de la personalidad. Parte VIII
Continuamos con la serie de enseñanzas de Hazrat Inayat Khan sobre el arte de la personalidad. La publicación anterior de la serie puede encontrarse aquí. El siguiente texto habla sobre ‘economizar’, un término inusual para Hazrat Inayat, pero uno que sugiere ‘ahorrar’ o ‘gastar menos’– en este caso, gastar menos energía en palabra y acción, para ahorrar los recursos que tenemos y evitar poner una carga en aquellos a nuestro alrededor.
Hay un sentido de economizar que puede encontrarse más o menos en toda alma; y cuando esta tendencia trabaja con [es decir, en armonía con, o a beneficio de –ed.] aquellos a nuestro alrededor y aquellos con quienes nos relacionamos, desarrollamos la personalidad. El deseo de evitar al otro, de tener paciencia en lugar de probar su paciencia al máximo, es la tendencia a la economía, a un más elevado entendimiento de la economía. Tratar de evitar que el otro use su energía en forma de pensamiento, palabra y acción, todo ahorra su energía, y para uno mismo añade belleza a la propia personalidad. Alguien que ignora esto, con el tiempo se convierte en una carga para los demás. Puede ser inocente, pero puede ser una molestia; porque no tiene consideración por su propia energía ni por la de los demás.
Esta consideración no llega a partir del momento en que nos damos cuenta del valor de la vida. A medida que una persona comienza a considerar este tema, evita en si misma cualquier pensamiento, palabra o acción innecesaria, y utiliza su propio pensamiento, palabra y acción económicamente; y al valorar nuestra propia vida y acción, aprendemos a valorar lo mismo en otros. El tiempo de la vida humana en la Tierra es lo más precioso, y mientras más practiquemos el uso económico del precioso tiempo y energía, más sabremos aprovechar al máximo la vida.
Aparte del propio discurso, incluso escuchar a otro hablar es una tensión continua; le roba a la persona su tiempo y energía. Aquel que no logra comprender, o por lo menos no intenta comprender algo dicho en una palabra, y quiere poner en una frase lo que puede decirse en una palabra, ciertamente no tiene sentido de economía; puesto que economizar el dinero es mucho menos importante que economizar nuestra vida y energía y la de los demás. Por el bien de la belleza, la gracia y el respeto, al tratar con los demás, uno debe llegar hasta cierto punto, pero no más allá.
No se puede medir con la misma vara a un amigo, un conocido y un extraño. Una vez más la cuestión de la economía debe ser considerada. Sin el sentido de la economía, podríamos probar la bondad, ternura, generosidad, y resistencia de los demás hasta tal punto que al final de la prueba resultará en desventaja para ambos. La persona que es lo suficiente sensible para proteger sus propios intereses en la vida puede llamarse astuta, pero aquel que protege los intereses de los demás incluso más que los propios, es sabio; porque de esta manera hace cosas, sin saberlo, en beneficio propio. Es el mismo sentido de economía que utilizamos en las cosas pequeñas en la vida cotidiana en el hogar y los negocios; el mismo sentido quese utiliza a un nivel más alto, con consideración y respeto, haciéndonos más capaces de servir a los demás, lo cual es la religión de las religiones.
Traducido por Darafshan Daniela Anda