Hazrat Inayat: La Libertad del Alma pt II
Aquí concluye la charla dada por Hazrat Inayat Khan en el Teatro Lenox en la ciudad de Nueva York el 24 de enero de 1926. La primera parte de la Charla se publicó aquí.
En todas las épocas, profetas y maestros y pensadores y filósofos han enseñado que el fin último de la filosofía y el misticismo es alcanzar la libertad del alma. Diversas ceremonias, leyendas religiosas y filosofías narran esta verdad, la libertad del alma. Lo que sea que la persona ansía en la vida, cualquiera que sea el propósito de su vida, el objeto que persigue, detrás de todo, hay una sola búsqueda y es el anhelo del alma a volverse libre de toda esclavitud. El hombre no aprecia esta idea cuando está absorto en la búsqueda de cosas en la vida, cuáles cosas que le harán libre, porque no piensa en la libertad, sino solamente piensa en lo que persigue en ese momento. Talvez, si pensara en la verdadera condición de la vida, sería diferente, su actitud cambiaría, su perspectiva sería más amplia, vería más profundo en la vida y no daría importancia a las cosas a las que usualmente les da importancia.
Si preguntamos qué clase de cautiverio es, diría, “Para una araña los delgados hilos de la red son una especie de cautiverio; para un elefante las cadenas de hierro son un cautiverio.” Mientras más fuerte es la persona, más grande el cautiverio; mientras más grande el poder que tiene, más grande la dificultad que enfrenta; mientras más fuerte es el alma, más grande la carga que tiene que llevar. De ahí que, en cautiverio, seamos todos iguales. Cuando se mira sólo la superficie, parece que una persona tiene una vida fácil y la otra debe trabajar todo el día, que una tiene una vida alegre y la otra es miserable. Pero eso es lo exterior. Cuando miramos profundo en la vida, de una forma u otra, ya sea que una persona parezca divertida y alegre, algún cautiverio está escondido detrás. No lo sabemos. Para entender la situación en su vida, no es suficiente echar un vistazo desde fuera. Solo vemos los prisioneros; si viéramos la prisión, nos sorprenderíamos.
Podríamos preguntar, “¿Por qué es esta condición tan trágica, por qué no puede ser mejor?” La respuesta es, “Es natural.” ¿Qué es el hombre? El hombre es un proceso; la manifestación es un proceso a través del cual el espíritu va de una condición a otra condición, de un polo a otro polo. Y a través de todo este proceso la intensión del espíritu es encontrarse a sí mismo. En ese proceso el espíritu en sí mismo pierde su libertad. La libertad se pierde para poder llegar a la libertad. Esa es la tragedia. Pero al mismo tiempo, al final es felicidad, porque para el logro de este objetivo fue concebida toda la creación.
La tragedia atrae a toda alma que piensa, a todo corazón que siente. ¿Por qué? Porque la tragedia ocurre continuamente. El hombre quisiera alejarse de la tragedia, pero lo que le atrae es tragedia porque el alma está en esa condición; ansía la libertad cuando no sabe lo que es.
En la Biblia y en el Corán leemos, “Morir antes de la muerte.” ¿Qué significa? Significa que para ser libres primero debemos morir. Los rituales de las antiguas ceremonias tienen todos este como el más grande secreto, y es esto lo que se enseña a través de ceremonias, filosofía y misticismo. Este es el mayor secreto de todas esas cosas.
Pero ¿es en verdad morir? No, es jugar a morir. Nadie muere en realidad. Lo que muere es la muerte; lo que vive es vida. Por eso, el arte del místico es aprender a jugar a morir. Ya sea que lo llamemos meditación, contemplación, concentración, adoración a Dios, es jugar a morir.
¿Y qué es lo que debe morir en el hombre? No es su verdadero ser; es la falsa concepción que tiene de sí mismo. Es esa falsa concepción la que le trae toda limitación. El hombre no es realmente limitado como parece. Pero dado que hay una cubierta sobre su alma, esa cubierta lo limita. Por eso no mira más allá. Su mundo es sí mismo, su propio ambiente, sus condiciones, sus impresiones, sus experiencias, todas sus preocupaciones. Esto es todo lo que conoce; no conoce nada más allá. Por eso, lo que debe crucificarse en el hombre es el falso ser, no el verdadero ser, y la resurrección viene tras la crucifixión. De esta forma el alma experimenta su libertad. Podríamos preguntar, “¿Cómo se puede conseguir? ¿Cómo se juega a morir?” Y la respuesta es que hemos jugado a vivir y jugamos a vivir todos los días. Pues, ¿Qué es la vida desde la mañana a la noche sino un juego? Mientras más lo estudiamos, más deberíamos encontrar que el mundo está sujeto a cambio. Condiciones que se alteran, situaciones que cambian de un momento a otro – Si no es un juego, ¿qué es?
Por supuesto, si uno lo considera un juego, no lo tomaría en serio. Pero si somos capaces de jugar a vivir, también podemos jugar a morir. Jugando a morir nuestros ojos se abren; el alma que está en cautiverio por el cierre de los ojos, esa alma comienza a elevarse una vez que los ojos se abren.
Las personas dicen, “Aquí está un hombre muerto.” Pero en realidad es un hombre vivo. Pues para poder vivir, debemos morir. ¿Y qué debe morir? La muerte debe morir y la vida debe vivir.
Dios les bendiga.
Traducción al español Darafshan Daniela Anda
Felicitaciones a nuestra querida Darafshan por su excelente trabajo de traduccion
Gracias , como todas ..
Sabias y hermosas lecturas
Juguemos a morir!