Sobre el silencio
Hay ocasiones en que una palabra de sabiduría nos sorprende con su belleza, pero cuando reflexionamos sobre ella, nos resulta difícil decir qué significa o cómo podemos aplicarla en nuestras vidas. Cuanto más buscamos entenderla, más esquiva se vuelve.
La oración con la que Hazrat Inayat Khan comienza su enseñanza sobre el reposo es un ejemplo. Dice: Cuando los labios están cerrados, entonces el corazón comienza a hablar; cuando el corazón está en silencio, entonces el alma arde, elevando su llama, que ilumina toda la vida. La frase traza una línea desde los labios cerrados, pasando por el corazón, y terminando en nuestra alma, que resplandece con luz, ¡En solo unas pocas palabras bien escogidas el viaje más inspirador! Pero ¿Qué pasa con las etapas del camino? ¿Qué significa que el corazón comience a hablar? Y si comenzó a hablar, ¿cómo es llevado al silencio?
Cuando los labios están abiertos, significa que estamos involucrados en el mundo exterior, expresando nuestros pensamientos, nuestras opiniones, nuestros deseos y, por supuesto, nuestra identidad, porque la mayoría de las veces nuestras palabras son dulces en nuestra boca simplemente porque son nuestras. Cerrar los labios, por lo tanto, significa alejarse de esa expresión o aprender a dominarla. Lo que es más, estar meramente sin palabras no es suficiente; debemos aprender a dominar el ruido de la mente.
Cuando el habla y el pensamiento están bajo control, es posible reconocer el sutil sonido del corazón. Tenemos la impresión de que el corazón comienza a hablar, pero en realidad siempre ha estado vibrando, incluso cuando no lo percibimos. Ahora, reconociendo su belleza, buscamos vaciar el corazón de todas sus cargas para que el sonido resuene con más claridad.
Cuando escuchamos atentamente esa voz interior esto confiere nueva vida y significado a todo lo que decimos, pensamos y hacemos. Pero a medida que escuchamos con mayor profundidad, buscando la hondura de ese sonido podemos comenzar a reconocer un silencio del cual surge, como diría un músico, el silencio que invoca cada nota. Ese silencio es aún más embriagador que la seductora voz del corazón, y cuando nos sumergimos en esa quietud, olvidando la actividad de la mente y la vibración del corazón, descubrimos una luz que brilla en todas partes. Y por esa luz, los acertijos de la vida se nos aclaran.
Como dice en la oración Khatum,
Abre nuestros corazones para que podamos escuchar Tu voz,
que constantemente viene desde nuestro interior,
Descubre a nosotros Tu luz divina, que está escondida en nuestras almas, para que conozcamos y entendamos mejor la vida.
Traducido por Juan Amin Betancur