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¿Somos Idólatras? Inner Call Podcast #125
En el breve texto acerca del divino arte de la música, publicado en el Inner Call en mayo 27 del 2021 Hazrat Inayat Khan menciona la palabra idolatría. No es un término que usara muy frecuentemente y tal vez por esa sola razón vale la pena examinarlo. ¿Es la idolatría algo que debemos evitar? Tal vez pensemos que no pero tal vez debamos repensarlo.
El profeta Abraham, nacido como Abram, creció en la cuidad de Ur, y de acuerdo con la tradición, su padre tenía un almacén donde fabricaba y vendía ídolos. Un día, teniendo que ausentarse por negocios, su padre dejó a Abram encargado de sus asuntos. Parece, sin embargo, que Abram no era muy apto para el comercio. Cuando llegó un hombre buscando un ídolo para comprar, Abram le preguntó qué edad tenía. El hombre respondió que tenía cincuenta años, y Abram dijo, “Tienes cincuenta años, y ¿vas a adorar un ídolo que fue hecho ayer?” El hombre se marchó avergonzado. Hay numerosas historias de naturaleza similar sobre el joven Abram – en todas ellas, él está en búsqueda de aquello que está más allá de la forma, que es imperecedero.
Hazrat Inayat Khan dice que en todo pensamiento y palabra hay idolatría, y ese solo sonido, sin forma, puede llamarse divino. El Maestro no está criticando el arte y las ciencias, ni la gracia manifestada en la Creación, lejos de eso. Él mismo aprecia muchísimo la belleza de la poesía, por ejemplo, pero como lo señala en otro lugar, cuando confundimos la forma con la esencia, cuando vemos solo la estatua de barro y olvidamos la Divinidad infinita que representa, estamos desviando nuestra atención. Entonces corremos el riesgo de caer en la idolatría.
En nuestra era materialista es muy fácil terminar intoxicados por la forma y perder de vista al Uno que es ambos el Hacedor de la forma y su Animador y Residente supremo. Como consecuencia, por nuestra propia obsesión ahora es costumbre no adquirir ídolos de un almacén, sino fabricar ídolos de nosotros mismos. Aquí hay un ejemplo entre muchos. La catarata de imágenes en los medios sociales muestra una entusiasta adoración a la apariencia sin consideración a la Realidad que hay detrás. Con filtros podemos alterar cada aspecto de cómo lucimos, pero no nuestra esencia, no nuestra realidad interior.
Para lo que no hay software, ni filtros preseleccionados – y nunca podrá haberlos – es para despertar el corazón a su verdadero propósito. Cuando el corazón está congelado, es como si estuviéramos en nuestra propia tumba, pero fuimos hechos para estar vivos. ¿Cómo levantarse de ese entierro? Esto solo llega cuando descartamos los incontables ídolos que hemos apilado alrededor y en la cima de nuestro altar, el corazón.
En el agraciado espacio así creado, cualquier polvo que quede simplemente es sacudido por la viva y sin forma vibración de la Verdad.
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel