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Hechos, mentirillas y verdad
Recientemente un grupo de amigos conversábamos acerca de la realización de la verdad, un tema al que Hazrat Inayat Khan prestó mucha atención. Dado que la verdad es nuestro propio ser, y no existe nada más allá de la Verdad, podría parecer natural que hagamos todo cuanto podemos para hacer de la verdad una realidad en nuestra vida. Y sin embargo, si reflexionamos acerca de esto con cuidado, debemos admitir que parece que constantemente deambulamos en un mundo de ilusión, tentados por un lado y empujados por el otro por promesas sin sentido y fantasías sin fundamentos. Adicionalmente a las preguntas fundamentales sobre la existencia que siempre han retado a la humanidad desde la era paleolítica o talvez desde antes, preguntas como ‘¿quién soy yo?’ y ‘¿cuál es el propósito de la vida?’, hoy en día también debemos abrirnos camino a través de un velo exuberantemente espeso y ceñido de materialismo. Una experiencia sensorial tras otra deslumbra nuestra conciencia y después se desvanecen dejándonos más hambrientos e insatisfechos. Lo que es inestable no puede ser verdad, entonces ¿a dónde debemos ir para encontrar la verdad?
La Verdad no es algo que podamos crear, tampoco podemos adquirirla – si realmente es verdad, ya debe existir – aquí, ahora y siempre – pero para reconocerla primero debemos despertar un amor por ella y hacer todo lo que podamos para vivir una vida apegada a la verdad. Eso es transitar un camino espiritual, y en el transcurso de ese viaje, debemos aprender la diferencia entre verdad y hecho, pues en el entendimiento del Sufi estas dos pueden ser bastante diferentes. En el Vadan Boulas leemos, “Así como el placer es la sombra de la felicidad, así el hecho es la sombra de la verdad”. También leemos ahí que, “El hecho es la cubierta sobre la verdad”. El hecho, como el placer, pertenece al mundo exterior, mientras que la verdad como la felicidad, se encuentran en el interior. Los hechos pueden insinuar la verdad, pero también pueden ocultarla y desviarnos.
Esto permite hacer sentido del rompecabezas moral que a veces enfrentamos cuando nos encontramos una situación en la que parece estar mal decir la verdad. Se nos enseña a vivir una vida verdadera – uno de los diez mandamientos nos advierte sobre no decir mentiras sobre los demás – pero cualquiera que trate de aplicar esta enseñanza en toda circunstancia ciertamente enfrentará dilemas. ¿Qué debemos hacer si lo que sabemos puede herir a alguien? ¿debemos abandonar nuestro empeño por vivir una vida verdadera?
En inglés hablamos de decir una ‘mentira blanca’ [TR: en español una ‘mentira piadosa’], que significa ocultar algo desagradable tras una falsedad. Puede parecer ir en contra de un principio sagrado, pero para un místico el amor y la belleza son expresiones más elevadas de la verdad que muchos hechos despiadados. Por eso, una mentira piadosa puede estar más cercana a la verdad, más viva, que el hecho que oculta. También en el Vadan encontramos, “Cuando los hechos caen muertos, la verdad cobra vida”.
Una persona sabia dijo una vez que antes de permitir que una palabra llegue hasta nuestros labios, primero debe ser examinada por tres guardas, cada una con el poder de cortar el paso a la palabra. La primera guarda preguntará, ‘¿Se trata de una verdad? La segunda preguntará, ‘¿Se trata de algo necesario?’ ¿Y la tercera? La tercera guardia preguntará, ‘¿Se trata de algo amable?’
Traducción Darafshan Daniela Anda