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Danos sustento
Estábamos conversando sobre los deseos, y cuando uno se detiene a pensarlo, ¿no es ése el tema de toda conversación? Tomando prestada una imagen de la naturaleza, los deseos son las diferencias de presión atmosférica que hacen que soplen todos los vientos de la vida. A veces, el deseo produce una suave brisa que apenas agita las hojas del jardín, a veces hay el viento borrascoso de una tormenta, y a veces el resultado es una poderosa corriente en flujo de alto nivel que moldea el clima de continentes enteros.
Nuestro intercambio fue estimulado por este dicho del Gayan: “Cuando un deseo se convierte en un pensamiento firme, su éxito está asegurado”. Todos conocemos la experiencia de los deseos insatisfechos, que suelen ir acompañados de un sentimiento de frustración y fracaso, por lo que nos interesó mucho el tema.
Las palabras nos dicen que es posible llevar a cabo los deseos, lo que nos lleva a preguntarnos ¿qué deseamos y qué debemos desear? ¿Tenemos deseos que merecen el esfuerzo necesario para llevarlos a cabo? ¿Y podríamos realmente vivir con los resultados? Conocemos el refrán eternamente citado: “Ten cuidado con lo que deseas…”. Y entonces, ¿con qué claridad vemos nuestros deseos? Pues este dicho nos enseña que la claridad o la firmeza del deseo es lo que garantiza el éxito.
Experimentamos el deseo de diferentes maneras. Hay deseos materiales, por ejemplo, el deseo físico de comida, agua, sueño, etc., pero la actual intoxicación material del mundo suele complicarnos estos deseos más de lo necesario. Una persona sedienta puede pasar por alto el agua simple en favor de uno de los mil productos elaborados o embotellados: té, infusiones de hierbas, infinitas variedades de café, bebidas gaseosas y todo lo demás. En cuanto a la comida, una persona que no conoce el hambre real puede vivir para comer en lugar de comer para vivir.
Cuando se trata de deseos espirituales, la dificultad es de naturaleza diferente. Alguna inquietud nos ha traído a este camino, sentimos algún anhelo, pero ¿qué es lo que anhelamos? Una persona podría decir: “Anhelo a Dios”, pero entonces la pregunta sería: “¿Y cuál es tu Dios? ¿Cómo es tu Dios? ¿Puedes describir la Divinidad?”. Si tu Dios es sólo un concepto vago, ¿cómo puedes mantenerlo como un pensamiento fijo?
Un dicho de Vadan Talas podría arrojar algo de luz sobre el tema: “La comida es el alimento del cuerpo; el pensamiento es un refresco para la mente; el amor es la subsistencia para el corazón; la verdad es el sustento del alma”. El acto divino de la creación ha producido la separación, y por lo tanto cada aspecto del ser, debido a condición incompleta, tiene sus necesidades – por eso la oración Saum pide al Creador que “dé sustento a nuestros cuerpos, corazones y almas”. Satisfacemos los deseos de lo físico comiendo, durmiendo, etc.; sostenemos el corazón permitiendo que la corriente de amor fluya y nos limpie, y alimentamos el alma desechando toda falsedad en favor de la esencia de la Verdad. La luz del alma es perfecta, pero mientras está velada por la impresión de la ilusión, la luz no es consciente de sí misma. Por lo tanto, si deseamos hacer realidad nuestros deseos espirituales, podríamos orientarnos hacia la estrella polar de la Verdad – y cuando busquemos la verdad en todos los niveles de nuestra vida, seguramente el éxito espiritual estará asegurado.
Traducido por Inam Anda