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¡Oh pacificador! (1 de marzo 2022)
En esta última semana el mundo ha caído en una guerra muy seria. Es alarmante, y ciertamente sentimos compasión por todos aquellos que sufren en este conflicto, por las vidas y las familias destruidas sin ningún sentido. Ofrecemos nuestros más sinceros pensamientos y oraciones por su alivio.
Como estudiantes de la vida interior, también querríamos recordar la historia sobre Alí, el yerno del profeta Mahoma. Se dice que Alí estaba una vez en batalla, empuñando su espada contra un oponente. El enemigo se había caído, y Alí tenía su espada levantada para terminar su vida, cuando el hombre lo escupió desafiantemente. Entonces Alí dio un paso atrás y guardó su espada. El hombre en el suelo, asombrado, dijo: “¿Qué estás haciendo? ¡Ibas a matarme!”
“Sí”, respondió Alí, “Iba a hacerlo. Pero no te mataré en ira”.
Sosteniendo esta historia a la luz del sol del entendimiento, encontramos muchos destellos de sabiduría en ella. Podría hacernos pensar, por ejemplo, en el consejo sufí de vivir en el mundo, pero no ser del mundo. Hay algunos que se retiran, o quieren hacerlo, en el bosque o en el desierto remoto de las montañas en busca de la verdad espiritual, pero no es necesario separarse de la vida cotidiana para ser espiritual. La verdad divina es omnipresente y, por lo tanto, está presente en el mercado al igual que en el templo al aire libre de la naturaleza. De hecho, es un mayor logro ser conscientes del Uno mientras enfrentamos el ruido y el caos de la vida urbana, y puede ser un mayor servicio para nuestros semejantes si podemos mantener nuestra paz mientras caminamos entre ellos. La sociedad en la que el Profeta dio su mensaje era guerrera y, para sobrevivir, a veces era necesario luchar. Muchos han sido críticos con esto, creyendo que nuestro mundo actual es diferente, más ‘civilizado’, pero no es así. La única diferencia está en la escala de la batalla.
Pero la negación de Alí a matar en enojo nos muestra dónde debe ser luchada la primera batalla. La vida siempre va a presentarnos conflicto, pero si nos dejamos arrastrar por las luchas externas y descuidamos nuestra condición interna, entonces incluso una victoria externa será una pérdida; la primera lucha debe ser con nosotros mismos. Alí se reúsa a dejar que su espíritu sea nublado por la ira. Mientras nos ocupamos de nuestros asuntos diarios,
Ojalá que, sin una espada desenvainada en nuestra mano, ¿tenemos la fuerza y la convicción para proteger nuestro espíritu? ¡No es fácil! En Vadan Boulas, encontramos: “Hacer la paz es mucho más difícil que hacer la guerra”.
Hay Un solo Ser, y el dolor de una persona es el sufrimiento de todos. Esto también significa que la victoria interna de una persona es un regalo para todo el mundo. En momentos de crisis, es natural orar por la paz, pero la repetición mecánica logrará poco. Cuando nuestras oraciones por la paz tocan nuestra propia alma, cuando se funden con el océano infinito de la paz interior, entonces deben sentirse en todas partes. Tal vez ese sea el sentido interno del dicho en Gayan Alapas: “¡Oh pacificador, antes de tratar de hacer la paz en todo el mundo, primero haz la paz dentro de ti mismo!”.
Traducción por Yaqín Anda