Soltar los velos
Hazrat Inayat Khan contaba la historia de cierto gobernante de la India que acostumbraba dedicar gran parte de la noche en oraciones y meditación. Un cortesano, preocupado por su bienestar, le dijo, ‘Majestad, tiene usted tantos deberes durante el día, escuchando peticiones, administrando justicia, reuniéndose con embajadores, gobernando el territorio con cuidado y atención. ¿No sería mejor que se permitiera algún descanso durante la noche?’ ‘No entiendes,’ dijo el rey. ‘En la noche yo persigo a Dios, y durante el día Él me persigue’.
La espiritualidad no es comercio; no seguimos el camino Sufí porque pensemos obtener algo de él–y si pensamos así estamos agarrando la luz del sol como si fuera oro para luego encontrar nuestras manos vacías. Sin embargo, hay consecuencias para nuestras acciones. Las ‘leyes’ y métodos que nos enseñan los sabios no son arbitrarias sino prácticas. Si las desconocemos habrá sufrimiento; si las seguimos, nuestros esfuerzos producirán efectos.
Es usual que al principio de nuestra búsqueda debamos trabajar con nuestra imaginación. Como todavía no ‘conocemos’ a Dios, debemos imaginar Su perfección, y usar ese ideal para que nos guíe fuera de nuestra prisión. El misterio es que esto puede funcionar solo porque los barrotes de la prisión no son más reales que nuestro imaginado ideal. Sin embargo, puede llegar un momento en el que nos demos cuenta de que la Perfección que hemos estado imaginando está presente–invisible, inasible, y sin embargo, absolutamente real, independientemente de nuestros esfuerzos y visualizaciones. Y cuando este estado llega, el método de práctica cambia. Lo que se necesita ahora es descartar todo lo que vela esa Verdad–nuestros conceptos y actitudes, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, todo, de manera que la Perfección inmanente pueda brillar sin impedimento. Recitar una palabra sagrada ya no es un acto de creación; es de descubrimiento, hecho posible en absoluta humildad.
En este paso, la presencia de las almas iluminadas, cuya compañía solicitamos en la Invocación, es de gran ayuda, pues ellas han sido privilegiadas al soltar los velos de ‘yo’ y ‘mío’, permitiendo a la luz de la Realidad reflejarse en el espejo del no-ser. Entonces, mientras estamos comprometidos con la práctica, el buscador puede permitirle a estas grandes almas que repitan las palabras para enfocarse solo en escuchar–lo que significa vibrar en respuesta a su llamado.