Materialismo esotérico 

Cualquiera que desee entrenar su cuerpo tiene a su alcance un sinfín de ejercicios y técnicas diferentes. Si uno simplemente determina el resultado deseado – mejora de la salud cardiovascular, por ejemplo, o mayor flexibilidad de las articulaciones, o mejora de la fuerza muscular del cuerpo – Internet le proporcionará una amplia paleta de métodos concretos que, si uno tiene la perseverancia de seguirlos, harán el trabajo. (Por supuesto, puede que sea necesario comprar alguno que otro aparato, pero Internet también estará encantado de ayudar con esto). Algunos optan por ponerse en manos de un entrenador, pero muchos se contentan con navegar por una biblioteca aparentemente infinita de técnicas para lograr sus objetivos, eligiendo lo que les parece mejor. 

No es de extrañar, por tanto, que la gente haga lo mismo con los ejercicios espirituales. Ahora es posible, como nunca lo había sido antes, echar un vistazo a una variada selección de técnicas de distintas tradiciones, normalmente acompañadas de excelentes imágenes y serias afirmaciones sobre sus misteriosos efectos transformadores. Hay innumerables vídeos explicativos y abundantes aplicaciones que guían al usuario con música de otro mundo y sonidos cortos suavemente modulados. Pero, lamentablemente, aunque comprar en este mercado pueda provocar algunos cambios en una persona, es poco probable que despierte una espiritualidad real. 

Si uno se adentra en un camino espiritual, es habitual recibir algunos ejercicios de su guía o iniciador. Éstos sintonizarán la vida del estudiante de un modo u otro, pero de lo que el buscador no suele darse cuenta es de que la transformación esencial proviene de la conexión con el guía y la tradición. El guía nos sirve de ejemplo al que podemos aspirar, y el vínculo de simpatía que sentimos da vida a cualquier práctica que hayamos recibido. Las técnicas apoyan este despertar, pero no lo generan. Por lo tanto, el camino de la automedicación, o la suposición de que podemos elegir módulos prefabricados y enchufarlos como componentes materiales en nuestra vida no es útil, y mucho menos porque cuando emprendemos el camino no tenemos ni idea de lo que significa “espiritualidad” ni de lo que debemos esforzarnos por conseguir. En el reino físico es posible definir un objetivo medible – pongamos por caso aumentar la masa que uno puede levantar – pero en el mundo interior, nuestra propia identidad, oculta aquello que buscamos y, por lo tanto, elegir técnicas para uno mismo, lo que podría llamarse materialismo esotérico, normalmente lo haremos sin conexión con nuestras necesidades, y puede hacer tanto daño como bien. El ojo y el corazón experimentados de un guía verán lo que se necesita, y cuanto más podamos confiar en esa guía, más seguro será el viaje hacia la meta. 

Sin embargo, es importante recordar que un verdadero guía no busca ni necesita la devoción del estudiante, y hará lo que sea necesario para dirigir al estudiante hacia el ideal y no hacia el yo limitado del guía. Si se ofrece devoción, en realidad se ofrece a la Presencia Divina. Por eso leemos en Gayan Chalas: El guía espiritual desempeña el papel de Cupido acercando a Dios a las almas que buscan. 

Traducido por Inam Anda