Vislumbres: La tumba de Miran Datar
Hazrat Sayyid Ali Miran Datar nació cerca a Lucknow en 1426. Desde su niñez fue muy spiritual, pero a la edad de dieciocho se vinculó al ejército del Sultán, y murió en batalla “defendiendo el islam”. Es, por consiguiente, un mártir, pero es particularmente venerado por su poder para expulsar espíritus obsesionados. Su tumba se encuentra en el estado indio de Gujarat, unos doscientos kilómetros al norte de Baroda, hogar de la familia de Hazrat Inayat Khan, no en Ujjain como se afirma abajo, y es regularmente visitada por miles de personas que ofrecen respeto y buscan ayuda. He aquí el propio recuerdo de Hazrat Inayat de una visita a la dargah de Miran Datar
Muchas personas que están obsesionadas acuden a Ujjain en India central para sanarse en la tumba de un Sufí, Miran Datar, un santo que durante su vida curó casos de obsesión, y continuó haciéndolo aún luego de su muerte.
Una vez visité este lugar. En las escaleras de la tumba estaba sentado un hombre que parecía ser una persona tranquila y pensativa. Estaba rezando. Si hubiera sabido que era obsesivo, no le hubiera hablado, pero no lo sabía, entonces le pregunté, ¿Por qué está aquí?
Dijo, “No me pregunte eso.”
Dije, “¿Por qué no?”
Dijo, “Porque tengo miedo, ahora que estoy cerca a esta sagrada tumba tengo algo de fortaleza para responderle, si no estuviera aquí ni siquiera podría hacer eso.”
Me dijo que había sido encargado de almacén en algún barco ingles que iba y venía entre Bombay y Londres. Un día en el mar tuvo un extraño sentimiento, como si algún poder lo estuviera poseyendo, y no fue capaz de hacer nada. Después de eso, este poder siguió apoderándose de él y no podía hacer lo que quería. A veces quería comer y no podía, otras veces cuando no quería comer, tenía que ir a comer. Se puso muy débil. Le dijo al médico del barco, pero el doctor no pudo hacer nada por él. Luego fue a ver a muchos otros doctores, pero ninguno de ellos pudo ayudarlo. Finalmente se fue a la tumba de Miran Datar a ver si podía encontrar algún alivio.
Mientras yo estaba en la tumba de Miran Datar, llegó el príncipe de Kerala, un muy apuesto muchacho de doce o trece años acompañado por edecanes y sirvientes. Lo llevaron allí para ser curado. Comenzó una conversación de la cuál podíamos escuchar sólo la parte dicha por el príncipe, cuyas palabras eran en realidad las del espíritu que lo poseía. Decía, “No lo dejaré, me gusta mucho. Él estaba en el bosque, disparando y vino cerca del árbol en el cual yo estaba sentado. No me azotes, Miran, soy su guardián. No lo dejaré. Miran, no me azotes”.
El príncipe empezó a correr, saltando alto en el aire, y mostró todo signo de estar siendo severamente azotado. Dio vueltas y vueltas alrededor de la tumba, brincando cada vez que la fusta invisible golpeaba al espíritu. Al final cayó exhausto, y sus sirvientes al tiempo lo levantaron y se lo llevaron.
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel