Hazrat Inayat: Arte y Religión. 2ª parte
Esta es la conclusión del artículo iniciado en esta publicación.
El hombre siempre está buscando la belleza y sin embargo, ignora el tesoro de belleza que está escondido en su propio corazón. Intenta alcanzarla durante toda su vida. Es como si estuviera persiguiendo el horizonte: cuanto más avanza, más se aleja el horizonte. Porque hay dos objetivos: el uno es verdadero y el otro falso. Aquel que es falso es momentáneo, transitorio y poco confiable; riqueza, poder, fama y posición son todos arrebatados de una mano por la otra. Por tal motivo, en el lenguaje del místico esto se llama Maya*; su naturaleza es cambiar constantemente. Pero el anhelo de nuestra alma es aferrarse a algo, agarrarse a algo de lo que podamos depender. Si la persona busca una posición, siente, “Si pudiera encontrar algo que fuera permanente, algo de lo que pueda depender”. Si busca un amigo, su primer pensamiento es encontrar un amigo del que pueda depender. En la amistad, la constancia es más valiosa que cualquier otra cosa. El hombre quiere algo de lo que pueda depender en la vida; y esto demuestra, sea que crea en una deidad o no, que constantemente está buscando a Dios. Lo busca a Él sin saber que está buscando a Dios. Sin embargo, cada alma está buscando alguna realidad, algo de lo que pueda sujetarse, tratando de agarrarse de algo que demuestre ser confiable, una belleza que no pueda cambiar y a la que uno pueda siempre mirar como propia, una belleza que uno siente que durará para siempre. ¿Y dónde puede encontrarla? Dentro de su propio corazón. Y este arte de encontrar la belleza, de desarrollar, mejorar y difundir esa belleza a través de la vida, y permitiendo que se manifieste ante la mirada interior y exterior, es el arte que se llama el arte del místico.
El artista, en el verdadero sentido de la palabra, es el rey del reino que es aún más grande que el reino de la tierra. Hay una historia conocida en Oriente sobre Farabi, el gran cantante, que fue invitado a la corte del Emir de Bojara. El emir le dio una bienvenida muy efusiva en la corte, y cuando el cantante entraba, fue a la puerta a recibirle. Al entrar al salón del trono, el emir le pidió que tomara asiento. “Pero ¿dónde me puedo sentar?” dijo el cantante. “Siéntate” dijo el emir, “en cualquier lugar que parezca ser apropiado para ti”. Al oír esto, Farabi se sentó en el trono del rey. Sin duda esto sorprendió mucho al emir, pero luego de escuchar su arte, sintió que incluso su propio trono no era adecuado porque comprendió que su reino tenía cierta limitación, mientras que el reino del artista está dondequiera que prevalezca la belleza. Como la belleza está en todas partes, el reino del artista está en todas partes.
Pero el arte es solo una puerta, una puerta a través de la cual se puede ingresar a un área aún más amplia. En diferentes épocas los religiosos han considerado que el arte está fuera de ellos; esto frecuentemente se ha debido a una forma de fanatismo por parte de las autoridades religiosas. No es sólo en Oriente, sino también en Occidente que se tiende a separar el arte de la religión. Esto no significa que algún gran maestro de religión lo haya enseñado; sólo proviene de gente que no ha comprendido la religión independientemente de su forma. Nadie que haya tocado las profundidades de la religión jamás podrá negar el hecho de que la religión en si misma es un arte, un arte que alcanza lo más grande en la vida del hombre. Y no puede haber error más grande que hacer que este arte carezca de belleza.
En la antigüedad, en todos los templos y pagodas hindúes y budistas había música, había poesía, había escultura y había pintura. En aquellos tiempos no había imprentas, y no era posible publicar libros de filosofía o religión; pero si uno puede encontrar alguna escritura que exprese las antiguas ideas religiosas y filosóficas, es en el arte antiguo. Por ejemplo, cualquier signo que se pueda encontrar del misticismo y la religión del antiguo Egipto, del que se ha dicho muchas cosas y se conoce tan poco, se puede encontrar no en los manuscritos sino en su arte. También las ideas de la era sánscrita todavía se pueden encontrar en la India, grabados en piedras y rocas talladas y en los templos. Frecuentemente viajeros de mundo occidental van a Oriente para observar a qué grado de perfección llegó el arte oriental; pero muy pocos saben realmente que, en aquellos tiempos, el arte no sólo aspiraba a la perfección, sino que se usaba como un medio de comunicación por aquellos que no podían leer.
El arte de la antigua Grecia también es un signo y una prueba de gran perfección en sabiduría divina. Cada movimiento que vemos en el arte griego no es sólo un movimiento grácil, sino que tiene un significado; y cada estatua expresa un cierto significado en su actitud, si sólo una persona puede leerlo. De esto aprendemos que la intuición es necesaria tanto para hacer una obra de arte como para comprenderla; y eso es precisamente lo que hoy la raza humana parece estar perdiendo más que en cualquier otro momento de la historia del mundo. Uno podría preguntarse por qué el hombre ha perdido esa facultad intuitiva. Es porque se ha vuelto tan absorto por la ganancia material que es como si estuviera intoxicado por la vida mundana; y la intuición, que es su derecho de nacimiento y su propiedad, se pierde de su vista. Esto no significa que se haya ido de él, sólo significa que ha quedado sepultada en su propio corazón.
Somos vehículos o instrumentos que responden. Si respondemos a la bondad, la bondad se convierte en nuestra propiedad. Si respondemos al mal, entonces el mal se vuelve nuestra propiedad. Si respondemos al amor, el amor se vuelve nuestra posesión. Si respondemos al odio, el odio se convierte en nuestra vida. Y si respondemos a las cosas de la tierra tanto que nuestra vida entera es absorbida por las cosas mundanas, entonces es muy natural que no respondamos a aquellas riquezas que están en nuestro interior y sin embargo alejadas de nosotros. Intuición no es algo que una persona puede aprender leyendo libros, tampoco es algo que se puede comprar o vender. Intuición es el mismo ser y el ser más profundo del hombre, y puede ser entendida mediante esa sobriedad que es tan deseable en la vida. La ausencia de intuición significa ausencia de sobriedad.
*Maya en sánscrito significa ilusión, o un espectáculo de magia en el que no es confiable lo que se ve, y por lo tanto, por su apariencia constantemente cambiante, oculta la verdad espiritual.
Traducido por Inam Rodrigo Anda