Hazrat Inayat : La construcción del carácter pt X
Con esta entrega concluimos esta serie sobre la construcción del carácter. Hazrat Inayat Khan nos insta aquí a abrir nuestros corazones y a desarrollar el espíritu de generosidad. La entrega anterior de la serie está aquí.
El espíritu de generosidad en la naturaleza [humana] construye un camino hacia Dios, porque la generosidad es extrovertida, es espontaneidad; su naturaleza es abrirse camino hacia un amplio horizonte. La generosidad, por tanto, puede ser llamada la caridad de corazón. No es necesario que el espíritu de generosidad se manifieste siempre a través del gasto de dinero; en cualquier pequeña cosa se puede mostrar. La generosidad es una actitud que una persona muestra en cada pequeña acción que hace por las personas con las que entra en contacto en su vida cotidiana. Uno puede mostrar generosidad con una sonrisa, con una mirada amable, con un cálido apretón de manos; dando una palmadita en el hombro al alma más joven como señal de aliento, de aprecio, de afecto. Podemos mostrar generosidad acogiendo al prójimo, dándole la bienvenida, despidiendo a los amigos con un adiós. En pensamiento, palabra y obra, de todos los modos y formas, uno puede mostrar ese espíritu generoso que es el signo de los santos.
La Biblia habla de generosidad con la palabra ‘caridad’, pero si yo tuviera que dar una interpretación de la palabra ‘generosidad’, la llamaría nobleza. Ningún rango, posición o poder puede probar que uno es noble; el verdaderamente noble es aquel que es generoso de corazón. ¿Qué es la generosidad? Es nobleza, es expansión del corazón. A medida que el corazón se expande, el horizonte se amplía, y uno encuentra un ámbito cada vez mayor en el cual construir el reino de Dios.
La depresión, la desesperación y todas las clases de penas y tristezas provienen de la falta de generosidad. ¿De dónde vienen los celos? ¿De dónde viene la envidia, el dolor del corazón? Todo viene de la falta de generosidad. Un hombre puede no tener una sola moneda a su nombre, y sin embargo puede ser generoso, puede ser noble, si tan sólo tiene un gran corazón de sentimientos amistosos. La vida en el mundo ofrece todas las oportunidades a un hombre, cualquiera que sea su posición en la vida, para demostrar si tiene algún espíritu de generosidad.
La variabilidad y falsedad de la naturaleza humana, además de la falta de consideración y la inconsistencia con aquellos con quienes se encuentra en la vida, y además el egoísmo y el espíritu de acaparamiento y trabajo duro que perturba y preocupa su alma, todo esto crea una situación que es en sí misma una prueba y un juicio a través del cual cada alma tiene que pasar en medio de la vida mundana. Y cuando a través de esta prueba un hombre se aferra a su principio de caridad, y marcha hacia su destino, sin permitir que las influencias que provienen de las cuatro esquinas del mundo lo aparten de su viaje hacia la meta, al final se convierte en el rey de la vida, incluso si, cuando llega a su destino, no le queda ni una sola moneda terrenal a su nombre.
No son las riquezas terrenales las que hacen rico al hombre. La riqueza llega al descubrir esa mina de oro que se esconde en el corazón humano, de la que surge el espíritu de generosidad. Alguien preguntó al Profeta qué virtud era la mayor: la del alma piadosa que reza continuamente; la del viajero que hace la santa peregrinación; la del que ayuna noche y día; o la del que se aprende las Escrituras de memoria. El Profeta respondió, “Ninguna de ellas es tan grande como el alma que a través de la vida demuestra caridad de corazón”.
Traducido por Inam Anda