Hazrat Inayat : Confesiones pt IV – Mi viaje por la India
Tras concluir su resumen de las religiones del mundo, Hazrat Inayat Khan comienza ahora a describir su viaje por la India.
“El mundo vivirá en mí, no yo en él.”
– Akhlaq-i Jalali.
Gloria a Dios porque esta creencia universal me salvó de caer en los torcidos caminos del fanatismo y el prejuicio, por los que tantos hijos de Dios pasan la noche de la vida como un rebaño de ovejas ignorantes. Caminan en rebaños hasta las mismas puertas de la muerte, sin saber por qué ni adónde van, mientras que ni siquiera la voz de la inmortalidad puede rescatarlos, y se pierden para siempre.
Cuando Maulabakhsh, mi abuelo, murió, yo estaba en un profundo desaliento. Me afligí durante mucho tiempo por la pérdida de mi guía e inspiración musical, dándome cuenta de la incertidumbre de esta vida y de que mi propia existencia sólo merecía la pena si podía ser de alguna utilidad para el mundo. Apreciaba el gran servicio que Maulabakhsh había prestado a la India al dotar a su música de un sistema de notación factible, y me preguntaba cómo podría yo continuar su obra.
En una época, la música se consideraba en la India no sólo un medio para perfeccionar a la humanidad, sino también una manifestación espiritual. Mi abuelo, con su profundo sentimiento tanto por su arte como por su pueblo, creía que la música sólo podía salir de su actual degeneración utilizándola como maestra de moral y profeta de la gloria del Señor.
Una vez, en mi absoluta desesperación por mi inutilidad en comparación con él, me derrumbé por completo, gritando: ‘¡Alá! Si nuestro pueblo hubiera perdido sólo su riqueza y su poder no habría sido tan penoso de soportar, ya que estas cosas temporales cambian siempre de manos en los laberintos de Maya. Pero la herencia de nuestra raza, la música de la Divinidad, también nos abandona por nuestra propia negligencia, ¡y esa es una pérdida que mi corazón no puede soportar!’.
Invoqué el nombre de Sharda, la diosa de la música, y le rogué que protegiera su arte sagrado.
Y así fue como abandoné mi hogar con la intención de crear un sistema universal de música. Emprendí esta misión cuando tenía dieciocho años, y fui recibido en las cortes de rajás y maharajás, que me alentaron y recompensaron enormemente por mis esfuerzos. De todas las principales ciudades de la India recibí discursos y medallas en reconocimiento y apreciación de mi música, y así aumentó el número de mis amigos, alumnos y simpatizantes en toda la India.
Continuará…