Hazrat Inayat: Confesiones pt XIX, Formación oriental
Hazrat Inayat Khan comienza ahora el último capítulo de sus «Confesiones», en el que describe la formación tradicional del niño y del buscador espiritual en Oriente. La publicación anterior de la serie está aquí.
“Verdaderamente los creyentes son hermanos”
– Corán
En Oriente, la religión se siembra en el corazón del niño desde su nacimiento, independientemente de la religión a la que pertenezca. La invocación del nombre de Dios se convierte en una costumbre diaria, que repite consciente o inconscientemente tanto en la tristeza como en la alegría. “Bismillah” – En el nombre de Alá, o “Al-hamdulillah” – Alabado sea Alá, o “Allahu akbar” – Dios es grande, y “ya Alá” – Oh Dios; expresiones como éstas se utilizan al principio y al final, así como en medio de cualquier conversación ordinaria. Esto sintoniza al creyente e incluso atrae al incrédulo al pensamiento de Dios, que al final conduce al buscador a la autorrealización y a la paz de Dios.
En los buenos hogares, la moral se enseña a todos los niños en unidad con la religión; al controlar todas sus inclinaciones egoístas, enseña al niño a ser humilde, modesto y respetuoso.
Se cuenta una pequeña historia del nieto del Santo Profeta. El niño, al dirigirse a un esclavo por su nombre, fue corregido por su abuelo que exclamó: “No, esos no son buenos modales; aunque es un esclavo es mayor que tú, así que debes llamarle ‘tío’”.
Si esta cortesía se practicara en países civilizados modernos como Estados Unidos, donde existe un fuerte prejuicio contra el hombre de color, ¡cuánto mejor sería para la nación! La cortesía con los extraños se enseña como una virtud en Oriente, mientras que el egoísmo de la civilización moderna impide que los extranjeros entren en los países occidentales sin miedo. Es una tendencia bastante inhumana, y recuerda a los perros que ladran y ahuyentan a un extraño de su propia morada.
Pasar por alto los defectos de los demás con educación, tolerancia, perdón y resignación se considera una virtud moral en Oriente. El corazón del hombre se visualiza como el santuario de Dios, e incluso una pequeña injuria en pensamiento, palabra y obra contra él se considera un gran pecado contra Dios, el Morador. La gratitud se demuestra con lealtad en Oriente y siendo fiel a la sal*; la hospitalidad de un día se recuerda a lo largo de todos los años de la vida, mientras que el benefactor nunca olvida la humildad ni siquiera en medio de sus buenas acciones. Hay un dicho oriental que dice: “Olvida tus virtudes y recuerda tus pecados”.
Continuará…
*Nota del Revisor: “…y siendo fiel a la sal”: El intercambio de sal entre las personas ha significado tradicionalmente un voto de lealtad o de fidelidad para guardar su palabra. La celebración de un pacto se sellaba generalmente compartiendo una comida, la sal estaba siempre presente y era pasada entre los participantes. Nuestro pacto, o lealtad mutua a Dios y a Su pueblo se ha venido celebrando por casi 2000 años compartiendo una comida.
Traducido por Darafshan Daniela Anda