Hazrat Inayat: Confesiones, Pt XXI – Entrenamiento oriental
Con esta entrega llegamos al final de las reflexiones de Hazrat Inyat Khan sobre su vida, y la formación Oriental en espiritualidad. La publicación anterior de la serie esta aquí, y la serie empieza con esta publicación.
Pero es bueno recordar que tal confianza absoluta nunca se debe depositar en un Murshid hasta que el yo haya adquirido plena confianza en él y todas las dudas hayan sido apaciguadas. Cuando ya esta confianza este dada, no debe haber nada en la tierra que la quiebre o eche abajo por el eterno espectro de la eternidad. Hay algunos que consideran muy humillante el ser guiado por otro, pero están muy equivocados, pues en la luz de la verdad no hay sino Uno. La relación entre el Murshid y el murid es preferible a cualquier otra confraternidad en el mundo, cuando se considera que una amistad en Dios es la única verdadera amistad que perdura para siempre. “Rocía con vino tu alfombra de oraciones si tu Pir-o-Murshid lo dice. El guía no ignora las costumbres y rutas del Camino” dice Hafiz.
Un Murshid es una puerta hacia el Maestro invisible y un portal hacia Dios, el Desconocido. Pero al final ni Dios, ni el Maestro ni el Murshid aparecen bajo la luz más deslumbrante de la sabiduría divina, que sola es “Yo soy”.
“Todo perecerá excepto el rostro de Alá”
El Corán
El misticismo es el último nivel de conocimiento, que solo puede ser correctamente alcanzado a través de pasar por todas estas etapas precedentes, y es solo entonces que ya no es un misterio. Una vez conocido uno se da cuenta a través de sus ilusiones pasadas, cuán lejos y remoto ha sido el objetivo y cuán largo es el viaje hasta sus lejanas orillas. Contemplamos por última vez las montañas de virtud que fuimos forzados a escalar en búsqueda de sus crestas coronadas de rosas, y luego se desvanecen como un sueño en la mañana.
“Tu estas en todas partes, cerca de todo Tu estas,
y a la vez Tu no estas en ninguna parte, Oh todo omnipresente Ser”
Zahir
Se degrada el nombre del misticismo cuando la gente afirma ser místico cristiano o judío, porque el misticismo es puro de distinciones y diferencias. Mi Pir-o-Murshid una vez me dio una copa de vino durante un trance y dijo, “¡Embriágate y sal de nombre y vergüenza! ¡Se el discípulo del amor y abandona las distinciones de la vida! Porque para un Sufi, “Soy esto o aquello” no significa nada”.
Todos los poderes místicos como clarividencia, clariaudiencia, lectura de pensamiento y pronosticación, psicometría, telepatía, éxtasis, y otras varias manifestaciones del más allá, se revelan en un glorioso estado de visión.
La vida del místico, ambas la externa y la interna, se muestran como un maravilloso fenómeno en sí mismo. Se vuelve independiente de todas las fuentes terrenales de vida y vive en el Ser de Dios, reconociendo Su presencia por la negación de su ser individual; y así se funde en la más alta dicha donde encuentra su salvación.
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel