Hazrat Inayat: Democracia pt II
Con esta publicación concluimos la conferencia sobre democracia de Hazrat Inayat Khan, iniciada aquí. En la primera parte deja en claro que la democracia no es un invento o descubrimiento reciente, sino que es innato a la naturaleza humana. Aquí, él demuestra la conexión necesaria entre democracia y el ideal espiritual.
Si uno pregunta si la mente de una persona es igual a la de otra, o diferente, la respuesta es, nunca es igual; hay una diferencia inmensurable entre mentes. Una mente podría estar más desarrollada que dos, otra más que diez, otra más que cien, otra más que mil personas. Una persona con la quien nos encontremos y hablemos y nos sentemos, nos hace sentir como si hubiéramos estado en el cielo, tan llena está de amabilidad, conocimiento, respuesta, y bondad. Con otra, por más que tengamos la mente abierta, nos parece que su comportamiento, su forma de ver, todo, es repulsivo y no podemos evitarlo.
Esto demuestra que la raíz de la civilización es el idealismo. La plántula estaba en la aristocracia, la planta de la civilización crece en la aristocracia, y se llega al clímax en la autocracia; pues son la comodidad y el poder los que siempre han cegado al hombre. Siempre encontramos personas que no tienen dinero que son más consideradas que aquellas que tienen riqueza; cegados por la riqueza no tienen tiempo para pensar en otra persona. Incluso personas indefensas tendrán simpatía y compartirán nuestro dolor, mientras que aquellos que tienen la capacidad de ayudar no lo hacen.
Por un lado, esta aristocracia, por el otro la autoridad de la iglesia con poder temporal, ambos alcanzan el clímax cuando están cegados por el poder de la riqueza. La aristocracia que fue la virtud y culminación de la civilización se convierte en autocracia; y una vez que comienza la autocracia, ya sea con el rey, el presidente, el líder o el jefe de familia, surge la burocracia: lo que hace el rey, lo repite el oficial, lo que él hace también lo hacen el policía, el alguacil y todos los demás. Como se dice en sánscrito, ‘Como el rey es, así se vuelve el súbdito’. Todos valoran al líder. Un líder autocrático produce un efecto en toda persona, haciéndolo un autócrata. Si al rey le gusta el lujo, el hombre cuya obligación es atender al rey también se vuelve aficionado a la facilidad y a la comodidad. Es demasiado perezoso para levantarse en la mañana porque el rey también es perezoso.
Cuando esto ocurre significa que ha llegado el momento para que surja otra manera de vida. Es por ello que existen guerras, revoluciones, inundaciones, huelgas, rebeliones. Todos estas son señales de que la vida va a cambiar. No es sólo hoy en día; así ha sido en todas las épocas. Tales señales siempre significan el cambio de la autocracia a la burocracia, y entonces comienza la nueva era, la era de la democracia.
Para cuando este nuevo período comienza, el espíritu de la independencia está listo para encontrarse con él. Cuando este espíritu es malentendido se convierte en un tiempo de prueba para el mundo y la humanidad en general. Cuando hay violencia, predomina la rudeza y tosquedad en la vida social y se desconoce el verdadero espíritu de la religión y de la consideración por los demás; estos son la degradación de la democracia.
La naturaleza humana es como cabras y ovejas: donde vaya una, veinte la seguirán, y cincuenta más querrán caminar detrás. Así es con el hombre: uno llega y busca la democracia, y los demás lo seguirán sin saber qué es democracia. La democracia no es una manía, una locura ni un hechizo; es la madurez de las almas; esa es la verdadera democracia. El alma ahora siente la responsabilidad, el valor de su propio poder, el poder e inspiración latentes que posee. No necesariamente significa romper con la Iglesia o la religión o la ley, tampoco una alteración. Estas serían una degradación de la civilización.
¿En dónde se puede aprender este espíritu, este verdadero espíritu? ¿Del socialismo? Solo un poco. ¿De la política? Solo parcialmente. El punto de vista del político es un punto de vista parcial. En un tribunal, el abogado defensor puede decir la verdad, pero la otra parte también puede decir la verdad. La política puede formar, pero la perfección de la democracia solo puede aprenderse de la ciencia real o la religión, del ideal espiritual.
En Jesucristo vemos la democracia espiritual real. De acuerdo con su ley, los judíos deseaban acusar a las personas que habían pecado, pero él les dijo que aquel que nunca haya pecado arrojara la primera piedra. Esa era la perspectiva de la democracia. En ella, Cristo sugirió que la naturaleza humana estaba en todas partes. ¡Observa la imagen del Maestro lavando los pies a sus discípulos!
Después, en la vida del Profeta leemos sobre un esclavo negro a quien el nieto del Profeta llamaba por su nombre. El Profeta dijo, ‘Esos no son buenos modales; llámalo “Tío”, es mayor a ti.’ Enseñó a sus seguidores que en la casa de Dios no existe distinción entre rey y sirviente; el lugar de oración no debería ser sólo para gente rica. Todos pueden orar juntos, hombro con hombro; el sultán y el mendigo pueden entonces reunirse y orar. Eso es democracia.
¿De dónde vino? Vino del fondo de la religión; vino de la ley espiritual. Por más humilde y bajo que esté una persona en ocupación y evolución, de todas maneras somos interdependientes y requerimos su ayuda y servicio como él necesita de la nuestra. Por más riqueza o poder o rango que poseamos, igual dependemos de la persona más humilde y pobre del mundo.
La comprensión de que todo en la vida debe ser dar y recibir, es la comprensión de la verdad espiritual y del hecho de la verdadera democracia. Hasta que no se haya formado este espíritu en el individuo mismo, no podrá todo el mundo elevarse a un nivel más alto de evolución.
Traducido por Darafshan Daniela Anda