Hazrat Inayat: Iniciación parte II
Esta publicación continúa la explicación detallada de Hazrat Inayat Kahn sobre la importancia y el significado de la iniciación. La primera parte puede ser encontrada aquí.
Muy a menudo, la palabra iniciación es mal entendida. Muchos creen que es una iniciación en una sociedad secreta, o que es un ensayo experimental, o algún fenómeno. Como no hay otra expresión, he utilizado la palabra iniciación por conveniencia. La iniciación, en términos sufis, es llamada Bayat. Sin duda, la palabra iniciación también explica algún misterio, porque el significado de la palabra sugiere la sensación de tomar una iniciativa, avanzar, o ir hacia adelante.
Una cuestión es si toda alma desea ser iniciada. Como la palabra “iniciación” significa “avanzar”, la respuesta es que el progreso es vida, y la inmovilidad es muerte. Cualquiera que sea nuestro grado de evolución, siempre es recomendable avanzar, ya sea en los negocios o en una profesión, en la sociedad o en la vida política, en la religión o en el avance espiritual. No hay duda de que hay peligro de ser demasiado entusiasta. La naturaleza que es demasiado entusiasta puede, quizás, en vez de beneficiarse, hacerse daño en cualquier aspecto que se puede encontrar, en el aspecto mundano o en el aspecto espiritual. Hay un tiempo para todo, y la paciencia es necesaria en toda lucha. Un cocinero puede quemar la comida al prender más fuego para cocinarla más rápido. Esta regla se aplica en todas las cosas. Los padres suelen estar ansiosos y entusiasmados con los niños pequeños, piensan que sus hijos deben entender todo lo bueno e interesante que hay en la tierra. Demasiado entusiasmo no está bien. Debemos dar tiempo a todas las cosas. La primera y más importante lección en la vida es la paciencia. Debemos empezar todas las cosas con paciencia.
La Orden Sufi es principalmente la Escuela esotérica. Hay tres escuelas esotéricas que son las más conocidas en Oriente: la Escuela Budista, la Escuela Vedántica, y la Escuela Sufi. Dos de las escuelas, la Budista y la Vedántica, usan el ascetismo como el principal medio para el avance espiritual. En la realización de la Verdad, la escuela sufi no es diferente de la escuela Vedántica o incluso de la Budista, pero la sufi presenta la Verdad de una manera diferente. Es el mismo marco con el que Jesucristo ha dado su enseñanza, y la misma forma que fue adoptada por los profetas de Israel. No hay duda de que el camino del desarrollo espiritual con la ayuda de la contemplación y la meditación se utiliza en las tres escuelas, siendo la ciencia de la respiración la base de cada una de estas escuelas.
El sufi cree que el hombre no fue creado como hombre para vivir la vida de un ángel, tampoco fue creado para vivir la vida de un animal. Para la vida de un ángel, los ángeles fueron creados; y para la vida de un animal, existen animales. El sufi cree que lo primero que se necesita en la vida es que el hombre demuestre a su propia conciencia hasta qué punto él puede ser un hombre. No es solo desarrollo espiritual, es la cultura de la humanidad, en qué relación tiene el hombre con su prójimo o amigo, con quienes dependen de él y con quienes lo miran, con esos extraños, desconocidos para él; cómo se relaciona con los que son más jóvenes que él y los que son mayores, con los que le caen bien y con los que no le caen bien y lo critican; cómo debería sentirse, pensar y actuar a través de la vida, y seguir progresando hacia la meta que es la meta de cada alma en el mundo. No es necesario que el sufi busque el desierto para su meditación, ya que una parte de su trabajo la puede realizar en medio de la vida mundana. El sufí no necesita probarse a sí mismo como sufí por un poder extraordinario, por hacer maravillas o por un espectáculo excepcional o reclamo espiritual. Un sufi puede demostrar a su propia conciencia que es sufi observando su propia vida, en medio de la lucha de esta vida mundana.
Hay algunos que están contentos con una creencia que se les enseñó en la casa o en la iglesia. Están contentos. Pueden también descansar en ese lugar donde están contentos hasta que nazca otro impulso en su corazón de ir más alto. El sufi no fuerza sus creencia o pensamientos sobre estas almas. En Oriente se acostumbra a decir que es un gran pecado despertar a quien está profundamente dormido. Este dicho puede ser entendido simbólicamente como que hay muchos en este mundo que trabajan y hacen cosas y, sin embargo, están dormidos. El sufi considera un crimen despertarlos, pues algo de sueño es bueno para su salud. El trabajo del sufi es dar una mano a aquellos que han dormido suficiente, y que ahora empiezan a agitarse en su sueño, para cambiar de bando; y es esa ayuda la que se da, que es la iniciación real.
Sin duda hay cosas que sobrepasan la comprensión ordinaria del hombre. Hay cosas que uno puede enseñar solo con hablar o actuar; pero hay una forma de enseñar que se llama Tawajjeh, y esa forma de enseñar es sin palabras, no es una enseñanza externa, es enseñar en silencio. Por ejemplo, ¿cómo puede el hombre explicar el espíritu de la sinceridad, o el espíritu de la gratitud?, ¿cómo puede el hombre explicar la Verdad máxima, la idea de Dios? Siempre que ha sido intentado, se ha fracasado, ha confundido a algunos, y ha hecho que otros abandonen su creencia. No es que el que explica no ha entendido, pero las palabras no son adecuadas para explicar la idea de Dios.
En Oriente, los grandes sabios y santos se sientan en silencio y en quietud, con los labios cerrados, por años. Los llamamos Munni, que significa, “el que toma el voto de silencio”. El hombre de hoy pensará, ¡qué vida, estar en silencio y no hacer nada! Pero él no sabe que algunos, con su silencio, pueden hacer más que lo que podría lograr otro hablando durante diez años. Una persona podría discutir por meses sobre un problema y no ser capaz de explicarlo. Otra persona con resplandor interno puede ser capaz de responder lo mismo en un momento. Pero la respuesta que viene sin palabras explica aún más. Eso es la iniciación, como la llamamos nosotros.
Por su puesto, nadie puede dar el conocimiento espiritual a otra persona, porque es algo que cada corazón lleva dentro. Y con la iniciación, lo que el maestro puede hacer es iluminar con su luz la luz que está oculta en el corazón de su discípulo. Si la luz no se encuentra ahí, no es la culpa del maestro. Hay un verso de Hafiz, en persa; dice: “Por grande que sea el maestro, aquel cuyo corazón está cerrado, con él el maestro inútil”. Por lo tanto, la iniciación significa la iniciación por el lado del discípulo y por el lado del maestro, un paso hacia adelante en el camino por parte de ambos. En la parte del maestro, un paso adelante con el discípulo, para que el pupilo pueda ser confiable y sea elevado de su condición presente; un paso adelante para el pupilo, porque abre su corazón, sin tener ninguna barrera, nada que esconder al maestro, en cualquier forma que venga, en silencio, o en palabras, o en ver un acto o acción por parte de su maestro.
Continuará…
Traducido por Yaqin Rodrigo Esteban Anda