Hazrat Inayat: Interés e indiferencia
La reciente publicación de Hazrat Inayat Khan sobre el Camino del Logro enfatiza la diferencia entre sacrificio y renunciación. En el leguaje diario, estos términos suenan muy similares, pero en el camino espiritual significan cosas muy diferentes, y en el siguiente texto Hazrat Inayat Khan hace más clara la diferencia entre ellos.
Para aquellos que se mueven en la superficie de la vida, interés e indiferencia son como su mano derecha y su mano izquierda, mientras que para las almas que han probado las profundidades de la vida, interés e indiferencia son justo como los dos polos de la tierra. Uno tiene que girar su espalda hacia el polo norte para ir al polo sur, y tiene que dar la espalda al polo sur si tiene que ir al polo norte. Generalmente el ser humano dice, “hoy me interesa esto o aquello”, y mañana dice, “he perdido mi interés”. O dice que podría estar interesado en una cosa u otra, pero antes de haber tenido el tiempo para llegar a interesarse en ella, ya se ha vuelto indiferente.
El interés puede llamarse vida,
la indiferencia muerte; el interés luz, la indiferencia oscuridad.
Y sin embargo, a través de la oscuridad hay una meta a ser alcanzada,
así como hay algo que alcanzar a través de la luz.
El interés es necesario para seguir el camino del logro; la indiferencia es necesaria para alcanzar la meta de la renunciación. Si una persona es profunda, sincera y aun así no conoce estos polos opuestos, a pesar de la profundidad que tiene y a pesar de su sinceridad, será atraída por ambos lados, por el interés y la indiferencia.
El interés puede llamarse vida, la indiferencia muerte: el interés luz, la indiferencia oscuridad. Y sin embargo, a través de la oscuridad hay una meta a ser alcanzada, así como hay algo que alcanzar a través de la luz. Una persona que un día está interesada y al siguiente es indiferente, no tiene profundidad ni en su interés ni en su indiferencia. No puede alcanzar nada con su interés, ni puede alcanzar nada con su indiferencia.
Es la fuerza de la motivación la que se levanta como el poder más grande,como un secreto detrás de la creación, y es la ausencia de esta fuerza que a menudo transmite indiferencia. Permanece como un misterio detrás de aquella vida que está asimilando.
Cuando una persona dice,”Me gustaría elevarme sobre las cosas, pero no puedo”, es porque carece del poder de la indiferencia. Aquel que ha llegado lejos en el camino del interés, también puede llegar lejos en el camino de la indiferencia.
La renunciación es la última meta de la indiferencia, así como el logro es el resultado del interés. Estas dos cosas, mal utilizadas, traen resultados equivocados; correctamente utilizadas, traen resultados correctos. Aquel que no entrega su corazón y su alma al objeto de su logro, por pequeño que sea ese objeto, no está facultado para tomar el camino de la indiferencia hasta que lo haya alcanzado. Hasta entonces, no está habilitado a pronunciar el nombre de la renunciación. No puede renunciar, porque no conoce lo que significa la renunciación. La renunciación es una gran cosa: pero ¿cuándo? Al final del logro; no al principio. Es como con la libertad, que es un gran logro, pero no al principio; uno debería comenzar con la disciplina.
Aquel que comienza con libertad termina con disciplina, así como aquel que comienza con renunciación termina con interés; pero es un comienzo equivocado, y por lo tanto hay un final equivocado.
En “las Noches de Arabia” hay una historia mística muy interesante que nos da una idea acerca de lo que significa el camino del logro. Es la historia de Aladino que, al pedir la mano de una princesa, se le dijo que primero debía traer una lámpara mágica, antes que pudiera alcanzar a la hija del rey. Y él fue a buscarla; y así la historia continúa, contando cuantos bosques atravesó y cuantos ríos cruzó, y cómo a través de vientos y tormentas y a través de todo tipo de problemas y dificultades, llegó a la cima de una montaña y descendió a las profundidades de la tierra. Pasó a través del agua, a través del aire, a través del fuego, a través de todo tipo de pruebas y dificultades, hasta que llegó al fin de su calvario y encontró finalmente la lámpara mágica mediante la cual alcanzó su objeto. Y esta es la regla que uno debería siempre mantener a la vista: que nada en la vida que tenga algún valor puede lograrse sin ir a través de pruebas y dificultades, perseverando con paciencia y resistencia; es esto lo que al final trae la victoria.
La imagen de la indiferencia está dada en una historia del emperador Akbar, que fue a visitar a un derviche que vivía en las montañas. Su gran visir lo acompañó. Cuando llegaron cerca de la roca donde este derviche estaba tendido, con sus piernas estiradas*, el emperador y el visir se inclinaron ante él. El derviche respondió inclinando su cabeza. El visir no podía comprender este comportamiento con el que el emperador fue recibido por el derviche, el emperador que todo el día recibía la cortesía de miles de personas. Preguntó sarcásticamente,”Derviche ¿hace cuánto tiempo que tienes las piernas estiradas?”. El derviche respondió, “desde que doblé mis brazos”. Lo que quería decir era, “Si mis brazos estuvieran estirados por necesidad, le hubiera dado al emperador la misma cortesía que todos le dan, pero desde que recogí mis brazos estirados, y los doblé, estiré mis piernas. ¿Qué importa quien venga?”.
Son estas personalidades, estas almas quienes tienen derecho de hablar de indiferencia. Las almas con mil ansiedades y un millón de preocupaciones, veinte mil problemas, cuando piensan en renunciación, cuando hablan de indiferencia, comenten un error. Además, no se puede tener interés e indiferencia al mismo tiempo: es una cosa o la otra.
Y ahora llegamos a la pregunta del Mensaje Sufí. Hay mureeds que están interesados en su propio progreso, y hay mureeds que están interesados en la promoción del mensaje. Aquellos que están interesados en su propio progreso pueden también ser indiferentes a promover la causa, pero aquellos que están interesados en el Movimiento, en el Murshid, en la promoción del Mensaje, que piensan que pueden contribuir, su más valiosa contribución es un continuo interés sin la más mínima sombra de indiferencia.
Hay algunos que tienen interés de corazón en el Mensaje, pero un día, en su entusiasmo, dicen, “Me gustaría hacer todo lo que esté a mi alcance; no importa que sea poco lo que pueda hacer, pero me gustaría hacer todo lo que pueda” y al día siguiente dicen,”¿Qué importa si lo hago yo o alguien más? Es el mensaje de Dios para la humanidad, y alguien hará el trabajo; si no lo hago, ¿qué soy? Soy una pobre, humilde persona; no ocupo ninguna posición en el Movimiento. Además, para hacer algo se necesitan grandes recursos que no tengo; tengo un gran deseo de trabajar por el mensaje, pero a veces siento: ¡puedo realmente hacerlo?”. Miran miles de dificultades que los desalientan de hacer algo. Cuando un pensamiento así aparece en el corazón del trabajador, llega como una sombra que oscurece el camino que desea transitar. Sólo aquellos mureeds y trabajadores que no les importe que posición ocupan, que trabajo, grande o pequeño tienen que hacer en la Orden, sin desanimarse, con paciencia y resistencia a pesar de todas las dificultades, serán capaces de lograr algo que valga la pena. ¿Hay alguna dificultad que no pueda superarse? Sin duda aquellos que tienen todo el deseo de servir a la Causa aun teniendo dificultades que parecen invencibles, pueden entregar su pensamiento y ayuda a la causa con sus oraciones; pero para aquellos que dispongan de tiempo, fuerza y salud concedida por Dios, y la oportunidad, es necesario saber la naturaleza y el poder de motivación, y conocer el peligro de la sombra de indiferencia cayendo sobre eso. Es de esta forma, con esfuerzo conjunto, que seremos capaces de entregar el Mensaje que estamos destinados a entregar a la humanidad.
*En Oriente, es una señal de cortesía recoger los pies fuera de la vista del visitante. Notar que el mero asentimiento con la cabeza del derviche en respuesta a la respetuosa venia del mperador y del visir también es muestra de indiferencia.
Traducido al español por Arifa Margarita Jauregui e Inam Rodrigo Anda