Hazrat Inayat : El objetivo del hombre en la vida pt I
Con esta publicación iniciamos una breve conferencia de Hazrat Inayat Khan sobre el tema del deseo y la realización.
Si hemos estudiado el capítulo sobre la Vida Silenciosa en “En un Jardín de Rosas Oriental”, puede parecer contradictorio hablar del otro aspecto de la vida. Podríamos preguntarnos: ¿Por qué tuvo lugar la creación? ¿Por qué está el hombre en la Tierra? ¿Es para buscar la vida silenciosa, o cuál es la razón de que todo esto ocurra? ¿Debemos desechar todo lo que llamamos vida, nuestra posición, nuestro rango, nuestra fuerza y todo lo que hasta ahora hemos considerado digno de perseguir? ¿Debemos seguir tratando de alcanzar estas cosas, o debemos desecharlas todas en favor de la búsqueda de la vida silenciosa?
La respuesta a estas preguntas se encuentra en las palabras del Padre Nuestro: “Hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Podemos ampliar esto a: Hágase Tu perfecta voluntad así en la tierra como en el cielo, o: Lo que Tú deseas en el cielo debemos hacerlo en la tierra, o: Haré lo que Tú quieras que haga. Pero, al mismo tiempo, el místico piensa: “Mi alma no está separada de Tu espíritu; por tanto, mi voluntad no está separada de la Tuya; por tanto, hágase mi voluntad en el plano terrenal como la Tuya se hace en el plano celestial, es decir, en el de mi mente. Así, lo que he pensado hacer se realizará en el plano de la tierra”.
Omar Khayyam dijo: “El cielo es la visión del deseo cumplido; el infierno es la sombra de un alma en llamas”. El cumplimiento del deseo, por pequeño o grande que sea, es el primer paso hacia la perfección. La no realización del deseo, por alto o bajo que sea, es un retroceso.
Podemos preguntarnos: Pero ¿qué pasa si los deseos que tenemos no valen la pena? Es posible que nuestros deseos sean imperfectos, que no sean correctos; pero, ¿y qué? No podemos desear cosas que nos lleven a la destrucción. ¿Acaso no hay buenos deseos en nuestro corazón? ¿No es el corazón el vehículo del bien a través del cual se desea? Así vemos que nuestro deseo es el deseo de Dios, y que todo el propósito de la creación es la realización de ese deseo. Como dice el Vedanta, esta vida es el sueño de Brahma. La facultad o poder creador deseaba lo que Brahma deseaba; produjo lo que Él deseaba. Por eso el sufi considera como la primera lección a aprender a través de la concentración y la meditación: que mi deseo se cumpla.
La religión enseña lo mismo en el Padre Nuestro: Danos nuestro pan de cada día. En otro lugar, el Evangelio dice: “Llamad y se os abrirá”, y de nuevo: “Si su hijo le pide pan, ¿le dará una piedra?”. Si te dices a ti mismo que no deseas nada, retrocedes. Tu progreso consiste en desear lo que quieras. El cumplimiento de tu deseo es la primera prueba de que tu concentración tiene éxito. Esto se llama Vilayat. Una persona puede ser capaz de ver dentro de las cosas y, sin embargo, no ser el maestro; ser un maestro implica ser maestro de todas las situaciones de la vida. Aunque un vidente es alguien que puede ver, a menos que tenga maestría, sólo puede ver y nada más. La maestría es superior a la videncia, porque el maestro ve y realiza.
Continuará…
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.