Hazrat Inayat : Pureza de vida pt II  

Continuando con su conferencia, Hazrat Inayat Khan habla de la pureza física, de la pureza de la conducta y de los peligros a los que nos enfrentamos si no aprendemos la pureza del corazón. La primera entrega está aquí.  

Hay tantas fases por las que uno ha pasado durante la vida que la fase por la que uno ha pasado parece no tener importancia; la fase por la que uno está pasando es importante. La pureza exterior importa poco cuando una persona pasa por la pureza interior de la vida. Pero la primera pureza es la pureza del mundo físico, en la que uno se atiene a las leyes de la limpieza, a las leyes de la salud, desde el punto de vista psíquico, desde el punto de vista físico, desde el punto de vista de la higiene y al hacerlo, una persona da un paso adelante hacia la espiritualidad.   

Luego, lo siguiente es lo que se llama en general pureza de vida. Esa pureza de vida es la pureza de la conducta de uno en el trato con los demás, y muy a menudo un hombre adopta la pureza de vida en una dirección y en otra la olvida. Las iglesias, las religiones, las leyes nacionales y sociales muy a menudo establecen principios rígidos sobre la pureza de vida, y el hombre comienza a conocer la pureza hecha por el hombre, que el alma individual tiene que romper para encontrarla de un plano superior.   

Parece como si toda la vida tendiera hacia la libertad, hacia el despliegue de algo que se obstruye al venir a la tierra. Esta libertad puede obtenerse mediante una verdadera pureza de vida. Por supuesto que no es para todos entender qué acción, qué pensamiento trae remordimientos o causa malestar. Otra cosa, la vida del individuo no está bajo su control. Cada ola creciente de pasión o de emoción o de cólera o de ira o de afecto se lleva su razón, lo ciega por el momento, de modo que puede ceder fácilmente a los errores, y en un momento de impulso puede dar paso a un pensamiento o a una acción indignos. Entonces llega el remordimiento. Pero aún así, un hombre que desea aprender, que desea mejorar, un hombre que desea avanzar en su progreso, al pensar en sus faltas y errores seguirá adelante, porque cada falta será una lección, y una buena lección. Entonces no necesita leer en un libro o aprender de un maestro, porque su vida se convierte en su maestro.   

Sin embargo, uno no debe, por su experiencia personal, desear la lección. Si uno fuera sabio, podría aprender la lección de otros, pero al mismo tiempo no debería considerar la falta como su naturaleza; no es su naturaleza. Una falta significa lo que va en contra de la propia naturaleza. Si estuviera en la propia naturaleza, no podría ser una falta. La misma razón por la que va en contra de la propia naturaleza la convierte en una falta. ¿Cómo puede la naturaleza ser una falta? Cuando uno dice: “No puedo evitar estar enfadado y no puedo evitar decir lo que quiero decir cuando me siento amargado”, no sabe que podría hacerlo si quisiera. Es decir, que no lo desea, cuando dice: “No puedo evitarlo”. [es decir, “no soy capaz de…”] Es falta de fuerza en un hombre cuando dice, “no puedo”. No hay nada que no pueda. El alma humana es la expresión del Todopoderoso y, por lo tanto, la mente humana tiene en su voluntad el poder del Todopoderoso, si tan sólo pudiera utilizar ese poder contra todas las cosas que se interponen en su camino como obstáculos en su viaje hacia la meta. 

Al considerar algunas cosas de la vida como faltas, uno a menudo suele encubrir pequeñas faltas, que a veces son peores que las faltas que señala el mundo. Por ejemplo, cuando una persona joven insulta a una persona mayor, la gente no lo considera una falta muy grande. A veces esa pequeña falta puede surgir y hacer un efecto peor en su alma que las faltas que son reconocidas como faltas en el mundo. Una persona con una lengua afilada, con una naturaleza inquisitiva, con comentarios satíricos, con palabras irreflexivas, puede cometer una falta que puede ser peor que los llamados grandes pecados.   

No sabes lo que hay en una acción. No siempre se puede juzgar una cosa a partir de la acción. El juez tiene que ver lo que hay detrás de la acción, y cuando una persona ha llegado a esta etapa de juicio, entonces nunca se atreve a formar una opinión, a juzgar. Es la persona ordinaria, la que comete mil errores cada día y los pasa por alto, la que está dispuesta a juzgar a los demás. 

Hemos visto lo que significa la pureza del cuerpo y la pureza de la mente. Sin embargo, hay una pureza más, que es la pureza del corazón. Esta se alcanza haciendo que el corazón sea puro o libre de todas las impresiones que vienen de afuera, que son ajenas a la propia naturaleza. Esto puede hacerse pasando por alto las faltas y los defectos de los demás, perdonando las faltas de los amigos. Mediante el aumento del amor, uno da paso a las impresiones deseables, que llegan al corazón y se acumulan allí, y de esa manera uno mantiene su corazón puro. 

Si durante el día le llega a una persona un mal sentimiento, hacia un amigo o pariente un sentimiento de odio, un sentimiento de molestia, un sentimiento de crítica, un sentimiento de amargura, y desea proteger su corazón de tal impresión, no debe pensar en ello, no debe dejarlo entrar, sabiendo que es veneno. Es como introducir un veneno en la sangre, introducir una enfermedad. Cualquier mala impresión que venga de fuera y se mantenga en el corazón de uno produce enfermedad. La amargura que uno toma de otros que tal vez han hecho algo que a uno no le ha gustado, o hacia quienes uno se siente amargado, se guarda en el corazón de uno, y esto es igual que inyectar veneno en el propio corazón. Ese veneno se desarrolla allí hasta que estalla como una enfermedad en el propio ser físico. Estas enfermedades son difíciles de curar porque no provienen de una fuente física, sino de una fuente interna. Es tomar el veneno de otro en el propio ser, y eso se vuelve más duradero, incluso incurable.   

Continuará… 

Traducido al español por Arifa Margarita Rosa Jáuregui