Hazrat Inayat: Responsabilidad
Una reciente “Carta a Discípulos” mencionaba nuestra responsabilidad con respecto a nuestros deseos para los demás. Para desarrollar más el tema, he aquí un texto sobre el tema de responsabilidad, por Hazrat Inayat Khan.
En el Corán se dice que Dios ofreció su confianza a los cielos, la tierra y las montañas, pero se negaron, no pudiendo soportarla, y luego Dios ofreció su confianza al ser humano que sí la aceptó. Confianza en este caso es responsabilidad. El valor del ser humano es tan grande como su responsabilidad, porque lo que las montañas no pueden soportar, la humanidad lo ha llevado a través de la vida, y es por eso que una persona responsable muestra naturalmente una cualidad espiritual en todas las conexiones, en todas las relaciones. Sea nuestro amigo o nuestro maestro o nuestro servidor o pariente, si él es responsable de la confianza que le damos, es eso lo que le da valor. Sea un ministro o un rey o un presidente de Estado, su grandeza, su valor, está de acuerdo con su responsabilidad y acorde con el poder con que la lleva a cabo a través de la vida.
Pero hay otro punto de vista desde el cual mirar este aspecto: que una persona puede llegar a ser grande por su responsabilidad. Y al mismo tiempo puede caer, porque hay un obstáculo: cuanto más consciente se vuelve el hombre de su responsabilidad, menos reconoce el poder de sabiduría que trabaja a su lado. Es debido a esto que en este tiempo de materialismo hay grandes personalidades que logran muchas cosas y, sin embargo, al final muestran su limitación. Esta limitación proviene de estar ahogados en la responsabilidad que han asumido sobre sí mismos y de haber olvidado a Dios, el otro poder que obra a su lado. Por muy grande que sea el hombre en sabiduría, en poder, sin embargo, es limitado; y si su sabiduría y poder se comparan con la sabiduría y el poder divinos, ni siquiera son una gota en comparación con el mar. Saadi, el poeta persa, ha hecho un comentario en su Jardín de Rosas con palabras sencillas. Dice: “El constructor de todo este universo está activo en la construcción incluso de mis asuntos. Pero mi ansiedad por mis asuntos es mi enfermedad”. Con esto quiere decir: “Es algo que no puedo evitar, pero al mismo tiempo reconozco que todo lo que deseo lograr ya lo hace otro, que es mucho más grande, más poderoso y sabio que yo”.
Yelaluddin Rumi señala en su Masnavi que el insecto más pequeño recibe su alimento adecuado; o bien es atraído hacia su alimento o se le envía el alimento. El ser humano, que es responsable de sí mismo y que asume la responsabilidad sobre sí mismo por otras criaturas vivientes, nunca pensaría en los pequeños insectos que viven en la parte inferior de la pared de la casa, debajo de la tierra, escondidos bajo las hojas, cubiertos de hierba. Pero reciben lo necesario para mantenerse vivos, y así, las aves y los animales reciben su alimento y todo lo que necesitan para construir sus nidos sin la ayuda del hombre. La tarea desafortunada de trabajar duro y ganarse la vida recae sobre el hombre, pero es el precio que paga por la autosuficiencia, por depender de sí mismo, por la responsabilidad que asume sobre sí mismo. En la medida en que asume una responsabilidad sobre sí mismo, sin duda hace un gran trabajo para la humanidad, pero si se siente tan absorto en esa responsabilidad que confía solo en sus limitados recursos, olvidando esa fuente de donde proviene su ayuda, y si desconoce ese poder y sabiduría que están a su lado, entonces no hay duda de que, con su muy grande responsabilidad, fallará al final, sin importar todo el poder y la fuerza que pueda tener.
Cuando alguien pregunta hoy si no hay una energía, una fuerza que funcione sin sabiduría, la respuesta es que no puede existir una cualidad, un atributo, sin el poseedor de esa cualidad, de ese atributo. La energía no puede existir sin el vigoroso, a quien pertenece la energía. El poder no puede existir sin el poderoso de quien es dicho atributo. La inteligencia no puede existir sin el inteligente al que pertenece esa inteligencia. Y entonces una persona puede decir: “Bueno, ¿no es energía, una fuerza, una potencia de la que proviene todo esto?” Pero ella no se llama a sí misma energía, o fuerza, o poder. Dice: «Yo soy yo, un ego, un ser». Si este ser se produce a partir de un objeto, no puede ser un ser; no debe pretender ser un ser. Esto muestra que un ser viene de un ser, que hay un Ser detrás de todo, y que ese Ser es perfecto en Su poder y sabiduría.
Pero entonces una persona tiende a preguntarse si ese ser es un ser más grande que ella misma, porque su ego compara ese ser con ella misma; quiere ver a ese otro ser, cómo se compara con ella misma. Y la respuesta a esto es que es un Ser que incluye a todos y todas las cosas y, por lo tanto, no hay nada más con lo que uno pueda comparar este Ser, ni puede explicarse, ya que ni Su sabiduría es como nuestra sabiduría ni Su poder es como nuestro limitado poder.
Aquellos que han tratado de aprender la vida de dependencia de ese Ser han sido santos y sabios. Han practicado el reconocimiento del poder divino y de la sabiduría divina volviéndose receptivos a él, respondiendo a él. Y con esta práctica, se les quitó su carga de responsabilidad y se les facilitó la vida, y experimentaron una gran tranquilidad y paz.
Muy a menudo, un hombre precavido envidia a un niño pequeño, tan feliz, sin preocupaciones, sin ansiedades. Se da cuenta de que el niño representa el reino divino. Es como si todo lo que hay allí le perteneciera, todo lo que es bueno y hermoso. Pero ahora surge la pregunta de hasta qué punto uno debe depender del poder y la sabiduría divinos, y hasta qué punto debe sentirse responsable de sí mismo y de aquellos que dependen de uno. Lo que a veces sucede es que el ser humano toma un principio y lo practica, pero para practicar ese principio hay que prepararse. Si uno no está preparado para ese principio, no debe practicarlo. Si alguien que se afana todos los días por su sustento se sienta y dice que Dios debe proveer su sustento, la provisión no llegará tan pronto y se sentirá decepcionado. Para practicarlo, primero debe prepararse para adquirir fe; es la confianza y la fe las que traerán el suministro. Pero la confianza y la fe deben primero cultivarse gradualmente, y el principio no debe practicarse de inmediato. Si alguien tiene un asunto de negocios en algún lugar y dice: “Bueno, todo se hará solo, no iré allí”, eso estará mal, porque él comenzó siendo responsable de ello; no puede repentinamente quitarse de esa manera. Al mismo tiempo, debe practicar todos los días el principio de reconocer la sabiduría y el poder que están a su lado.
Nunca recomendaría a nadie que deseche su responsabilidad en reconocimiento del poder y la sabiduría de Dios. Pero uno debe estar lleno de coraje y confianza ante las dificultades y aparentes problemas, reconociendo que hay un gran poder, que hay una sabiduría perfecta detrás de uno y que todo estará bien. A través de esto, una persona se elevará por encima de su limitado poder y sabiduría, y podrá obtener poder y sabiduría de esa fuente ilimitada que al final lo llevará al éxito. Entonces, incluso en el caso de un fracaso, este reconocimiento de un poder perfecto y sabiduría que trabaja a nuestro lado nos dará la fuerza para soportarlo y para resignarnos a la voluntad de Dios.
Traducido por Juan Amin Betancur V.