Hazrat Inayat: Algunas ideas de los sufis. Parte I
En la tarde del 22 de marzo de 1926, Hazrat Inayat Khan habló en una reunión de estudiantes en la University of Southern California, en Los Ángeles. Como la charla es larga, y el reporte incluye también un gran número de interesantes preguntas y respuestas al final, se publicará aquí en varias entregas.
Amigos,
Es un gran placer para mí hablarles a ustedes sobre algunas ideas de los sufís.
La palabra “Sufi” viene de sophos o sophia, palabra griega que significa sabiduría. En el lenguaje persa tiene también el mismo significado. Es por esto que los sufís, en todas las épocas hayan sido conocidos como profundos pensadores, libre pensadores, personas inspiradas, también como almas contemplativas y meditativas. Los sufís tienen sus escuelas en Egipto, Arabia, Persia e India. Las diferentes escuelas tienen diferentes métodos, pero todas tienen un mismo pensamiento. En Arabia y Persia, donde la ley religiosa gobernaba el estado, siempre era difícil para los librepensadores expresar su pensamiento de un modo sencillo. Por lo tanto, las almas inspiradas de Persia adoptaron la misma fraseología que Salomón en la Biblia*. Usaron tales palabras en su poesía como “vino” y “Amado”, “cáliz” y “primavera”. Es por eso que su poesía se hizo popular entre las personas y resultó ser inspiradora para aquellos que estaban tomando el pensamiento espiritual. Muy pocos pueden imaginar en qué medida las poesías de Rumi, Hafiz, Sa’di, Nizami han sido fuente de inspiración para millones de personas. Sus trabajos se convirtieron en la base de una cultura superior no solo en eras pasadas, sino incluso en la actualidad. Y la literatura de Rumi y Hafiz ha sido imitada por escritores y poetas de la época moderna de Persia e India. Pero al mismo tiempo, como en Europa, las obras de Shakespeare, la música de Wagner, han demostrado ser únicas e inigualables, por lo que su trabajo siempre resultó ser único y vivo.
Y estos fenómenos vivientes nos llevan a la sabiduría superior, que es algo más que el intelecto. En el tiempo presente, confundimos estas dos palabras. Muy a menudo usamos la palabra sabiduría para el intelecto y el intelecto para la sabiduría. Decimos, “Él es ‘una persona intelectual’ o ‘una persona sabia'”, y a menudo no discriminamos entre estas dos palabras. Pero para mí, el intelecto es una cosa, y la sabiduría es otra. El conocimiento intelectual es aquel que se ha aprendido por estudio, uno lo ha obtenido. La sabiduría es el conocimiento que brota de adentro, y se expresa a través del intelecto. Y, por lo tanto, el intelecto tiene su lugar como las gafas tienen el propósito de ayudar a los ojos. Pero al mismo tiempo son los ojos los que ven, no las gafas. El intelecto tiene su lugar para expresar el conocimiento interno a su plenitud. Pero, al mismo tiempo, es la fuente interna, la inteligencia interna, la guía interior, la enseñanza interna que el intelecto expresa. Es la expresión más completa del conocimiento interno que puede llamarse sabiduría. El “Sabio mundano” por lo tanto, no es realmente sabio. Es una sugerencia de sabiduría. Cuando una persona tiene esa sabiduría para obtener su propia voluntad en el mundo, esa es la sabiduría mundana. No tiene nada que ver con la sabiduría interna, la sabiduría que solo puede llamarse sabiduría. La palabra Sufi, por lo tanto, se usa para la sabiduría interna. Y si los sufíes alguna vez han aparecido como credos, es porque han tenido muchas escuelas diferentes. Cualquier universidad puede ser llamada como tal en este mundo de diferencias y distinciones. No podemos liberarnos por completo de las distinciones. Los perros y gatos no se llaman a sí mismos por un nombre determinado, pero les damos un nombre para nuestra conveniencia.
Los sufíes han demostrado ser de gran ayuda y servicio en la India, una nación que se compone de tantos credos diferentes. Hay judíos, hindúes, musulmanes, cristianos, zoroastrianos; además de eso, varios credos diferentes viven allí, cada uno tiene su propia costumbre y sus propias creencias. Los sufíes han demostrado en la India ser el centro de unidad para las secciones divididas de la humanidad en todas las edades. El emperador Akbar de la dinastía mogol tenía un corazón saturado de sabiduría sufí. Introdujo tales ideales, que incluso hoy en día es difícil para las naciones introducir en sus países. Akbar tenía iglesias cristianas hechas por el estado y mantenidas por el estado, templos hindúes, sinagogas judías, sacerdotes y predicadores de todas las religiones mantenidos por el estado. Y el emperador fue a cada uno de estos templos y adoró allí para dar un ejemplo a su pueblo de que todas las religiones conducen a ese único objetivo, y que es respetando los diferentes nombres y creencias que podemos acercarnos a la sabiduría que éstas nos ofrecen. Detrás de todos los credos diferentes hay una y la misma verdad. Esa verdad que adoramos. No importa en qué iglesia ofrecemos nuestras oraciones.
El otro día surgió una pregunta en Nueva York acerca de hacer una estatua de Buda. Tan pronto como surgió la pregunta, surgió una gran oposición. Ellos dijeron: “No debe hacerse. Esto estaba en contra de cierta religión”. ¡Buda, que vivió muchos miles de años antes! Nunca hubo la pregunta de una misión enviada por Buda a algunos países. Cuando hay tantas estatuas en el mundo de los generales, una estatua plácida de un hombre sentado en una postura pacífica inspiradora de paz, tal estatua no puede ser tolerada. ¡Y más en estos días cuando Oriente y Occidente se están acercando! Y su beneficio depende únicamente de que se acerquen, no en los negocios, la industria y la política, sino en la comprensión de la sabiduría que es el objetivo de cada alma, ya sea en el este, sur, oeste o norte.
Ahora llegando al lado metafísico de la filosofía sufí. Hay dos lados en nuestra vida: la sensación y la exaltación. La acción está conectada con la sensación y el reposo con la exaltación. Y ambos tienen su lugar en la vida. Pero nuestra búsqueda cotidiana y nuestro interés en la vida se ven absorbidos por lo que llamamos sensación. Por sensación me refiero a cada experiencia que tenemos a través de los sentidos: mirar cosas bellas, escuchar música, disfrutar colores y líneas, oler el perfume y experimentar la vida con el tacto: la suavidad, la dureza, y los objetos fríos y cálidos. Nuestras recreaciones, entretenimientos, nuestros medios de comodidad y conveniencia, nuestros deportes y todas las actividades desde la mañana hasta la noche, se realizan teniendo en cuenta la sensación. Y esa única cosa queda afuera, lo más importante, que es la exaltación. Los únicos medios de exaltación que conocemos son descansar o dormir. Descansamos porque no podemos hacer más; si no, a muchos de nosotros no nos gustaría descansar si pudiéramos evitarlo. El otro día estaba visitando a un amigo mío muy ocupado en Nueva York, y él me dijo: “Sí, me gustaría mucho si en lugar de veinticuatro horas tuviera veintiocho horas en el día porque hay tanto que hacer”. Y, por lo tanto, aquellos que descansan, no lo hacen por el bien de descansar. De la misma manera sucede con el sueño: nosotros no llamamos al sueño, nos viene cuando estamos indefensos ante él. Al mismo tiempo, ese único objeto, el objeto más importante de la vida, la exaltación, no pensamos en ella. Porque la sensación es movimiento, es acción. La exaltación es falta de movimiento, falta de acción. La sensación es un ritmo. Es la rapidez del ritmo lo que provoca la sensación. Y es la exaltación la que es solaz, comodidad, reposo, relajación, lo que es bastante diferente. Uno no se interesa por ella a menos que uno sepa lo que produce. No se sorprendan si los profetas y maestros de todas las edades han enseñado en diferentes formas –ya sea en religiones, ceremonias o prácticas ocultas, o en forma de oraciones o silencio– ese arte de relajación, ese arte de reposo.
(continuará…)
* Refiriéndose a ‘Cantares’
Traducido por Prajnabai Mariana Betancur