Hazrat Inayat: Espiritismo, parte I
Tras haber publicado recientemente conferencias de Hazrat Inayat Khan sobre la vida después de la muerte y el Día del Juicio Final, parece apropiado ofrecer una breve serie de sus enseñanzas sobre el tema relacionado de la comunicación con los espíritus. Era un tema que quizás estaba más de actualidad en la cultura popular de su época, pero el interés por “el otro mundo” sigue presente.
Los creyentes en los fenómenos de los espíritus con frecuencia pierden el equilibrio y llegan a tales extremos que la búsqueda del espiritismo se convierte en una manía para ellos, pues siempre es interesante contar y escuchar historias de fantasmas. El que cuenta la historia tiene tendencia a exagerarla, para hacerla más interesante y despertar el asombro del oyente, y un simple oyente tiene una tendencia a veces a tomar la vara por una serpiente.
Hay un caso muy conocido, que sucedió en la India, en el que se hablaba de fantasmas entre varios amigos. Uno de ellos dijo: “No creo en esas cosas. Estoy dispuesto a ir y pasar la mitad de la noche en el cementerio si quieren”. Sus amigos dijeron que no le creerían a menos que lo hiciera. Esa misma noche fue a sentarse en el cementerio. La mitad de la noche la pasó tratando de evitar todas las amenazas que su imaginación produjo ante él durante aquella oscura noche en el cementerio. Cuando terminó el tiempo, al emprender el regreso con sus amigos, su larga túnica se enganchó en unos arbustos de espinas que crecían allí. Pensó que seguramente un espíritu lo había agarrado. Se cayó y se asfixió de miedo, y por la mañana lo encontraron muerto.
A menudo los enemigos de un propietario difunden rumores de que la casa está embrujada, para que no pueda conseguir un inquilino. A veces pretendidos espiritistas, que han hecho de esto la ocupación de su vida, lo convierten en una obra tan interesante como pueden, arreglando algunos golpes de aquí y de allá, levantando las sillas y las mesas con un arreglo de alambres, produciendo efectos de luz y de sombra con fósforo. Se aprovechan de los ingenuos. Algunos pretenden llevar mensajes del mundo de los espíritus o hacia él, y engañan a muchos indagadores serios en estos asuntos. Muchos llevan a cabo sus dudosos propósitos celebrando reuniones de espíritus. Todo esto aleja aún más a las personas materiales, no creyentes en el espíritu, del conocimiento de la existencia más fina, mientras que los llamados espiritistas están a menudo tan absortos en su pasatiempo que nunca se dan cuenta de su propio espíritu.
En la vida ordinaria experimentamos dos planos, el plano físico en el que experimentamos a través de los ojos, los oídos y todos los órganos del cuerpo; y el plano mental, el plano del pensamiento y del sentimiento. Cuando estamos dormidos y todos nuestros órganos están en reposo, nos vemos tal y como aparecemos cuando estamos despiertos en diversos entornos. Esto nos muestra que tenemos otro ser además de este ser físico y otros ojos además de estos ojos. Mientras estamos soñando, el sueño es real para nosotros. Cuando nos despertamos, pensamos: “Estuve allí y ahora estoy aquí. Si lo que vi en el sueño hubiera sido real, todo debería continuar aquí ahora que estoy despierto; pero todo ha desaparecido”. Distinguimos el sueño como tal por su contraste con la condición despierta.
Mientras soñamos, si alguien viene y nos dice que eso es un sueño, que no es real, no le creemos. O si alguien nos dice que es un sueño, decimos: “No, es muy real, veo las cosas que me rodean”. Hay una expresión que usamos de lo que es pasado, diciendo: “Ahora todo es un sueño”.
Cuando una persona después de la muerte todavía anhela las alegrías terrenales, se encuentra en muy mal estado, porque no tiene el cuerpo físico con el cual experimentarlas. Es como un jugador de cricket o de fútbol que ha perdido los brazos. Anhela jugar, pero no tiene brazos; o un cantante cuya garganta ha sido operada. Anhela cantar, pero no puede, porque su voz se ha ido.
Cuando se quita el plano físico de una persona, entonces el sueño permanece como realidad, porque no hay contraste para demostrar lo contrario. Este estado de existencia se llama Mithal. Ahora no puede experimentar en la tierra porque ha perdido los medios físicos. Todas las impresiones que ha recogido en la tierra son su mundo. Es la naturaleza de la mente reunir tantas impresiones como pueda. De este almacén se forman las imágenes que ve. No soñamos con lo que no conocemos, con lo que no hemos visto. El carnicero ve la carne todo el día, y por la noche no sueña con los lácteos sino con la carne.
Continuará…
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.