Hazrat Inayat: Misticismo Sufí parte I
La siguiente es la primera parte de una charla dada a un grupo Sufí en San Francisco la noche del 9 de Abril de 1926. Esta fue la conclusión de una visita de aproximadamente dos semanas al centro donde había empezado su trabajo Sufí en el occidente unos 15 años atrás. La palabra “místico” ha sido ampliamente trivializada, aplicada sin discriminación a muchas clases de pretensiones y engaños, pero como vemos aquí, Hazrat Inayat Khan tiene una comprensión mucho más elevada de la palabra.
Amados de Dios,
Esta noche hablaré sobre el tema del misticismo Sufí. Lo he llamado misticismo Sufí, pero el misticismo es un único misticismo. Llámalo como quieras, de hecho es este misticismo. Si una persona dice: “Esto es misticismo Cristiano, Judío, o Musulmán” esa es una expresión. Pero el espíritu de misticismo es uno y el mismo; no puedes dividirlo, no puedes separarlo. Pero en este mundo de diferencias y distinciones no podemos evitar dar algún nombre. Si no lo hacemos, alguien más lo hará. Y es mejor que le demos el nombre que prefiramos. El misticismo, por lo tanto, es la esencia de todo conocimiento, ciencia, arte, filosofía, religión, literatura. Todo viene bajo el título de misticismo, porque el misticismo es la base de todo conocimiento.
La medicina, una ciencia tan clara como la medicina, tal como se desarrolló, como lo es hoy, cuando rastreas su origen, encontrarás que proviene de la fuente de la intuición. Son los místicos quienes la han traído al mundo. Un científico inglés* ha descubierto que Avicena**, el gran místico de Persia, le ha dado más al mundo de la medicina de hoy, que cualquier descubridor de medicina en la historia del mundo. Sabemos que la ciencia es un conocimiento claro basado en la razón y la lógica. Pero al mismo tiempo, ¿dónde comenzó, y cómo? ¿Primero por la razón y la lógica? Primero fue la intuición, luego llegó la razón, se le aplicó la lógica. Primero, llegó por intuición. Además, en la creación inferior no hay doctores, pero ellos son sus propios médicos. Los animales saben mejor si su cura es pararse ante el sol, o bañarse en el charco de agua, correr al aire libre, o sentarse tranquilamente a la sombra de un árbol. ¿Creerías si te dijera que conocí a un perro sensible que solía ayunar cada jueves de la semana? Sin duda, la gente en India dice que él era una encarnación de un bramán, pero fue un rompecabezas para mi que el perro supiera cuándo era jueves.
La gente piensa que místico significa un soñador, una persona impráctica que no tiene ningún sentido de los asuntos mundanos de la vida, pero yo llamo a ese místico un místico a medias. Un místico en la plenitud de la palabra debe tener el equilibrio; debe ser tan sabio en asuntos mundanos como en cosas espirituales. La gente, por lo tanto, ha tenido una idea errónea de lo místico. Han llamado a un adivino un místico, o a un soñador, a un médium, a un clarividente, a una persona visionaria. No quiero decir que todas estas cualidades no estén en el místico. Pero estas cualidades no hacen a un místico. Un verdadero místico debería demostrar ser un artista inspirado, un científico maravilloso, un poderoso estadista. Debe tener las cualidades de los negocios, de la industria, de la vida social y política, tanto como el hombre materialista. Cuando las personas me dicen: “Eres un místico, pensé que no te darías cuenta de ello”, no me gusta. ¿Por qué no debería prestarle atención? Me doy cuenta de cada pequeño detalle. Solo que cada pequeño detalle no ocupa tanto mi mente, como cuando lo noto por primera vez. Ser consciente de Dios e inconsciente del mundo, eso no es necesario. Vemos con nuestros dos ojos una visión. Entonces vemos ambos aspectos, Dios y el mundo, como una visión clara al mismo tiempo. Es difícil pero no imposible.
Uno se podría preguntar: ¿Cómo describo el misticismo? ¿Qué es? El misticismo es una mirada de la vida, aquellas cosas que le parecen reales a una persona común, a los ojos del místico son irreales. Y las cosas que parecen irreales a los ojos de la persona promedio, a los ojos del místico parecen reales.
Dios para el místico es la fuente y la meta de todos. Dios es todo, y todo es Dios. Y al mismo tiempo, un verdadero místico no es alguien que diga, como dice un estudiante intelectual de filosofía, que “no creo en ningún Dios, pero creo en lo abstracto”. Es poco poético, sin ideal. Él puede tener la verdad, pero es una flor sin fragancia. No puedes adorar lo abstracto, ni puedes comunicarte con lo abstracto, ni dar, ni tomar algo de lo abstracto. Adorar nada es nada. Debes tener algo delante de ti para amar, adorar, adherirte, mirar hacia arriba, colocarlo alto. Y si dices: “Dios es cada cosa y es todo”, es verdad. ¿Pero al mismo tiempo, qué es? Todo, en otras palabras significa, nada.
El místico dice: “Si no tienes Dios, haz uno”. Es el hombre sin ideal y sin imaginación quien ignora a Dios. Una taza de agua es tan interesante como el océano, o quizás más cuando uno tiene sed. Un Dios personal es tan importante, o incluso más importante que la idea de lo abstracto de la cual no obtienes nada. Nosotros los seres humanos tenemos nuestra mente limitada. Hasta donde podemos comprender, la idea de Dios es aquella que podemos concebir de Dios. Por ejemplo, tienes un amigo al que amas y aprecias y a quien deseas elogiar. Y sin embargo, él está por encima de tu alabanza. Y lo que puedes hacer es decir: “Qué amable, qué bueno, qué paciente, qué maravilloso es mi amigo”. Eso es todo. Tus palabras no pueden hacerlo más grande. Tus palabras ni siquiera pueden expresar completamente lo que piensas de tu amigo. Y al mismo tiempo, eso es todo lo que puedes hacer, hacer una concepción de tu amigo para tu propio entendimiento. Es lo mismo con Dios. El ser humano no puede comprender a Dios completamente. Lo que puede es hacer uno para sí mismo de su propia concepción. Para hacer comprensible algo que es ilimitado, uno lo limita, para su propio uso. El místico no dice, por lo tanto que, “Mi entendimiento de Dios es más alto que el tuyo; por lo tanto, me aparto de ti”. He visto a un místico caminar en la procesión con los campesinos, una procesión religiosa, él mismo cantando himnos con ellos ante el dios de piedra. Él mismo era más grande que el dios en la procesión, y sin embargo, cantaba con la misma reverencia que todos los demás. Nunca tuvo ningún deseo de mostrar que, “Mi creencia, mi entendimiento es más alto, más grande que el entendimiento del resto”.
Y la idea de Dios como abstracto es la concepción intelectual de quienes han estudiado filosofía. Para el místico, él es una realidad. El místico no piensa en Dios como abstracto, pero sabe que Dios lo es. No es sabiendo, sino siendo.
Continuará…
* Refiriéndose al Dr. O.C. Gruner, un mureed sufí de Hazrat Inayat, quien más tarde se mudó a Montreal.
** Avicena o Ibn Sina (cerca de 980-1037 EC) fue un médico, astrónomo, científico y filósofo persa que tuvo una tremenda influencia en el desarrollo del pensamiento en el Islam y en Occidente.
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.