El arte de la personalidad, parte XI
Con esta entrega llegamos al final de la serie de conferencias de Hazrat Inayat Khan sobre el arte de la personalidad. La entrega anterior en la serie se puede encontrar aquí. Llama la atención que después de tocar una serie de cualidades finas y sutiles que ayudan a mostrar este arte, concluye diciéndonos que una conducta amigable es lo principal que se debe desarrollar.
Una actitud amigable, expresada en pensamiento, palabra y obra compasivos, es lo principal en el arte de la personalidad. Hay un ámbito ilimitado para mostrar esta actitud, y por mucho que la personalidad se desarrolle en esta dirección, nunca es demasiado. La espontaneidad y la tendencia a dar, dando lo que es querido para el corazón, es lo que muestra la actitud amistosa. La vida en el mundo tiene sus innumerables obligaciones, hacia los amigos y enemigos, hacia los conocidos y los extraños. Uno nunca puede hacer demasiado para ser concienzudo en sus obligaciones en la vida y debe hacer todo lo que esté en su poder para cumplirlas. Hacer más de lo que uno debe tal vez esté más allá del poder de cada ser humano, pero al hacer lo que uno debe hacer, uno cumple su propósito en la vida.
La vida es una embriaguez, y el efecto de esta embriaguez es la negligencia. Las palabras hindúes dharma y adharma, religiosidad e irreligiosidad, significan que el deber de uno en la vida es dharma, y la negligencia del mismo es adharma. Aquel que no es concienzudo en sus obligaciones en la vida con cada cosa con la que entra en contacto, es ciertamente irreligioso. Dirá quizás: “Intenté dar lo mejor de mí, pero no supe cómo’, o, ‘No sé qué se espera de mí’ o, ‘¿Cómo voy a descubrir lo que realmente es o no es mi deber?”. Nadie en este mundo puede enseñar el deber de alguien ni lo que no es su deber. Es cada alma la que debe saberlo por sí misma siendo consciente de sus obligaciones. Y cuanto más concienzuda sea, más obligaciones encontrará para cumplir y estas no tendrán fin.
Sin embargo, en esta lucha continua lo que al principio podría parecerle una pérdida, al final es ganancia; porque se encontrará cara a cara con su Señor, que está bien despierto. Los ojos de quien descuida su deber hacia sus semejantes, absorto en la embriaguez de la vida, ciertamente se deslumbrarán y su mente se agotará ante la presencia de Dios. No significa que toda alma será privada de la visión divina, solo significa que el alma que no ha aprendido a abrir sus ojos lo suficiente, tendrá sus ojos cerrados ante la visión de Dios. Todas las virtudes provienen de una mirada amplia de la vida, todo entendimiento proviene de la aguda observación de la vida. La nobleza del alma, por lo tanto, se manifiesta en la amplia actitud que la persona toma en la vida.
Traducido por Juan Amin Betancur V.