Hazrat Inayat: Las exigencias del verdadero ser
Este artículo fue publicado en la revista ‘Sufi’ en mayo de 1917 – ¡hace cien años! Fue presentado como ‘Palabras del Pir-o-Murshid por Mary Williams’, que probablemente signifique que la Srta. Williams, la primera mureed de Hazrat Inayat Khan en Inglaterra, fue la responsable de transcribir y editar el texto, pero las ideas son claramente de Hazrat Inayat. La Srta. Williams era también responsable de la Sociedad Editorial Sufí, cuya primera publicación fue “Pearls from the Ocean Unseen (Perlas de océano oculto)”, hoy incluida en “Spiritual Liberty (Libertad Espiritual)”, el volumen V de la serie Message (Mensaje). El término ‘alucinación moral’ que se encuentra cerca del final del segundo párrafo, se refiere a la forma en que usualmente se describían las anomalías psicológicas en el siglo XIX, y corresponde aproximadamente al término actual ‘desorden de personalidad’.
Toda alma a veces se pregunta, “¿Por qué estoy aquí?” Esta pregunta surge de acuerdo con el desarrollo de la inteligencia de cada uno. Alguien puede decir, “Estoy aquí para comer, beber y ser feliz”, pero esto incluso los animales lo hacen; por tanto, ¿qué más ha logrado él como ser humano? Otro podría afirmar que el logro de poder y posición es importante, pero debe saber que ambos son transitorios. El poder de cualquier tipo tiene su ascenso y su caída. Todas las cosas que tenemos son tomadas de otros, y, a su turno, otros esperan con la mano extendida para cernirlas.
Una persona puede decir, “Estamos aquí para ganar honor”. En este caso, alguien tiene que ser humillado para darle el honor que busca, pero ella, a su turno, talvez tenga que ser humillado por una personalidad aún más ardiente que busca honor. Podemos pensar que ser amado es muy importante, pero deberíamos saber que la belleza en nosotros que hace que alguien nos ame, es transitoria. Además, la belleza que poseemos puede palidecer si se la compara con la belleza de otro. Cuando buscamos el amor del otro, estamos no solamente dependiendo de su amor, sino que nosotros mismos estamos sin amor. Si pensamos que es deseable amar a alguien que merece nuestro amor, estamos equivocados, porque siempre estamos sujetos a ser decepcionados por el objeto de nuestro amor, que talvez nunca pruebe ser nuestro ideal, ni que, ante el examen, valga el precio de nuestro amor. Se puede suponer y creer que la virtud es lo único que vale en la vida, pero se encontrará que el mayor número de pacientes por alucinación moral se encuentra entre los santurrones.
Entonces el único propósito de nuestra vida aquí en la tierra, si hay alguno, es el logro de las exigencias de la vida. Puede parecer extraño a primera vista que todo lo que la vida nos exige deba ser admisible y útil de lograr, pero en un estudio más cercano de la vida vemos que las exigencias de nuestro ser externo son las únicas que conocemos, y somos ignorantes de las exigencias de nuestro ser verdadero, nuestra vida interior. Por ejemplo, sabemos que queremos buena comida y ropa bonita, comodidad en la vida y toda facilidad para transportarnos, honor, posesiones y todos los medios necesarios para satisfacer nuestra vanidad, todo lo cual para el momento aparece como las únicas exigencias de nuestra vida, pero ni ellas ni su alegría permanecen con nosotros siempre. Luego llegamos a pensar que lo que teníamos era sólo un poco y que talvez tener más nos satisfaría, y aún más, sería suficiente para nuestra necesidad, pero no es así. Incluso si todo el universo estuviera a nuestro alcance, sería imposible satisfacer plenamente las demandas de nuestra vida. Esto muestra que nuestra verdadera vida tiene muy diferentes exigencias que aquellas que conocemos. Ella no quiere únicamente el placer experimentado por este ser individual; desea la alegría de todo alrededor. No anhela una paz momentánea, sino una que dure para siempre. No desea amar a un ser amado que está en los brazos de la mortalidad. Necesita un ser amado para estar siempre ante ante de él. No quiere ser amado sólo por hoy y talvez mañana no. Anhela flotar en el océano del amor.
Es por eso que el sufí busca a Dios como su amor, amante y amado, su tesoro, su posesión, su honor, su alegría, su paz, y este solo logro es suficiente, en su perfección, para todas las demandas de la vida para el aquí y en lo sucesivo.
Traducido por Inam Rodrigo Anda