Hazrat Inayat: La Voz Interior pt. I
En la oración Khatum decimos “abre nuestros corazones para que podamos escuchar tu Voz, que constantemente viene de nuestro interior”. Con esta publicación comenzamos una breve serie de enseñanzas de Hazrat Inayat Khan sobre el tema de aquella voz interior y cómo podemos aprender a escucharla más claramente.
Amados de Dios, mi tema en esta mañana es la Voz Interior.
En esta época, la ciencia del instinto es un hecho aceptado. El hombre material admite hoy que los animales escogen su comida y que dejan de lado lo que no deben comer. También admite el hecho de que los pájaros, sin haber sido enseñados, vuelan; el pez, sin ser enseñado, nada; el gorrión, sin ser enseñado, hace sus nidos. Pero a pesar de admitir esto, está dispuesto a negar la fuente de donde viene este instinto. Es la misma fuente de donde provienen la intuición, la inspiración y la revelación de otros géneros de cosas —la misma fuente de donde ha provenido el instinto.
Esto muestra, para un místico, que Dios es el instructor de toda la creación, incluso de la más baja creación. Pero para el ser humano, por ser el más fino de toda la creación, Dios enseña más. Además, el ser humano tiene más capacidad para aprender, y por lo tanto él aprende más. En Oriente, la religión dice que Dios ha hecho de él su representante en toda la creación. ¿Qué significa esto? No significa que el ser humano represente el cielo o algo divino, sino que es la miniatura de Dios. Que sea capaz de mostrar la perfección de la sabiduría de Dios puede verse en el ejemplo de Cristo. Si tal perfección no fuera posible para el ser humano, no se habría escrito en la Biblia “Sed perfectos como vuestro padre celestial es perfecto”.
Alguien podría preguntar “¿cuál es la razón de que la advertencia sobre ciertos sucesos la den los caballos, los perros y gatos en la casa, y el ser humano siga ignorante?”. Muchos que tienen alguna experiencia con animales, que comprenden los signos de los animales, sin dificultad admitirán el hecho de que, especialmente, sucesos como una gran enfermedad o muerte son conocidos por los animales en la casa: ellos dan aviso al ser humano. También hay varias aves que dan advertencias de grandes acontecimientos. Sin duda, la experiencia de aquellas cosas se ha vuelto más escasa, porque el ser humano vive hacinado en una ciudad. Se encuentra en menos contacto con lo divino, y su vida es artificial; no conoce, no advierte, aquellas cosas.
La razón de que el ser humano ignore no es que sea incapaz de conocer, solo es que tiene demasiadas cosas en mente. Ha perdido su razón, su poder de concentración, su poder de aquietar la mente, y en este sentido se ha vuelto peor que los caballos, los perros y los gatos. Sin duda, en cuanto a su naturaleza humana, es el más activo entre todas las criaturas, y su actividad es lo indicado para él, si pudiera mantenerla bajo control. En lugar de esto, se ha hecho una vida artificial, y esta se vuelve cada vez más artificial. El ser humano no ha seguido siendo humano, se ha vuelto una máquina. Su pensamiento, su mente, constantemente está trabajando, ¿y para qué? Para nada. Piensa en el sentimiento que uno tiene en las grandes ciudades de hoy —los tranvías y los buses en marcha, los automóviles atropellándose. Bajo el suelo siguen las vibraciones, y sobre la tierra hay automóviles corriendo. Y ahora, desde que la guerra ha tenido lugar, ahora incluso el cielo no está libre para que respiremos el aire puro; también hay aviones que ves todos los días. Si te acercas al agua, verás barcos humeantes haciendo ruido; si te adentras al campo, te llegará el ruido de la fábrica desde mañana a la tarde. Y en el pueblo hay máquinas.
Impresionado por todas estas cosas, si preguntas al hombre, si le dices algo sobre su Voz Interior, sobre las ideas espirituales, responderá “¿qué es esto? No entiendo”. Solo es necesario escuchar la voz que se encuentra dentro; no se requiere estudiar algo. Lo necesario es volverse como la naturaleza. Pero el hombre se ha vuelto artificial, y tiene que hacerse natural para que pueda escuchar la voz interior. Pero lo desafortunado es que esta vida artificial se ha vuelto necesaria para el hombre, y cuando se le habla de la vida natural, de la vida espiritual, del ideal de Dios, del pensamiento natural, él piensa que es algo contrario a su naturaleza; él dice “no puedo soportarlo”.
Cuando una enfermedad se ha expandido por completo, se vuelve común, se convierte en un estándar de salud. Así, hoy la enfermedad de la humanidad es el materialismo, y ese materialismo se ha vuelto natural. Para encontrar un ejemplo en apoyo de este argumento, no tienes que buscar un santo o santos. Puedes verlo en una persona buena y justa, una persona recta, de mente tranquila y buenas intenciones, comprensiva. Puedes ver esto en su vida. Lo primero que una persona con un corazón compasivo y una consciencia clara percibe es una impresión: con cada persona que se encuentra durante el día, no solo siente lo que esa persona dice, sino lo que está detrás de eso. Esto puede incrementar. Cuando una persona llega a una habitación, siente la atmósfera de la casa, de la gente, de la familia. Siente en su corazón, clara o indistintamente, si el proyecto de su amigo será un éxito o un fracaso. Siente lo que está ocurriendo.
Aquella persona siente el placer o el descontento de sus allegados sin haber hablado, esa persona puede comprender. Si exteriormente hay una sonrisa, y por dentro un llanto, lo puede escuchar; y esa persona comprende si hay lágrimas por fuera y por dentro no hay nada. Puedes preguntar “¿esta facultad se debe cultivar? Y si ha de cultivarse, ¿de qué manera?”. Yo responderé: “Sí. Una persona compasiva que ha tomado un camino espiritual progresará naturalmente y esa facultad se desarrollará. Pero lo más necesario antes de querer desarrollar esa facultad es que la propia vida se haya hecho verdad. Es la sinceridad, la honestidad, el buen vivir, un pensamiento más tranquilo, lo que prepara al ser humano para la voz que está en su interior. Pero aún con toda esa bondad, no toda persona está inclinada espiritualmente, no toda persona dirige su mente hacia aquel ideal que es necesario; esa persona seguirá, por así decir, bloqueada, no abierta a recibir y escuchar la voz”.
Continuará…
Traducido por Vadan Juan Camilo Betancur Gómez