Hazrat Inayat: El Significado de Fe, parte I
“Fe” es una palabra que a veces se descarta fácilmente, pero tiene una gran importancia para nuestro progreso en el camino espiritual, como Hazrat Inayat Khan deja claro en este texto.
A menudo la gente utiliza la palabra “fe” en el sentido de la religión particular que siguen, ya sea que pertenezcan a la religión judía, cristiana, musulmana, budista u otra. Y de este modo oscurecen el verdadero significado de fe, que es luz precisamente. La fe no es necesariamente una creencia, sino que la fe es la culminación de la creencia. La creencia es una concepción; una concepción que uno mismo se ha formado o una concepción de una determinada idea a la que se ha llegado leyendo algo. Una persona mantendrá esta creencia mientras su razón no sea lo suficientemente fuerte como para desarraigarla, o mientras no conozca a alguien que la saque de raíz, o mientras no haya tenido una experiencia que la destruya por completo. ¡Cuántos se ven alrededor del mundo, contando palabras espirituales en su rosario, sentados en las iglesias con los ojos cerrados, adorando todos los domingos; y, sin embargo, cuando alguien que es más intelectual y cuyo razonamiento es más poderoso se encuentra con ellos, es capaz de cambiarlos completamente. De ser ortodoxo, esa persona se ha convertido en un hombre práctico, de ser un soñador se ha convertido en un hombre despierto!
Sin duda una creencia puede ser más fuerte que otra. Una creencia como la de las ovejas es una creencia que todos sostienen sin admitirlo. La gente piensa que tiene una razón para creer lo que cree, pero no siempre es así. A menudo una persona piensa que tiene una razón para algo, pero puede estar equivocada. A parte de las cuestiones religiosas, cuando se trata de asuntos políticos, un hombre puede ser elevado por la influencia de una persona y todo el país seguirlo; se convierte en el hombre del día. Todos lo siguen con los ojos cerrados. Pero luego puede ser despreciado por otra persona y la multitud también lo desprecia. Esa es la psicología de las multitudes. Al mismo tiempo todos dicen: “Soy un intelectual. Siempre digo la verdad porque sé de lo que hablo”. ¿Pero es así? No lo es. Cuando fui a Rusia vi fotos del Zar y de la Zarina en todas las tiendas. ¿Crees que la gente no tenía un sentimiento de adhesión al Zar? ¿Era todo hipocresía? No podría haber sido. ¿Y qué pasó al día siguiente? Rompieron las coronas en la calle con martillos y las llevaron en sus procesiones. ¿A dónde había ido a parar aquella creencia, que un día fue tan grande que pensaron que el retrato de su Zar era sagrado? Al día siguiente la creencia cambió; no tomó tiempo. Puede que pienses: “Esto ocurrió en Rusia”; pero lo verás en todos los países con sólo estudiar la psicología de la multitud.
Por eso, los sabios nunca han dependido de los elogios de la multitud. Siempre han sabido que no valen nada. Buda, con todo el culto y la alabanza que se le rindió, ni siquiera los contempló. Mantuvo su trabajo ante sus ojos, su servicio a la humanidad, y lo mismo hicieron todos los sabios y profetas, videntes y pensadores; nunca creyeron en la alabanza de la humanidad, en su amor y afecto. ¿Qué es esto? El hombre que no ha alcanzado el reino de la fe no está viviendo; aún no conoce su mente. Un día cree en algo y al siguiente no. Por lo tanto, la fe no es sólo la adhesión a una determinada religión o la pertenencia a una determinada iglesia; la fe es mucho más grande que eso.
El siguiente paso en el camino de la creencia es que uno no cree algo porque la multitud lo cree, sino porque viene de una cierta autoridad. Esta es la creencia del niño, pero al mismo tiempo este es el camino que hay que recorrer. El niño progresa cuando la madre dice: “Esto se llama agua”, y repite: “Agua”. No discute ni dice: “No es agua, es pan”. Sólo escucha y cree, y esa es la forma en que comienza a aprender.
Luego está el tercer paso, cuando la creencia tiene una razón, cuando uno dice: “¿Por qué creo? Porque tengo una razón para ello. Puedo explicar mi creencia; por lo tanto, creo que es tal y tal”. Esta creencia es más confiable. Sin embargo, ¿la razón es siempre confiable? La razón a veces resulta ser tan tramposa que un día una persona puede razonar una cosa determinada, y al día siguiente tiene toda la razón para desarraigar su creencia. Porque, ¿no es la razón la que hace que el malhechor cometa el mal? Nadie hace nada sin razón. Un día una persona razona cómo hacer algo, y al cabo de un par de horas puede descubrir que no era una buena razón.
Continuará…
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.