EL MENSAJE
El 13 de septiembre es el día del Hejirat, el aniversario del día en el que Inayat y sus hermanos emprendieron su viaje en barco desde Bombay hacia Occidente; una fecha que simboliza el comienzo de su trabajo para difundir el Mensaje Sufí a través del mundo. Las enseñanzas se entregaron de incontables maneras, más frecuentemente en charlas que no hablaban directamente acerca del Mensaje. La siguiente charla sobre el tema del Mensaje fue dada por Hazrat Inayat el 30 de junio de 1925.
Me gustaría hablar esta noche sobre el tema del Mensaje. ¿Cómo debe mirar un mureed* el Mensaje Sufi? Hay un mureed que mira el Mensaje Sufi como una escuela esotérica, en la que se puede estudiar y practicar meditación y aprender a entender algo sobre las leyes internas de la naturaleza, para obtener poderes que están latentes en el ser humano y para llegar a esa inspiración que al final culmina en una revelación. Para este mureed todas las distintas escuelas esotéricas son más o menos lo mismo. Quizás la escuela esotérica de los sufis le atrae más a su naturaleza, quizás el contacto que siente con el Murshid es más profundo; y esa es la razón por la que él prefiere continuar su viaje espiritual a través de esta escuela.
Hay otro mureed que lo mira como un intento entre muchos otros intentos para fomentar la hermandad en el mundo. Reconoce la necesidad e importancia de esto y de esa manera une fuerzas con el movimiento, reconociendo que hay muchos otros movimientos de hermandad además de este, y sin embargo prefiere estar en el Movimiento Sufi porque sus amigos están allí. Es también amigo del Murshid, y se siente ligado a este movimiento de hermandad especialmente por amistad.
Y hay otro mureed que encuentra un ideal en la forma del Culto Universal, y que observa la belleza y vastedad de él. Ve en su entendimiento interior que la religión es una. Adhiere a este ideal y siente simpatía por el trabajo de hacer que se conozca en el mundo el ideal de practicar diferentes formas de religión en un servicio, de manera que al final los grupos de la humanidad que está divididos ahora por sus creencias particulares, se unan más, evitando así que sucedan en el mundo guerras y desastres de todo tipo, que con frecuencia surgen por diferencias religiosas.
Pero luego está el mureed que a veces antes o en el momento de llegar al Movimiento Sufi y a veces después de cierto período de tiempo, vislumbra la idea del mensaje. Esto hace que para él estas tres actividades sean incomparables con cualquier otra cosa, pues ve la luz del mensaje detrás de ellas y por consiguiente ya no las compara con ninguna otra actividad. Ve la luz del mensaje que viene desde atrás encendiendo estas tres actividades.
Hay muchos que dicen: “Puedo entender lo que significa una escuela esotérica, puedo entender un movimiento de hermandad, puedo entender la idea de un culto universal, pero no puedo percibir el significado del mensaje. ¿Me lo explicarías en dos palabras?” Pero esto es algo más allá de explicación. Y si lo intentas explicar lo arruinas pues entonces lo limitas, y así le das valor a algo que es invaluable, forma a algo que es espíritu.
Por tanto, para mis mureeds, es mejor esperar y no preocuparse por el significado del mensaje, no intentar obtener una explicación del mensaje en palabras, hasta que sean iluminadas por el significado revelado en su mismo corazón. Solo que esto tiene su propio tiempo. Y cuando aquellos que sienten el significado del mensaje intentan explicarlo a otro que aún no lo entiende, es fatal. Las palabras nunca lo explicarán; las palabras lo echarán a perder. La prueba de la verdad es que la verdad surge por sí misma en el corazón de una persona y así es con el verdadero mensaje. En vez de hablar de él en palabras, debe hablar en el corazón de aquellos que lo siguen.
En la India y en Persia hay un nombre especial de Dios y es Khuda, que significa que se revela a sí mismo. Las distintas cualidades de Dios no son diferentes de las cualidades del ser humano, la única diferencia es que en Dios están presentes de manera perfecta. Esta cualidad de revelarse a sí mismo está más allá de todas las demás cualidades. La verdad es algo que se revela a sí misma, solo que tiene su propio tiempo con cada persona. Cuando el mensaje espiritual es alegado, defendido por alguien, es un mensaje humano. Solo puede ser espiritual cuando el alma misma comienza a abogar, cuando el mismo espíritu comienza a defender. Entonces ningún ser humano puede negarlo.
En un seguidor sincero del mensaje surge una pregunta: “¿Por qué no todos lo sienten, lo reconocen como lo hago yo?” La respuesta es que no necesitas preguntarte esto. Tu pregunta solo debilitará tu fe. No importa si toda la humanidad no reconoce el mensaje; si tan solo tú lo reconoces es suficiente para ti mismo. Si dependes del reconocimiento de otro, entonces tu fe es tembleque. Sin embargo y aparte del mensaje, todo lo que es real, sincero, fervoroso, es algo vivo, sea que lo reconozcamos o no. Nuestra alma con certeza lo siente, lo sabe. La mente puede erguirse como una barrera pero el alma no lo puede rehusar, no lo puede negar, pues lo más íntimo de cada persona es el Ser de Dios y allí la verdad es reconocida.
No hay razón para que nos desalentemos por lento que se difunda el mensaje en el mundo, pues todas las cosas estables se difunden lentamente. Para nosotros sólo hay una cosa en qué pensar y es que la verdad es victoriosa, que la verdad nunca fallará. Los esfuerzos humanos son limitados, los medios humanos son limitados, y así nuestro poder y sabiduría pueden ser limitados, pero no la verdad. Y cuando viene el flujo de la verdad, intentando elevarse desde adentro para esparcirse a todo alrededor, viene desde la fuente ilimitada y debe culminar en ese cumplimiento para el cual está destinada. Lo que requerimos en nuestra búsqueda espiritual es trabajar con paciencia, con fe y creencia firmes.
*Discípulo del camino Sufí.
Traducido por Juan Amin Betancur