Hazrat Inayat: El camino del místico. Segunda Parte
Continuamos con la charla de Hazrat Inayat Khan acerca del camino del místico. En la primera parte, él explicó que aunque el ‘misticismo’ ha sido trivializado por el mundo, es una forma de ir ‘al centro de las cosas’, de ganar comprensión que no se obtendría de otro modo.
Por supuesto, esto hace que el materialista se pregunte: ¿Cuál puede ser la fuente de donde se acumula todo el conocimiento del mundo? Hay una historia muy interesante acerca de Ferdousí, el gran poeta persa que escribió el Shahnama. Una vez, un shah quiso tener unos documentos de la historia antigua de Persia que nadie pudo encontrar; Sólo este poeta se ofreció a hacerlo. Todos se preguntaban cómo se podría lograr, pero él dijo: “Esperen y verán”. Se fue a vivir en soledad durante diez años y luego regresó a la corte con su libro llamado Shahnama.
Como todavía estaba conectado con la corriente de su vida solitaria, no era completamente él mismo; y cuando uno de los caballeros, que era muy crítico, le preguntó dónde podría encontrar ese conocimiento, Ferdousí le llamó y le dijo: “Ven y siéntate a mi lado, cierra los ojos y ve”. Entonces ese hombre escéptico vio todas las imágenes del pasado ancestral pasar frente a sus ojos.
Pero una persona puede decir: “Si uno se convierte en místico por el conocimiento que el misticismo da, no merece la pena porque ya existe demasiado conocimiento en el mundo”. Pero no es solo el conocimiento lo que el alma busca, hay otras cosas, y una es el anhelo de una felicidad duradera que el hombre nunca tiene. Cualquiera sea su condición u ocupación, siempre hay algo de qué quejarse.
Y esto significa que el hogar del pez es el agua, y en la tierra, incluso en una bandeja de oro, ese pez no es feliz. El verdadero hogar del hombre es el espíritu de Dios, y en cualquier otro lugar nunca estará satisfecho. El hombre no puede entender esto porque obtiene un pequeño sustituto llamado placer. Este placer es momentáneo y él siempre debe sufrir para conseguirlo; siempre existe dolor asociado al placer y se debe pagar un buen precio para conseguirlo. El hombre nunca experimentará la verdadera felicidad hasta que no haya probado la felicidad que vive en su propio corazón. Si me preguntas cómo es esa felicidad, te diré que es imposible explicar a alguien que nunca ha probado el azúcar, cómo es el azúcar. Así, no se puede explicar esta felicidad excepto a alguien que la ha sentido.
Hay otra experiencia mística, es el éxtasis, y esto tampoco se puede explicar a quien no lo ha sentido. Como hay muchas personas que declaran ser místicos, el verdadero místico mantiene sus experiencias para sí mismo. Debido a que ahora en el mundo occidental estos pensamientos están llegando a ser conocidos, mucha gente hace una profesión de la clarividencia y la comunicación espiritual, una degeneración del misticismo verdadero que es lo más grande. En Oriente estas cosas están bajo la protección de la religión.
Piensa en la pérdida que el mundo enfrenta cuando el misticismo degenera en estas formas, volviéndose comercial y un sacrilegio. El éxtasis es un pozo de luz y amor que se eleva desde el fondo del corazón del hombre, y tan alto que lava todas las preocupaciones y problemas de la vida. La condición del corazón del hombre depende de su reflexión de esta Luz Divina, así como la condición del mar depende de su reflejo de la Luz Cósmica. Los cambios cósmicos hacen que el mar se agite o se calme. En nuestro corazón hay momentos de calma tan grandes que cargan toda la atmósfera y momentos cuando las fuerzas se elevan en el hombre y lavan todos los problemas y asuntos mundanos. Un poeta o un músico talentoso sienten lo mismo y si me preguntas por qué, diré que ellos no podrían crear belleza a menos que fueran un instrumento de la Belleza Divina, que es la más grande creadora.
Por supuesto, un místico que se sumerge en lo profundo y hace de su corazón un instrumento del Divino Ser, experimenta un gran éxtasis. Y como el mar responde al cosmos más que a la tierra, el corazón del místico responde a la Luz Divina más que el corazón del hombre común. Su corazón es líquido y el del hombre común es como nieve congelada. ¿De dónde viene este congelamiento dado que la nieve también es agua? Viene del pensamiento del “yo”, “mi padre, mi madre, mi amada, mi amigo, mío, separado del tuyo”. Mientras que la primera lección del místico es “Tú eres, no yo”. No es sólo rendirse completamente a Dios, es velarse a sí mismo. ¿Y ¿cómo se explica el símbolo de la cruz? Así, “Tú eres, no yo; mis manos no son para mí, mis pies no son para mí, mi cabeza no es para mí, todos ellos son Tuyos”.
La frase de Hadith, “Muere antes de morir,” no significa suicidio, significa la muerte del “yo”, el ser separado. Es un error del hombre llamar hogar a su tienda. No es un hogar, es una tienda. El cuerpo es también una tienda, temporal, a la que llama “yo”, pero no es “yo”. Los placeres de la vida le hacen olvidar lo que en su interior dice “yo”. Piensa sólo en la impotencia, la enfermedad y la muerte del cuerpo. El hombre nunca piensa en eso y actúa como si fuera a vivir miles de años en la tierra. No existe condición, rango o riqueza que pueda asegurar la vida del hombre. ¿Qué es lo que le hace pensar que es algo cuando realmente no es nada? Si sólo pudiera pensar en lo que es la nada, podría darse cuenta que lo que fue, es y será es un Ser, Dios.
Vivir con Dios es inmortalidad. La Biblia desde el principio nos enseña a buscar la inmortalidad dentro de nosotros. Por lo tanto, el camino del místico no es de estudio sino de meditación. En el lenguaje oriental a esto se lo llama Yoga, que significa conexión, sumisión, y es unirse a sí mismo con el Espíritu Divino. Y lo que nos desconecta es el darse cuenta de una entidad separada, y lo que nos conecta es el pensamiento de Dios. Los sufís, como todos los otros místicos, en todos los tiempos han tenido sus escuelas de este culto interior. Y debe considerarse un privilegio que Oriente y Occidente se estén acercando, que la poesía, la música y la filosofía de Oriente y Occidente estén llegando a conocerse mutuamente. Y la felicidad de la humanidad radica en la amistad y armonía entre Oriente y Occidente. Y hay muchas maneras de hacerlo, pero aquí no hay ninguna mejor que el pensamiento de Dios y el amor entre los hombres. Es el espíritu esencial y mediante esto todos podemos unirnos. Sin duda que el Movimiento de los sufís está trabajando para lograr un mejor entendimiento entre razas y pueblos, pero su trabajo primordial es abrir los ojos interiores del hombre.
Traducido por Inam Rodrigo Anda
El verdadero hogar del hombre
Es el espíritu de Dios
Lecturas que alimentan el corazón , de donde viene toda la felicidad
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