Hazrat Inayat : The Power of the Word pt II (Spanish version)

Hazrat Inayat: el poder de la palabra (pt. II) 

Hazrat Inayat Khan muestra ahora la importancia de la respiración para la comprensión de la palabra. La publicación anterior se encuentra acá. 

El ser humano respira, pero no lo hace correctamente. Así como la lluvia que cae sobre el campo, madura cada planta y hace fértil el suelo,  así mismo la respiración, esencia de toda energía, cae como una lluvia sobre todas las partes del cuerpo. Esto también sucede en el caso de la mente, pero el ser humano ni siquiera puede percibir esa parte de la respiración que aquieta a la mente; solo es perceptible la que cae en el cuerpo, y para la persona promedio ni siquiera es perceptible en el cuerpo. No conoce nada de eso, excepto lo que surge en forma de inhalación y exhalación a través de las fosas nasales. Es solo esto a lo que generalmente se refiere alguien cuando habla de la respiración. 

Cuando estudiamos la ciencia de la respiración, la primera cosa que advertimos es que la respiración es audible; es una palabra en sí misma, pues lo que llamamos una palabra no es sino una expresión más pronunciada de la respiración articulada por la boca y la lengua. De la capacidad de respiración de la boca emerge la voz, y por lo tanto la condición original de una palabra es la respiración. Entonces, si decimos que “primero fue la respiración”, esto sería lo mismo que decir “en el comienzo fue el verbo”.  

La primera vida que existió fue la vida de Dios, y de aquella se ramificó toda la manifestación. Esta es una expresión variada de una sola vida: una flor abriéndose en tantos pétalos, un hálito que se expresa a sí mismo en tantas palabras. La idea sagrada asociada a la flor de loto expresa esta misma filosofía. Simboliza las muchas vidas en un Dios, y se expresa en la Biblia con las palabras: “en Dios vivimos, nos movemos y somos”. Cuando el ser humano es separado de Dios en su pensamiento, su creencia no le sirve de ayuda, su culto es de poco provecho para él, pues todas las formas de culto o de creencia deberían acercarlo más cerca de Dios, y lo que le hace separarse de Dios no tiene valor.  

¿Qué es lo que hace que una palabra sea sagrada o importante? ¿No es cada palabra tan sagrada e importante como cualquier otra? Esto es verdad, ¿pero para quién es sagrada? Para las almas puras y elevadas, para las cuales cada palabra respira el nombre de Dios, pero no para la persona promedio. Hay almas que se hallan en un estado de evolución tal que para ellas cada palabra es el nombre sagrado. Pero cuando un maestro da un método, este no se entrega para las almas elevadas, sino para las principiantes, y por lo tanto las palabras son escogidas y entregadas a los pupilos por el gurú o maestro, tal como un médico daría una prescripción, sabiendo para cuál molestia y con qué propósito es entregada. Dice Hafiz: “acepta cada enseñanza que da tu maestro, pues él conoce cuál es tu camino y dónde está tu bien”.   

Los místicos le dan una gran importancia al número de repeticiones, pues los números son una ciencia y cada número de repeticiones tiene cierto valor. Una repetición significa una cosa y un poco más significa algo bastante diferente, tal como en medicina una pizca de una medicina puede sanar y diez pueden acabar con la vida. Cuando Cristo ordenó abstenerse de repeticiones vanas él no estaba refiriéndose, como suele pensarse, al nombre sagrado como es usado en el culto o en las prácticas religiosas. Era una costumbre entre el pueblo judío, y aún se encuentra en Oriente, el uso constante del nombre de Dios por la gente en la calle o en el mercado. Lo usarían continuamente en el comercio o en los negocios, en las discusiones y los pleitos; Cristo hablaba en contra de este abuso del nombre más sagrado. 

Continuará… 

Traducción por Vadan Juan Camilo Betancur 

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