Hazrat Inayat : The Power of the Word pt IV (Spanish version)

Hazrat Inayat : El Poder de la Palabra pt IV 

Si queremos conocer el valor de la palabra, nos dice Hazrat Inayat Khan, primero debemos mirar dentro de nosotros mismos. La publicación anterior de esta serie está aquí. 

El místico que conoce el valor de la palabra encuentra esa palabra primero en sí mismo; porque el secreto de todo el conocimiento que uno adquiere en el mundo, ya sea mundano o espiritual, es el conocimiento del yo. Por ejemplo, la música se realiza fuera de uno mismo. Pero, ¿dónde se hace realidad? Se hace realidad en el interior. Una palabra buena o mala se dice hacia fuera, pero ¿dónde se genera? Se genera en el interior. Entonces, ¿dónde está la realización de toda la manifestación, de toda esta creación que está ante nosotros en todos sus aspectos? Su realización está adentro. 

Al mismo tiempo, el error del hombre siempre continúa: en lugar de encontrar la realización adentro, siempre quiere encontrarla afuera. Es como un hombre que quiere ver la luna y sin embargo la busca en el suelo. Si un hombre busca la luna durante miles de años mirando en la tierra, nunca la verá. Tendrá que levantar la cabeza y mirar al cielo. Lo mismo ocurre con el hombre que busca el misterio de la vida fuera de sí mismo; nunca lo encontrará porque el misterio de la vida se encuentra en su interior. Tanto la fuente como la meta están en el interior, y es allí donde, si busca, encontrará. 

¿Qué es el sonido? ¿El sonido es exterior o interior? El sonido exterior sólo se hace audible porque el sonido interior es permanente, y el día en que el sonido interior se apaga, este cuerpo no es capaz de oír el sonido exterior. 

El hombre, que hoy vive la vida de la exterioridad, se ha acostumbrado tanto a la vida exterior que apenas piensa en sentarse solo. Cuando está solo, se entretiene con un periódico o cualquier otra cosa, siempre trabajando con la vida que está fuera, siempre ocupado con la vida fuera de sí mismo. De este modo, el hombre pierde su apego a la vida interior. Entonces su vida se vuelve superficial, y el resultado no es más que decepción. No hay nada en este mundo en forma de sonido, visible o audible, que sea tan atractivo como el sonido interior: porque todo lo que los sentidos tocan y todo lo que es inteligible para la mente del hombre tiene su limitación. Tiene su limitación en tiempo y efecto; no hace efecto más allá de sus propios límites. 

El misterio de la vida reside en la respiración; es la continuación de la respiración y la pulsación lo que mantiene en funcionamiento el mecanismo del cuerpo. Parece que los hombres de la antigüedad conocían este misterio mejor que el hombre de hoy. ¿Qué significa el laúd de Orfeo? Significa el cuerpo humano; es un laúd, está hecho para ser tocado. Cuando este laúd no es realizado, cuando no es comprendido, cuando no es utilizado para su propio propósito, entonces ese laúd permanece sin el uso para el que fue creado, porque entonces no ha cumplido el propósito para el que fue hecho. 

La respiración no llega sólo hasta donde conoce el hombre de la ciencia material. Él sólo conoce las vibraciones del aire, que sale y entra, y no ve más allá. Además de esto está la pulsación: los latidos del corazón y de la cabeza, el pulso, todos ellos mantienen un ritmo. El hombre rara vez piensa acerca de aquello que depende de este ritmo. Toda la vida depende de él. El aliento que uno respira es ciertamente un secreto en sí mismo; no es sólo un secreto sino la expresión de todo misterio, algo de lo que depende la psicología de la vida. 

Durante miles de años, la ciencia de la medicina hasta cierto punto ha dependido de averiguar las dolencias del cuerpo a través de su ritmo y de la respiración. La medicina antigua sabía que la salud depende de las vibraciones. Y ahora de nuevo está llegando el momento en que en el mundo occidental los médicos se esfuerzan por descubrir la ley de las vibraciones de la que depende la salud del hombre.  

Si el cuerpo humano es un laúd, entonces cada palabra que el hombre dice, cada palabra que oye, tiene un efecto sobre su cuerpo; no sólo tiene un efecto sobre el cuerpo, sino también sobre la mente. Por ejemplo, si una persona oye que la llaman “tonta” y lo repite, aunque fuera sabia, con el tiempo se volverá tonta. Y también es cierto que si se llama sabio a un hombre que es simple, con el tiempo se convertirá en sabio. 

Continuará… 

Traducido por Inam Anda 

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