Hazrat Inayat Khan: el problema de hoy (pt. XIV)
Hazrat Inayat Khan continúa explicando aquí el quinto aspecto que se requiere para aproximarse al problema de hoy, que es el reconocimiento de toda la humanidad como una sola familia. Como se advierte en la publicación anterior, el Maestro utiliza las convenciones idiomáticas de hace un siglo, al hablar de “hermandad” (brotherhood) y “hombre”, mientras hoy la gente sin dudar usaría un lenguaje más incluyente. Dado que pasar su discurso a las convenciones actuales demandaría una edición más bien intrusiva, y como parece claro que en su corazón, espíritu e intención él incluyó en sus palabras a todos los miembros de la humanidad, el texto se mantiene tal como fue grabado.
La hermandad se realiza con el reconocimiento de tres ideales. Una idea es que somos hermanos porque nuestra fuente es Una (nuestro Padre es uno). Somos hermanos, porque estamos de la mano trabajando en esta tierra; las condiciones nos han unido. En lo profundo, nuestros intereses son comunes al estar en este mundo tan vinculados unos con otros. Si tan solo pudiéramos ver esto, entonces encontraríamos que la desdicha de un individuo tiene su efecto, de una manera u otra, sobre los demás; y la felicidad de un individuo tiene su efecto sobre todos (más en los que lo rodean y un poco menos en los que están más distantes). Quienquiera que sea jalonado o empujado en la vida tiene un efecto sobre toda la humanidad. El tirón es un tirón sobre la humanidad toda en proporción. ¡Si tan solo la humanidad comprendiera esta viva doctrina metafísica que siempre ha sido enseñada por los profetas, si tan solo estuvieran los científicos dispuestos a verlo, el mundo sería bastante diferente!
Y la tercera idea que puede realizar la hermandad es que la meta es la misma. Sea cual sea que sea el camino que recorramos, hacia el cielo o al infierno, es uno mismo el punto de llegada. No es algo acordado, sino la meta final que hemos de alcanzar. Y por lo tanto allá habremos de encontrarnos de nuevo. Esto muestra que en el comienzo nos hermanamos por la misma fuente, en el medio nos hermanamos por estar viviendo sobre la tierra en una interdependencia de intereses, y al final el punto de llegada para todos es el mismo.
Lo que mantiene al hombre ignorante de la hermandad ideal es la naturaleza exterior de la creación, que es una naturaleza dual; se trata de la idea de separación: “tú eres diferente de mí. Yo soy diferente de ti”. Las diferencias y distinciones en carácter, modos de pensar, maneras de vivir, están dividiendo al hombre en todas las diferentes formas dentro de distintas clases, naciones, razas, y entonces hay diferencias entre la gente en su modo de ver las cosas y en sus ideas. Esto deja una impresión en el hombre con el pensamiento “yo soy una entidad separada y de ninguna manera conectada con otra”. En su espíritu, no está consciente. Las únicas cosas de las que está consciente son las ataduras exteriores, como las relaciones de algún contrato de negocios, o cuando hay colaboradores en algún trabajo, en el aprendizaje escolar; algunas circunstancias como esta hacen sentir a los hombres conectados unos con otros. Pero estas acciones externas no despiertan el espíritu en la conexión interior, que es más fuerte, más cercana, y ata un alma con otra.
Todas estas conexiones externas hacen pensar a la gente que no hay una conexión interior. Cuando una atadura exterior se ha cortado, una persona dice “yo no tengo nada que ver con esa persona”. Piensa que se ha terminado, pero no se ha terminado. Tú tienes a la persona dentro de ti y esa persona te lleva dentro de sí. No ha llegado a su fin. Y si alguien pudiera ver el comienzo, donde ha empezado, entonces nunca podría pensar que la conexión ha terminado. Siempre está allí. El hombre solo reconoce los vínculos externos como una relación; en cuanto a la conexión interior que une a todas las almas entre sí, el hombre no la comprende.
Lo que es urgente justo ahora no es solo la hermandad como una enseñanza moral, sino la hermandad como espíritu, como un ideal espiritual, como el misterio de toda metafísica y filosofía. En todas las edades, profetas, sabios y videntes se han dado cuenta de esta ley, y sin embargo en la vida hay tantas cosas en contra de ella, cosas que la encubren de los ojos del hombre. La visión humana es tan limitada que el hombre no va más allá de lo que ven sus ojos, y se mantiene en una ilusión, en una niebla, ignorando con quién está conectado y de quién está desconectado, reconociendo apenas las pequeñas conexiones externas que parecen cegarlo acá y allá, sin darse cuenta de que toda esta manifestación es un mecanismo completo que funciona, en el que cada alma ocupa su lugar, donde cada alma tiene su propósito por cumplir y donde cada alma se mantiene en conexión con todas las demás.
Entre más observes el mundo desde el punto de vista místico, más aguda se hará tu visión de la vida, más encontrarás que cada persona que conoces, cada persona que pasa por tu camino en la vida, tiene algo que ver contigo y que tú tienes algo que ver con ella. Es esta hermandad la que tiene que ser realizada como verdad del universo entero, y al despertar la consciencia sobre esta hermandad en el mundo, los ideales del espíritu de la hermandad se harán manifiestos.
Continuará…
Traducción por
Vadan Juan Camilo Betancur Gómez