Hazrat Inayat : El sabio de Oriente pt. V
Con esta entrega Hazrat Inayat Khan completa su descripción de los sabios en las diferentes tradiciones orientales. La publicación anterior se puede encontrar aquí.
La otra forma del camino sufíi es la del Salik. El Salik es una persona que cree que puede ser un sabio y al mismo tiempo seguir su ocupación mundana. Su trabajo es hacer su vida en medio de las responsabilidades de los asuntos cotidianos, y al mismo tiempo lo hace con un propósito más elevado; su mente está fijada en aspiraciones más elevadas incluso mientras está en el mundo. Cada acto en todos los asuntos de la vida está dirigido hacia aspiraciones más elevadas, y finalmente cada pensamiento en todo lo que está haciendo está dirigido hacia esta aspiración más elevada. Por lo tanto, encuentras que el Salik es un hombre mundano, con la responsabilidad de un hogar o una profesión o un negocio o un comercio, y sin embargo, cuando ha alcanzado esa altura, puede convertirse en un murshid; puede ser un maestro. No es necesario que renuncie al mundo y se convierta en monje; puede ser un murshid aunque siga trabajando en el mundo.
No es que un murshid dé su conocimiento a otra persona. No es posible dar el propio conocimiento de esa manera, así que el murshid no profesa ser capaz de hacer esto o aquello. Su trabajo consiste en ayudar a otra persona a averiguar por sí misma, a descubrir por sí misma lo que es verdadero y lo que no lo es. No hay doctrinas que impartir, no hay principios que establecer, y no hay principios según los cuales sus alumnos deben ordenar sus vidas. Sólo es un guía en el camino. Es el que enciende la luz que ya está en el alumno. No se presenta ante el alumno como un sacerdote, sino como un hermano, un colega, un amigo. Como no es más que un ser humano, está limitado, exactamente igual que el alumno; es susceptible de cometer errores y tener fallos como cualquiera. No goza de ninguna autoridad especial, ni es alguien que se distinga por su santidad. Diría: “No soy más santo que cualquier otra persona; si él no es santo, yo tampoco lo soy”. No, el murshid es el amigo del mureed; es un amigo en un camino que el mureed todavía no ha pisado. Así que puede aconsejarle si el mureed desea ser guiado, y puede ser su amigo si el mureed desea que sea su amigo. Puede resolver los problemas del mureed; puede mostrarle cómo entender qué tipo de vida es mejor para él; puede mostrarle qué es la verdad y cómo alcanzarla.
El sabio en Oriente es considerado en todas partes con respeto, ya sea un murshid, un sadhu, un sanyasi o un santo. El nombre no significa nada. Se oye decir que los sabios hindúes, budistas y sufis son todos diferentes entre sí. Pues bien, eso es cierto; pueden ser diferentes al igual que en los países occidentales hay diferencias en las iglesias. Sin embargo, no hay ninguna diferencia entre el sadhu, el sanyasi y el santo. Tanto los hindúes como los musulmanes se inclinarán ante el sabio, ya sea budista, vedantista o sufi. Nadie hace ninguna distinción. Cada sabio es sólo una persona en el camino de la verdad, y por eso la gente lo respeta, aunque el sentimiento que uno recibe de un sabio puede ser un poco diferente en cada caso. Pero todos traen consigo una luz y una inspiración, que son bastante notables, como sé por mi propia experiencia.
Cuando uno está en presencia de un vairagi todo parece desvanecido y pálido, como si nada en la vida tuviera valor; parece como si uno se hubiera elevado por encima de toda debilidad y de todos los bienes terrenales. Uno recibe un sentimiento de realeza, como si estuviera por encima de todo; parece como si todo lo demás fuera sólo un obstáculo. Esa es la sensación que uno tiene.
En presencia de un sanyasi, la sensación vuelve a ser diferente. Uno tiene una sensación de inspiración, de revolución. Todos los problemas de la vida parecen resolverse de inmediato en su mera presencia. Es como una luz que lo ilumina a uno, de modo que uno comienza a sentir las cosas y a verlas de manera diferente. La sensación que se tiene en presencia de un sabio budista es una experiencia moral. Uno tiene un sentimiento de abnegación, de gentileza, de bondad y de simpatía por toda criatura viviente.
Cuando se está en presencia de un derviche de los Sufis se tiene una sensación de éxtasis, que Omar Khayyam llama vino. Es una atmósfera cargada de magnetismo; hay una sensación de embriaguez, una embriaguez espiritual que nunca podría compararse con ningún efecto del vino de tipo mundano.
Por último, cuando uno está en presencia de un Salik se siente como si sus ojos se hubieran abierto para percibir toda la belleza que hay en el mundo, la belleza de los planos interiores, la belleza de los planos exteriores, la belleza de toda la manifestación de la vida. Es como si se hubiera levantado el telón de un escenario y al llegar,se hubiera encontrado el escenario lleno de toda la belleza imaginable. Alguna belleza maravillosa había estado oculta hasta entonces, y ahora se abre ante uno.
Para aquellos que esperan que un sabio haga maravillas, que esperan que demuestre que es un sabio, yo digo que es la misma presencia de un verdadero sabio la que trae tan gran alegría y profunda paz. No es necesario buscar una maravilla mayor que esta evidencia para saber que se está en presencia de un verdadero sabio.
Traducido al español por Arifa Margarita Rosa Jáuregui