Hazrat Inayat : The Struggle of Life pt II (Spanish version)

Hazrat Inayat : La lucha de la vida pt II 

Hazrat Inayat Khan continúa su discurso sobre la lucha de la vida inspirándose ahora en partes del Sermón de la Montaña. La primera publicación de esta serie está aquí. 

Cristo dijo: “Yo y el Padre somos uno”. Esto no significa que Cristo reivindica la divinidad de su propia persona. Es lo que los derviches llaman “hamin ost”, que significa que todo es Él y Él es todo. No hay un átomo en el universo que no sea Él. Debemos reconocerle, debemos respetarle en todos los rostros, incluso en el rostro de nuestro enemigo, del más despreciable. Saber que todo es Dios leyendo algunos libros de filosofía no es suficiente; nuestra piedad y nuestra espiritualidad carecen de valor si sólo hacemos esto. Leer un libro religioso y sentirse piadoso no es suficiente. No basta con ir a un lugar religioso y alegrarnos de ser religiosos. Dar caridad y presumir, creyendo que hemos hecho algo grande, no es suficiente. Debemos dar nuestros servicios y nuestro tiempo tanto a los que lo merecen como a los que no, y debemos estar agradecidos a Dios por habernos permitido dar, porque ésta es la única oportunidad que tenemos de dar. Esta vida es corta, y nunca tendremos la misma oportunidad de dar, de servir, de hacer algo por los demás. 

En el Sermón de la Montaña dice: “A cualquiera que te golpee en la mejilla derecha, preséntale también la otra”. Alguien puede decir o pensar que debería devolver el golpe; pero un sufi no lo devolvería. ¿Por qué? Porque no quiere veinte golpes en lugar de uno. 

Se dice que, si un hombre te pide tu abrigo, debes darle también tu capa. ¿Por qué? Porque ni la capa ni el abrigo son tuyos. Si alguien piensa: “Esto es mío, debo guardarlo, debo custodiarlo”, siempre estará vigilando sus bienes. Si son tuyos, ¿de quién eran antes? ¿De quién serán después de ti? Alguien los tomará después de ti, y todo lo que tanto valoras estará en manos de otros. 

Entonces se dice que, si alguien te pide que vayas con él un kilómetro, debes ir con él dos kilómetros. Es decir, si alguien hace uso de nuestros servicios, no pensemos: “¿Por qué yo, una persona tan importante, debo servir a otro, dar mi tiempo a otro?”. Prestemos nuestros servicios más generosamente de lo que se nos pide. Prestemos servicio, demos nuestro tiempo; pero cuando llegue el momento de recibir, no esperemos recibir nada. No esperemos que nuestro amigo sea como nosotros somos con él; eso nunca será posible. Debemos entonces practicar la renuncia. 

Debemos practicar la virtud porque nos gusta; hacer el bien porque nos gusta hacerlo y no a cambio de nada; no esperar amabilidad ni agradecimiento; si lo hacemos, se convertirá en un trueque. Este es el camino correcto para el mundo en general, y la única manera de llegar a ser feliz. Su moral se llama la moral de la renuncia. 

Hay dos actitudes diferentes que las personas adoptan mientras atraviesan esta lucha de la vida. La una lucha valientemente por la vida; la otra se desilusiona, se le rompe el corazón antes de llegar a su destino. Tan pronto como un hombre pierde el coraje para seguir adelante en la lucha de la vida, la carga del mundo entero cae sobre su cabeza. Pero el que sigue luchando a través de la vida, es el único que se abre camino. Aquel cuya paciencia se agota, aquel que ha caído en esta lucha, es pisoteado por los que caminan por la vida. Incluso la valentía y el coraje no son suficientes para seguir adelante por la lucha de la vida; hay algo más que debe ser estudiado y comprendido. 

Hay que estudiar la naturaleza de la vida, hay que comprender la psicología de esta lucha. Para comprender esta lucha hay que ver que tiene tres caras: la lucha con uno mismo, la lucha con los demás y la lucha con las circunstancias. Una persona puede ser capaz de luchar consigo misma, pero eso no es suficiente. Otra es capaz de luchar con los demás, pero ni siquiera eso es suficiente. Una tercera persona puede responder a las exigencias de las circunstancias, pero esto tampoco es suficiente; lo que se necesita es que las tres sean estudiadas y aprendidas, y uno debe ser capaz de gestionar la lucha en las tres direcciones. 

Continuará… 

Traducido por Inam Anda 

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