Hazmat Inayat: ¿Qué es un Sufi? Parte IV
Habiendo hablado sobre el lugar de la iniciación en el camino del Sufi, Hazrat Inayat Khan comienza ahora a hablar de la consecuencia de este viaje, y de la enseñanza que se le confía al estudiante.
No tomamos la iniciación para alcanzar la felicidad. Es cierto que no se puede alcanzar la sabiduría sin obtener cierta ventaja de ello, ya que es más ventajoso ser sabio que ignorante. Pero no es por esto por lo que se emprende el viaje. Sin embargo, a medida que progresa en el camino espiritual, el Sufi se vuelve consciente de una paz maravillosa que proviene inevitablemente de la presencia constante de Dios.
Muchas personas de diversas creencias y credos han escrito sobre la práctica de la presencia de Dios, y todos hablan de la felicidad que reciben al estar en Su presencia. Por lo tanto, no es de extrañar que el Sufi también, si desea hablar de ello, dé testimonio de una felicidad similar. No pretende ser más feliz que sus semejantes porque es un ser humano y está sujeto a todos los defectos de la humanidad. Pero al mismo tiempo otros pueden pronunciarse sobre la felicidad del Sufi mejor incluso de lo que pueden hacerlo sus palabras. La felicidad que se experimenta en Dios no tiene igual en nada del mundo, por muy valioso que sea, y todo el que la experimente se dará cuenta de lo mismo.
No debemos buscar la iniciación si nos hemos fijado unos principios que no queremos abandonar. Podríamos encontrarnos con que los cimientos que hemos construido no se corresponden con el edificio que ahora vamos a erigir sobre ellos. Tal es la persona que va de un maestro a otro, de un método a otro, y nunca es capaz de obtener lo que sólo se obtiene a través de la constancia. Los que tienen el deseo de enseñar mientras vienen a aprender no deben hacerse pasar por discípulos; deben venir como maestros.
¿Se impone alguna condición a un aspirante a iniciarse? Nadie debe temer iniciarse por la idea de que se compromete a algo que quizá no pueda cumplir. Si no desea progresar más allá de cierto punto, eso sólo lo puede decir él mismo. Lo único que sucede cuando una persona es iniciada, es que desde la hora de la iniciación uno es hermano de todos en el Movimiento Sufi, de todos los demás Sufis fuera del Movimiento Sufi, de todos los conocedores de la verdad, se llamen a sí mismos Sufis o no, y de todo ser humano, sin distinción de casta, credo, raza, nación o religión. Uno es el compañero de las almas iluminadas de los Sufis que viven en la tierra y de aquellos que han pasado al otro lado de la vida. De este modo, uno está vinculado a la cadena de Murshids y Profetas, y por lo tanto capacitado para recibir la luz que corre a través de esta corriente, a través de la cadena de maestros. Y uno es el confidente del Murshid y de la Orden. Por lo tanto, el iniciado hace un voto en su corazón de hacer el mejor uso posible de todo lo que recibe de las enseñanzas y prácticas Sufis, sin utilizar ninguna parte para fines egoístas. Estas enseñanzas se han mantenido en secreto durante miles de años, así que ¿por qué deberían salir de la Orden sin la autorización del Pir-o-Murshid?
Continuará…
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.