Hazrat Inayat : Adoración
Hazrat Inayat Khan ofrece aquí un resumen sucinto de la visión sufí de la adoración, que se da como una forma de acercarnos a la Verdad.
Hay tres aspectos de la adoración: la adoración de Dios en el cielo por aquellos que lo entienden como un ser separado; la adoración de Dios en la tierra, como un dios o una diosa, en la forma de un ídolo, o de algún ser que es considerado como una encarnación de Dios y que es adorado por las multitudes; y la adoración del Dios interior, el Ser más íntimo de nuestro ser. Es este aspecto de Dios el que entienden los sufíes, los vedantistas y los grandes maestros como Cristo y Mahoma.
Al principio, los grandes maestros enseñaban la adoración de algún objeto concreto a aquellos que no podían comprender ningún ideal superior de adoración, con el fin de conducirlos hasta el Dios-ideal, para que finalmente pudieran llegar a conocer al Dios interior.
Hay algunas personas que se han dado cuenta de que el yo más íntimo es Dios, y que dicen: «¿Por qué debemos acercarnos a Dios en formas de adoración?» creyéndose autosuficientes. Este conocimiento de sí mismo puede llevar al hombre por mal camino o hacia la perfección; rara vez le lleva a la perfección, pero con frecuencia le lleva por mal camino, porque aunque el hombre es ilimitado en el mundo invisible, en el mundo exterior es un ser muy limitado. Depende de toda la creación que le rodea, y depende en todos los sentidos de lo que le rodea. En un extremo del polo es ilimitado y autosuficiente. En el otro extremo, es limitado y dependiente. Por lo tanto, es un gran error que un hombre pretenda ser autosuficiente. En términos sufíes, estos estados se denominan Alá y Banda. El estado de Alá es el ilimitado y autosuficiente, y el estado de Banda es el limitado y dependiente. Tal como es el ideal de un hombre, así es su estado de evolución. El hombre que sólo se interesa por sí mismo es muy estrecho y limitado, mientras que el hombre que ha ampliado sus intereses a su familia y entorno es mayor; mientras que el que los amplía aún más, a su nación, es aún mayor; y el que los extiende al mundo en general es el más grande. Pero en todos estos casos el hombre está limitado. Lo mismo sucede con los ideales materiales: una persona puede contentarse con cien libras, mientras que otra puede aspirar a un millón.
De acuerdo con su ideal, así llega a ser el hombre. El ideal más elevado del hombre es realizar lo ilimitado, el yo inmortal interior. No hay necesidad de ningún ideal más elevado, porque cuando el hombre mantiene este ideal en su visión, se expande y se convierte en todo lo que quiere ser, y con el tiempo alcanza esa paz que es el anhelo de toda alma.
La adoración de Dios expande el alma hacia la perfección. Esto se ilustra en las palabras de Saadi, que dijo: “Alabado sea Allah, cuya adoración es el medio para ser atraído más cerca de Él, y de dar gracias a Quien aumenta nuestros beneficios. Cada aliento que se inhala prolonga la vida y, cuando se exhala, mueve el cuerpo. Así, cada aliento contiene dos bendiciones, y por cada bendición hay que dar gracias por separado”.
Traducido por Inam Anda