Intención y sinceridad
¿Qué es la intención?
Tal vez surgió la pregunta debido a que estábamos haciendo un peregrinaje a un sitio que muchos consideran sagrado, y en un viaje semejante uno puede preguntarse: “¿qué estoy esperando lograr de este esfuerzo? ¿cuál es mi intención?” Y ya que el invisible mundo de lo sagrado es misterioso, uno podría también querer saber si hay una conexión entre la intención y las consecuencias de nuestros actos. En asuntos espirituales, no vemos la misma cadena de causa y efecto que sí podemos encontrar en el mundo exterior.
Las intenciones no siempre se cumplen en el mundo visible. Hazrat Inayat Khan da el ejemplo de una persona que sale con la intención de caminar en el parque, pero se encuentra con un conocido en el camino y termina parando en la casa de su amigo a tomar el té. “Toda manifestación está hecha de dos fuerzas: accidente e intención”, dice él. Incluso con una intención claramente definida, lo inesperado puede intervenir causando que no logremos aquello que pretendíamos. Una acción bien intencionada a veces puede producir lo que parece ser desastroso y, por el contrario, una acción egoísta puede ─aparentemente─ no hacer daño alguno. Solo es la persona a la que Hazrat Inayat llama “la mente maestra” la que puede sostener una intención tan clara y poderosamente que la fuerza del accidente no podrá desviarla.
Cuando se trata de asuntos espirituales, y asumiendo que aún no somos mentes maestras, nuestra intención puede ser difícil de definir. Uno puede hacer una peregrinación o comprometerse en alguna otra disciplina espiritual con la esperanza de curar una enfermedad o resolver alguna dificultad en la vida, por ejemplo, pero si nuestra intención es una intención general, tal vez la de ser más espirituales (sea lo que sea que eso signifique), entonces estamos en efecto tanteando a ciegas en la oscuridad, esperando poner nuestra mano en no sabemos qué.
Pero, aunque imprecisa, la intención siempre será un reflejo tenue de nuestro ideal. Podemos etiquetar nuestro ideal con distintos nombres: Verdad, Dios, Paz, Felicidad; pero cada intención que formulemos será, de alguna manera, una imagen de ese ideal tal como lo comprendemos. Es por esto que, al tratar de cumplir una intención, estamos trayendo nuestro ideal a la vida, y cualquier energía que invirtamos en hacer de nuestro ideal una realidad tendrá un resultado inevitable.
Si esa consecuencia no es visible en este mundo transitorio de la manifestación, entonces se verá un día en la vida interior, que se esclarece cuando el velo del cuerpo cae. Nuestros repetidos esfuerzos e intenciones forman algo así como una red de consciencia, y los deseos e intenciones frustrados son un potencial allí escondido. Como dice Mahmoud Shabistari:
“Todos los potenciales de la casa de este mundo
Repentinamente se manifestarán en el Próximo Mundo”.
Es importante, por lo tanto, asegurarnos de que nuestra intención se forme con sinceridad. Es muy fácil para el ego apropiarse de una buena intención. Podemos desear ayudar a alguien, pero también podemos desear ser vistos mientras ayudamos, o podemos querer orar solemnemente, pero al mismo tiempo confirmarnos a nosotros mismos que somos devotos; y en tales casos estamos sirviendo a dos maestros, algo que Jesús advirtió era imposible. Más aún, si tenemos motivos mezclados, es decir, si actuamos sin sinceridad, la inevitable revelación de la que habla Shabistari no será algo que esperemos con ansias
La intención, entonces, es de gran importancia en el camino espiritual, pero aún más importante es la sinceridad de nuestra intención.
Traducido por Prajnabai Mariana Betancur
Que hermoso!!!!
Es como un banco donde se deposita esperando beneficio…
Todo depende del trabajo…
Sin demostraciones….
Con gratitud ?? Siempre por la luz en el camino….