Cuentos : Birbal piensa y reacciona rápidamente
Sucedió una vez que el gran emperador Akbar deseaba enviar un emisario al Sha de Persia, y eligió para ello a su ministro de confianza Birbal. Uno de los otros consejeros, tal vez pensando que él mismo sería más adecuado para tan prestigiosa función, le recordó que también había otros candidatos.
“Elijo a Birbal porque sabe pensar y reaccionar rápidamente”, respondió Akbar. “Tú le acompañarás en esta misión, y te aseguro que cuando vuelvas sabrás a qué me refiero”.
Cuando Birbal se dispuso a partir, Akbar le dio una caja bellamente ornamentada y elaboradamente envuelta para que se la llevara como regalo al Sha, pero no le dijo a Birbal lo que contenía.
En la corte del Sha, tras un florido discurso de saludo, Birbal le ofreció la caja, diciendo: “Mi señor, que Alá esté complacido con él, te ruega que aceptes este regalo, que te envía para que conozca sus verdaderos sentimientos hacia ti”.
Entonces Birbal quitó el envoltorio y abrió la caja, para revelar, a la vista de toda la corte, una vieja sandalia, gastada y bastante sucia.
El consejero que acompañaba a Birbal sintió que se le helaba el corazón. Con semejante afrenta, él y Birbal tendrían suerte si escaparan con vida.
Birbal contempló la sandalia durante un momento, y luego levantó la cabeza y, dirigiéndose a toda la asamblea, dijo: “¡Excelencias, un momento de silencio!”.
Cuando volvió a hablar, le dijo al Sha: “No me había dado cuenta de la alta estima que mi Maestro tiene por usted, su alteza. Sabed que esta no es una sandalia cualquiera, pues es una reliquia sagrada. Una vez perteneció al Santo Profeta, que la paz sea con él. Lo llevó a través del desierto, protegiéndolo de la arena ardiente, estuvo en su pie mientras Él entregaba el Mensaje. Es más”, continuó Birbal, “su compañera, la otra sandalia del par, permanece con mi señor, como signo de la eterna armonía y fraternidad entre nuestros dos reinos”.
Cuando los dos regresaron a casa, Akbar pidió al consejero su informe. “Majestad”, dijo el hombre humildemente, “no tengo palabras”.
Traducido por Inam Anda