Cuentos: Consigue una cabra
Sucedió una vez que un hombre con una cara muy larga vino a ver al mulá Nasrudin. “La paz sea contigo, amigo”, dijo el mulá, “Te ves infeliz”.
“Mulá”, respondió el hombre, “siento que voy a enloquecer. ¿Qué puedo hacer? Nunca hay un momento de paz en nuestra casa.”
“¿Ustedes pelean?”
“Constantemente”, gimió el hombre. “En nuestra casa viven mi esposa, su hermana, nuestros hijos, su madre y mis dos hermanos, y hay gritos desde el amanece hasta el anochecer. Si no hacemos algo pronto, alguien terminará muerto.”.
El mulá se acarició la barba y se veía sabio. “Puedo ayudarte”, dijo, “pero debes estar de acuerdo con seguir mi consejo exactamente”.
“Muchas gracias, mulá, tú eres mi única esperanza ¡haré lo que tú digas!”
“Sigue mi consejo”, habló el mulá, “y en un mes estarás alabando a Dios por Su misericordia”. “Dime”, dijo como si cambiase el tema, “¿tienes una cabra?”
“¿Una cabra?”, dijo el hombre perplejo, “no, no tenemos una cabra, ni ningún animal”.
“Consigue una cabra”, dijo Nasrudin, “y mantenla dentro de tu casa”.
“¿Dentro de casa?”, preguntó el hombre, “¿estás seguro?”
“Positivo”, respondió Nasrudin, “luego ven a verme en una semana”.
Una semana después el hombre volvió de nuevo a visitar al mulá. Su cara era aún más larga que en la primera visita. “¿Cómo van las cosas en casa?”, preguntó el mulá.
“Peor”, dijo el hombre. “la cabra nos está volviendo locos, siempre cruzándose, mordiendo todo, trepándose a los muebles, rompiendo las cosas ¡y cómo huele!”
“Ya veo”, dijo el mulá, “entonces necesitas tener también en casa un gallo y tres o cuatro pollos”.
El hombre miró fijamente al mulá con incredulidad. “¿Dentro de casa?” repitió.
“Prometiste seguir mi consejo”, dijo el mulá, “Consigue un gallo y los pollos. Y regresa de nuevo en una semana.”.
La semana siguiente, el hombre parecía que no había dormido por varios días. “El gallo canta todo el tiempo”, dijo, “nadie puede descansar”.
“Si”, dijo Nasruddin, “esa es la naturaleza del gallo. Ahora consigue un burro. Y ven a verme la próxima semana”.
La semana siguiente, el hombre difícilmente podía caminar, el burro le había pisado un pie, estaba desaliñado, con ropa sucia y sombras oscuras bajo sus ojos. “Mulá, por favor”, suplicó con voz débil, “no podemos tener otro día de esto”.
“Muy bien”, dijo el mulá, “saca todos los animales fuera de la casa. Y vuelve a verme en una semana”.
La semana siguiente el hombre estaba sonriendo cuando vio a Nasrudin. “Mulá”, dijo, “¿Puedes creerlo? Deshacerse de los animales ha traído paz a nuestra casa. Ahora sólo nos miramos y sonreímos. ¡Alabado sea Dios!”
Traducido por Inam Rodrigo Anda