Moisés ben Maimon (1135?-1204 DC), comúnmente conocido como Maimónides, nació en Córdoba, entonces una ciudad en el imperio Almorávide, y murió en Egipto. Era un venerado filósofo y erudito judío cuyos escritos prolíficos se convirtieron en piedra angular en la interpretación de la ley Talmúdica. También fue un astrónomo astuto y un médico de gran reputación, llevando salud a los pobres y, como muestra la siguiente historia, a los grandes también.
Cuentos: Maimónides cura la depresión
Cuando el Santo, bendito sea Él, creó al hombre, determinó que habría un tiempo para llorar y un tiempo para reír, ya que el ser humano necesita ambas cosas, y sin ellas la vida no es vida.
En cierta ocasión, el rey le preguntó a Maimónides: “Por qué me siento tan deprimido, si no tengo pena alguna y no sufro de nada?”
Maimónides examinó al monarca en la presencia de sus ministros, y no encontró ninguna enfermedad en absoluto. El doctor pensó profundamente por un momento, y de repente le dio al rey un par de fuertes bofetadas.
A la vista del comportamiento tan audaz, los ministros quedaron atónitos, y estaban ya corriendo para arrestar a Maimónides cuando el médico, dirigiéndose al rey, le preguntó: “¿Estás aún sumido en depresión?”
“No”, respondió el rey, asombrado.
“Por qué has hecho algo tan extraño?”, le preguntaron luego los ministros a Maimónides.
“El rey disfruta de una vida muy cómoda”, les explicó, “pero debe evitar vivir solamente en la alegría y la risa. La tristeza y la felicidad descendieron a la tierra íntimamente unidas, y ambas son necesarias para el hombre. Por esta razón abofeteé al rey en la cara: para que al enojarse, la depresión se desvaneciera de su alma”.
Y por su gran sabiduría, el rey perdonó a Maimónides su insolencia.
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.