Cuentos : Mi iluso oponente
Sucedió una vez que el Mulá Nasrudín le debía a cierto hombre de negocios una suma de dinero, pero como habitualmente estaba sin fondos, no podía pagar su deuda.
Sin embargo, el empresario era muy persistente, y acudía a la casa de Nasrudín a todas horas del día y de la noche, exigiendo el pago, pero siempre sin obtener ni un céntimo a cambio. Finalmente, un día, dijo: “Nasrudín, no puedo esperar más. O me pagas ahora o vamos a los tribunales. Y entonces tendrás que lidiar con el juez; no será tan paciente como yo, ¡te lo aseguro!”.
“Pero el tribunal está en el pueblo de al lado”, respondió Nasrudín. “Soy un mulá anciano, no puedo caminar tan lejos”.
“No es excusa”, le espetó el empresario. “Puedes montar en mi caballo”. Y corrió y trajo su caballo para que Nasrudín lo montara. Pero cuando Nasrudín abrió la puerta, dijo: “No, hace demasiado frío para salir. No tengo abrigo”.
“¡Entonces te conseguiré un abrigo!”, enfureció el empresario. “Estos retrasos no te salvarán. ¡No te vas a librar de tu visita al juzgado!”.
Poco después estaban yendo a la siguiente aldea, Nasrudín sentado en el caballo del empresario y vistiendo su fino abrigo, con el empresario trotando a pie a su lado.
Cuando llegaron al juzgado, el empresario le dijo al juez que Nasrudín le debía una suma de dinero y que se había negado a todas las peticiones de devolución. El juez miró a Nasrudín y le dijo: “¿Qué tiene que decir al respecto?”.
“Su señoría”, dijo Nasrudín, “este hombre tiene una forma peculiar de delirio. Cree que todo lo que tengo le pertenece”.
“¿De verdad?”, dijo el juez.
“Sí”, dijo el Mulá. “Por ejemplo, le dirá que el caballo en el que he venido es suyo”.
“Pero ES mi caballo”, protestó el empresario.
“¿Lo ves?”, dijo Nasrudín. “Y también dirá que el abrigo que llevo puesto le pertenece”.
“SÍ me pertenece”, dijo el empresario enfadado.
“Tal y como le dije a su señoría”, dijo Nasrudín al juez. “Es un caso trágico”.
“Entiendo”, dijo el juez. “El asunto queda cerrado”.
Traducido por Inam Anda