Cuentos: Nasrudín y lo inevitable
En una ocasión, el mulá Nasrudín fue invitado a comer en casa del juez local. Esto era muy inusual, ya que en toda la zona se sabía que el juez era extremadamente tacaño y que su hospitalidad era de lo más mísera. Cuando Nasrudín recibió la invitación, tuvo la certeza de que el juez quería pedirle algún favor.
Tal y como Nasrudín esperaba, la comida apenas consistió en sopa aguada, pan y agua. Cuando estaban terminando, el juez le dijo a Nasrudín: “Mulá, tienes un pariente que cría esos galgos esbeltos, que son tan rápidos como el viento. ¡Qué buenos perros de caza! Me gustaría tener uno de esos, tal vez podrías traerme uno.”
Como no es prudente estar en el lado equivocado del magistrado, Nasrudín aceptó. Pocos días después, regresó a casa del magistrado con un perro, aunque no era un galgo esbelto, sino un viejo spaniel redondo como un tonel.
El magistrado le dijo: “Mulá, ¿en qué estás pensando? Este no es un perro esbelto”.
Nasrudín respondió: “Tenga paciencia, su señoría. En su casa, inevitablemente será un perro flaco”.
Traducido por Inam Anda