Cuentos : Reflejando la mente del gurú
El yogui y místico Shankaracharya fue una figura muy importante en la evolución de la espiritualidad en India, como podemos ver en este cuento narrado por Hazrat Inayat Khan. Se refiere a un evento que habría ocurrido hace alrededor de trece siglos, pero parece estar fresco en la memoria de Hazrat Inayat, y nos deja la impresión de que ocurrió recientemente. El Inner Call ha publicado algunos escritos de Shankaracharya; para más acerca de él, por favor vea esta publicación
Cierta ocasión hubo una conferencia sobre religiones en Calcuta, y representantes de todas las escuelas místicas fueron invitados a este congreso. Shankaracharya era el representante líder del Brahmanismo presente. Después de una asombrosa conferencia, Shankaracharya deseó sentarse en silencio, pero la audiencia deseaba que respondiera algunas de sus preguntas. Shankaracharya miró a un lado y otro entre sus discípulos, y pidió a uno de ellos que responda a las preguntas.
¿Qué discípulo fue este? Fue alguien que ni siquiera era conocido por los estudiantes de Shankaracharya, puesto que se ocupaba principalmente de que la cena del sabio esté lista y de sacar el polvo de su dormitorio y ordenarlo. De manera que las personas que se conocía que eran alguien no fueron consultadas. Se consultó a este hombre. Ni siquiera sabían que existía.
Nunca había hecho nada parecido en toda su vida; fue solo porque se le solicitó que se puso de pie sin pensar si podría dar una respuesta o no. Pero la respuesta que dio a cada pregunta fue como si hubiera sido dada por el mismísimo Shankaracharya. Los estudiantes de Shankaracharya se llenaron de admiración y asombro al mismo tiempo, sin haber visto a este hombre entre ellos.
Es esto lo que los Sufis reconocen como tawajeh*, reflejo. No fue el estudiante, fue el mismo maestro el que estaba hablando.
*Tawajeh, también tawajoh, significa atención o concentración, y en las enseñanzas Sufis se refiere al reflejo de la mente del maestro en la mente del estudiante.
Traducido por Darafshan Daniela Anda
Oh, por Dios que belleza de relato. ¡Cuanta atención y concentración se hace necesaria!