Cuentos: Pagar deudas
Sucedió una vez que Mulá Nasrudín estaba sentado en el mercado con un amigo, tratando de vender algunas aceitunas. Sin embargo, por alguna razón, el mercado estaba tranquilo y, lo que es peor, nadie estaba interesado en lo que el Mulá tenía para ofrecer.
“Bien podrías cerrar e irte a casa”, le aconsejó el amigo. “No has vendido una sola aceituna en todo el día. Nadie las quiere”.
“Todos quieren aceitunas”, declaró Nasrudín. “El único problema es que no SABEN que las quieren”. Entonces vio pasar a una mujer y la llamó. “¡Hermana, bienvenida! ¡Buen día! ¡Ven a comprar unas aceitunas!, ¡las mejores aceitunas del pueblo! “.
La mujer negó con la cabeza. “Hoy no, Mulá”, dijo, “no tengo dinero”.
“Eso no importa”, dijo Nasrudín. “Eres una mujer honesta. Puedes pagarme después. Aquí tienes, prueba una”, y para tentarla, le tendió un tarro de aceitunas negras y carnosas.
Pero la mujer volvió a negar con la cabeza.
“No puedo”, dijo. “Estoy ayunando.”
Nasrudín la miró asombrado. “Hermana, ¿por qué estarías ayunando? El Ramadán terminó hace dos meses”.
“Lo sé”, respondió la mujer, “pero rompí el ayuno un día, así que hoy estoy pagando mi deuda”.
“En ese caso, olvídalo”, dijo Nasrudín, cerrando firmemente el frasco de aceitunas. “Si te tomó dos meses pagar una deuda a El Todopoderoso, quién sabe cuánto tiempo te tomaría pagarme una deuda a mí”.
Traducido por Arifa Margarita Jáuregui